Guillem Nivet (Ceret, 1993) es el presidente de la Associació de La Bressola, la red de escuelas nacida el año 1976 y que pone en práctica la inmersión lingüística en la Catalunya Nord. En sus palabras, se trata de una escuela no solo de lengua, sino de "país". Él mismo fue alumno de la entidad y ahora está al frente en un momento delicado económicamente, que les hizo lanzar un grito de alerta para pedir donaciones que pudieran garantizar su viabilidad económica. Esta, tal como ha explicado la pasada semana, ha funcionado muy bien, especialmente en "el otro lado de la Albera", la cordillera que separa el Alt Empordà y las comarcas del Roselló y el Vallespir, la Catalunya del Sud y la del Nord, tanto a nivel popular como de las instituciones.
En cambio, la respuesta que han recibido desde el territorio francés ha sido, para ellos, incluso denigrante. Nos ha citado en un hotel de Perpinyà (su ayuntamiento, encabezado por el ultraderechista Louis Aliot, no ha dado ni un solo euro en subvenciones, ni ordinarias ni extraordinarias) para tratar la situación en que se encuentra la Associació después de esta recogida de donativos, sus planes de futuro y el estado de la lengua catalan. En este sentido, ahora que en Catalunya el uso del catalán sigue bajando hasta solo un 32% de hablantes habituales y el govern ya ha presentado un Pacte Nacional per la Llengua que nació cojo con la falta de apoyo de Junts y la CUP, Nivet también aprovecha para lanzar un mensaje de alerta a los catalanohablantes.
¿Por quien no lo sepa, que es La Bressola y como funciona?
Es una red de escuelas fundada el año 1976, con la idea de hacer a una escuela inmersiva en catalán, abierta a todos y por eso los padres pagan en función de sus ingresos. Tenemos nueve franjas, en función de los ingresos de las familias. En total somos siete escuelas y dos colegios que van de los dos años hasta los catorce. Estamos trabajando para crear un Liceu, para el bachillerato. El objetivo de La Bressola es muy sencillo, es la recuperación de la lengua catalana en la Catalunya del Nord. Hacemos un trabajo de creación de catalanohablantes, de nuevos locutores. Personas que quieren aprender catalán y lo quieren hablar. Por eso es muy importante mantener la inmersión dentro del aula, pero todavía lo es más hacerlo fuera. Trabajamos en verticalidad, grupos de diferentes niveles para favorecer una transmisión entre niños de diferentes edades. Eso permite generar también un efecto en la lengua porque la mayoría de nuestras familias, un 80% no son catalanohablantes. Necesitamos crear un efecto dentro de la escuela, porque a fuera tenemos muy pocos espacios de habla catalana.
A principios de año lanzaron un grito de alerta, avisando de que si no cambiaba su situación, el futuro de la escuela estaba en riesgo por motivos económicos. ¿En qué punto se encuentra La Bressola?
Hemos recuperado una estabilidad económica. En enero hicimos público que teníamos una situación muy preocupante, con un riesgo de ruptura de liquididad, identificado en el mes de mayo. El riesgo era real y estábamos muy preocupados ante la posibilidad de no poder pagar salarios, de cerrar clases, centros... Iniciamos una campaña de donativos en el Nord y en el Sud y en paralelo hemos llamado a todo Dios que nos podía ayudar, desde el ministerio de Educación Nacional en París hasta la Diputació de Lleida. Hemos pasado por todo el mundo, yendo a ver a cualquier persona que nos pudiera ayudar. Y eso ha funcionado muy bien. Ha habido una respuesta muy firme e inmediata del Sud a través de una campaña de donativos de los Amics de La Bressola que ha funcionado muy bien, también con Òmnium Cultural o la ANC. Y sobre todo una respuesta muy en firme de la Generalitat de Catalunya y del president Salvador Illa que ha venido hasta aquí para anunciarnos un aumento de la subvención. Las Diputaciones nos han ayudado mucho también. Y eso viene a completar las carencias de nuestras instituciones de aquí, en el Nord, principalmente del Departamento de los Pirineus Orientals, que no ha contestado. La Región de Occitània y el Departament eran las dos instituciones de las cuales esperábamos más. Con la Región ha habido diálogo, un trato muy empático y muchas reuniones. El trato del Departamento es indigno. No han hecho ningún esfuerzo. Solo una subvención de 30.000 euros, que han hecho recortando ayudas a otras asociaciones. Para nosotros eso es inaceptable y es indigno.
La Generalitat ha aumentado en 150.000 euros la subvención a La Bressola, que se ha incrementado hasta los 800.000. Sabe si eso es una medida excepcional para este año o que será así a partir de ahora.
Yo no sé qué pasará el año que viene. No sé si Salvador Illa o el PSC serán al poder. La única cosa que sé es que cuando vino a vernos, me aseguró que mientras él fuera presidente, tendríamos esta subvención de 800.000 euros. En el 2017, con el artículo 155, pasamos un año sin subvención. De momento sabemos que la subvención es para un año, con el compromiso que quede con el mismo importe el próximo año. No quiero hablar en nombre de la Generalitat de Catalunya, pero creo que nos ayudan porque La Bressola representa una herramienta en nivel pedagógico. Hacer inmersión es muy complicado, en el Sur también. Representamos una muestra que la inmersión es posible. También somos un modelo económico interesante para la Catalunya Sud. El presidente nos ha trasladado que quiere defender la lengua catalana por todos los Països Catalans, aunque él no utilice este concepto, estas son mis palabras. Si quiere defender la lengua, defender La Bressola tiene sentido.
¿Tenéis contactos con el Gobierno para conseguir ayudas?
Primero lo pidió Junts per Catalunya, a través de la petición de un senador en el ministerio de Educación. Esta se rechazó. ERC también lo ha hecho después, con una petición en el ministerio de Exteriores. Tenemos poca información, pero parece que habría una voluntad del Estado español para ayudarnos. Y yo creo que tiene mucho sentido, si consideramos que es una lengua cooficial del Estado que está amenazada. El Estado defensa de manera muy firme el castellano en todo el mundo, con funcionarios que trabajan fuera del territorio español y con el Instituto Cervantes. Pues en el caso de la lengua catalana, que es una lengua cooficial que está amenazada en nuestro territorio, aunque sea contra intuitivo, tiene sentido que nos ayuden. Pero no sabemos de qué importe sería y tampoco cuando se podría cobrar.
Como siempre, es el Sud quien nos salva, esperábamos más de nuestro territorio
Las ayudas extra que habéis recibido este año después de la campaña son de unos 700.000 euros. ¿Estáis satisfechos?
No esperábamos tanto dinero. Esperàvem una respuesta más firme de nuestras instituciones, principalmente del Departamento. Como siempre el Sud nos salva. Estamos muy contentos y tranquilos por la respuesta, pero nos habría gustado más que hubiera habido una respuesta que hubiera venido más del Nord, de nuestro territorio y no que, como siempre, que sea el Sud quien nos ayude y nos salve.
¿En los últimos años han echado de menos ayuda desde el Principat, más apoyo institucional?
Yo diría que no. Siempre hemos tenido un apoyo incondicional, ya sea del Govern de Junts como de ERC y ahora del partido socialista. Siempre que hemos pedido ayuda ha habido una respuesta muy inmediata, con mucho aprecio y un trato digno.
Hemos tenido que subir las participaciones de las familias con el riesgo de perder por el camino. Cada familia que se marcha es un drama
Las aportaciones son una solución inmediata pero no para el futuro. ¿Cómo os lo planteáis a largo plazo?
Nosotros hemos activado la palanca que tenemos, que son las participaciones de las familias, con el riesgo de perderlas por el camino. Cada familia que se marcha es un drama, sobre todo si es por razones económicas, pero necesitamos generar más ingresos propios. Hemos conseguido tener más lugares de trabajo a cargo del Estado francés. Eso también alivia un poco nuestro presupuesto, porque desplazamos la carga. Las subvenciones excepcionales nos dan aire, ganamos tiempo y serenidad, pero estamos trabajando en las soluciones a largo plazo.
¿El próximo curso empezará como cualquiera otro año?
Sí, no habrá ningún cierre ni ningún despido. Todos los lugares de trabajo están salvados.
La mayoría de los alumnos son de familias con vínculos con la catalanidad que no han podido disfrutar de una transmisión generacional de la lengua
Antes ha hecho referencia al hecho de que un 80% de los alumnos son de familias no catalanohablantes. ¿Cuál es el perfil de sus alumnos?
Hay perfiles muy diferentes. Familias que vienen por la pedagogía que tenemos. Para poder hacer una escuela inmersiva que funcione tiene que haber una enseñanza de calidad. Incluso la persona más patriota del mundo no pondrá a sus hijos a estudiar en una escuela que no funcione. Así, hay familias que vienen más por el modelo pedagógico que por la lengua; pero yo diría que el perfil más típico son familias con vínculos con Catalunya, la catalanidad o la identidad catalana, pero que no han podido disfrutar de una transmisión generacional de la lengua y tienen la voluntad que sus hijos recuperen la lengua.
Ha comentado también que el objetivo de la escuela es crear catalanohablantes en la Catalunya Nord. ¿Está saliendo adelante?
Tenemos maestros que son antiguos alumnos, yo mismo lo soy. Hay que tener en cuenta que La Bressola representa al 5% de todos los alumnos de la Catalunya Nord. Hacemos el que podemos con los medios que podemos, pero seguro que no es lo suficiente.
En La Bressola sabemos construir vínculos emocionales muy fuertes entre nuestros alumnos y la lengua catalana
¿Los alumnos que pasan de ir a La Bressola durante su educación primaria y después en la secundaria van a un colegio sin inmersión en catalán siguen hablando en catalán fuera de las aulas?
El problema que tenemos en los tres años de bachillerato es fatal para la construcción de catalanohablantes. Estamos trabajando y es nuestro gran reto. La Bressola sabe construir vínculos emocionales muy fuertes entre nuestros alumnos y la lengua catalana. Si no hay espacios de habla catalana es muy complicado que el vínculo se mantenga.
¿Qué otros espacios tenéis?
Todos son iniciativas de la sociedad civil. El Casal de Òmnium, el de Jaume I, grupos y asociaciones que hacen folclore y que son esenciales porque generan espacios de habla catalana. Con el poco apoyo que hay de las instituciones es complicado que las asociaciones hagan todo el trabajo que hacen, que es de resistencia.
Con la falta de apoyo institucional es complicado que las asociaciones hagan todo el trabajo que hacen, que es de resistencia.
¿Cómo ha cambiado con el paso de los años su entidad?
La evolución de una red de escuelas que lo hacía todo de manera muy artesanal, a nivel mucho más pequeño y que se ha profesionalizado y se ha abierto al mundo. La escuela que yo conocí de pequeño no tiene nada que ver con la de hoy, era mucho más pequeña, pero eso es el paso del tiempo y estoy muy orgulloso de lo que es La Bressola hoy. Pienso que tiene futuro y que seguirá creciendo porque hay una demanda fuerte en muchos municipios y familias en lista de espera muy largas. La demanda es tanto por la pedagogía como para recuperar un vínculo con la catalanidad.
¿Como puede ser que haya estas largas líneas de espera y al mismo tiempo La Bressola tenga problemas económicos?
Cuesta dinero abrir una escuela. Cuesta 300.000 euros sobre cuatro años, antes de tener un contrato con el Estado y que pueda proporcionar lugares de trabajo. No hay ningún municipio que lo pueda asumir e, incluso, sería ilegal que un ayuntamiento lo haga. Ahora no tenemos el dinero. Podríamos aumentar mucho las participaciones de las familias, pero sería romper con la esencia de La Bressola. Mucha gente, sobre todo en el Sud, no lo entiende. Cuando digo en el Sud las tarifas que pagan las familias mucha gente no lo entiende.
La Bressola es una escuela no de lengua sino de país. No podemos transformarnos en una escuela de élites intelectuales o económicas
¿Cuáles son?
Las menos acomodadas pagan 36 euros en el mes, actualmente. Podríamos subirlas, doblarlas. E incluso entonces, mucha gente del Sud y de aquí lo encontrarían barato. Pero eso sería romper con la filosofía que tenemos de ser abiertos a todo el mundo. La Bressola es una escuela no de lengua sino de país. No podemos transformarnos en una escuela de élites intelectuales o económicas. Una familia que pone a su hijo en La Bressola ya es una familia que ha pensado en ello. A veces nos cuesta encontrar familias de clases menos acomodadas o que no tienen este pensamiento. Si además añadimos una dificultad como sería un coste más alto, perderíamos nuestra esencia. Es un drama rechazar demandas de municipios, pero es lo que nos permite garantizar la calidad de la enseñanza y nuestra esencia.
El año que viene la red celebrará 50 años. ¿Cuáles son los retos de futuro?
Para mí vamos hacia 50 años más. Lo celebraremos con alegría y atención. Sabemos que si queremos hacer 50 años más el camino será largo y complicado, pero hay energía. Hay gente muy animada y comprometida con la lengua. Mientras haya esto habrá gasolina para hacer avanzar el motor.
¿Cuál ha sido el momento más complicado para La Bressola?
Antes de 1995, con la contractualización. En aquella época, en verano todos los docentes y no docentes, dimitían, se ponían en paro y se les volvía a contratar en septiembre. Algunos lo hacían a pesar de seguir trabajando. El momento del 155 fue muy duro también. Estamos sufriendo un momento duro de la historia, pero La Bressola se ha construido así, de crisis en crisis y aprendiendo de ellas.
Con el catalán, la Catalunya del Sud está cogiendo un camino que los podría llevar a una situación como la nuestra
En la Catalunya Sud se habla mucho de la situación de emergencia que vive el catalán. ¿Desde aquí cómo explicaríais la situación de la lengua en vuestro territorio?
Es muy diferente. En el Sud es oficial, se puede enseñar a la escuela pública. Aquí se habla solo en oasis como es La Bressola. Allí, teóricamente, cualquier persona te tiene que poder atender en catalán. La cosa es muy diferente. Pero la Catalunya del Sud está cogiendo un camino que los podría llevar a una situación como la nuestra. Mucha gente se piensa que aquí dejamos de hablar en catalán con el Tractat dels Pirineus y eso es falso. Se ha dejado de hablar en catalán los últimos 50 años. En este tiempo, prácticamente ha desaparecido. Cuando era pequeño, en mi pueblo, Cànoes, el catalán era omnipresente. Ahora ya no es el caso. Si dejamos terreno a una lengua hegemónica como el francés o el castellano, lo cogerán.
¿Qué lección tendríamos que aprender?
Que cada uno asuma sus responsabilidades. Una lengua no desaparece porque está prohibida. Desaparece porque sus locutores la dejan de utilizar. Cada vez que un catalán no mantiene el catalán. Que no habla en catalán, no habla su lengua, la está destrozando. Aquí el catalán se prohibió en 1700 por un Borbón. Se siguió hablando hasta el siglo XX. El catalán no se ha perdido porque lo decidió un Rey en París. Se perdió porque hubo un momento en que la gente pensó que hablar en catalán no tenía futuro y que para poder mejorar socialmente se tenía que hablar francés. Eso lo hemos decidido los catalanes de aquí. Hemos llegado aquí porque los catalanes han dejado de hablar en catalán.
Ha alabado mucho la tarea de la Generalitat y su ayuda. ¿Cómo cree que se podría mejorar la relación entre la Catalunya Nord y la del Sud?
La manera más relevante que los catalanes nos puedan ayudar es defendiendo la lengua en el Sud, habalndola. Sabemos que no volveremos a ser un territorio de habla catalana como lo éramos años atrás. Pero la fuerza que tenemos es que los niños de La Bressola saben que pueden atravesar la frontera de L'Albera y que Catalunya existe. Les explicamos que allí se habla catalán, que es una lengua que tiene 10 millones de hablantes, que formamos parte de una cosa mucho mayor, de un pueblo, de una nación. Si eso desaparece, La Bressola no tendrá sentido. Si el Sud nos quiere ayudar, que se ayuden a ellos mismos y nosotros lo aprovecharemos.
¿Cree que en el Principado la gente conoce la Catalunya Nord?
La cosa cambió con el procés de independencia. Entonces mucha gente descubrió que era la Catalunya del Nord. Diría que no hay tanto desprecio como treinta años atrás, cuando la gente hablaba de nosotros como si fuéramos Francia o la Cerdanya Francesa. Hay gente que todavía lo hace, pero no por desprecio sino por desconocimiento. La gente tiene más conciencia, quizás porque hablamos más y mejor.
¿Cuál es la relación de La Bressola con la Casa de Perpinyà? ¿Ha cambiado desde el cambio de delegado?
Nunca hemos dejado de tener relación con la delegación, que no es como podría ser la de París, ya que depende de Presidència. Es nuestro contacto con la Generalitat. No hemos entrado en la polémica, no es nuestro trabajo. Dijo lo que dijo. No compartimos las palabras, pero el Govren tampoco lo hizo, no las asumió. Tenemos contacto con el nuevo delegado, Albert Piñeira, como hemos hecho con todos los otros.