El expresidente del gobierno español Felipe González ha querido ajustar las cuentas con el exsecretario general del PSOE, Pedro Sánchez, a través de una entrevista en la revista francesa Politique Internationale donde pone en duda que pueda hablar "más de media hora" sobre sus propuestas para España.

La entrevista es previa a la crisis del PSOE –de la cual González fue uno de los instigadores– dado que se hizo el pasado mes julio. Con todo, no ahorra críticas al que entonces era secretario general. "Creo que se interesa mucho más por su partido que por el país", reprocha.

El político sevillano que admite la situación de crisis del PSOE y describe a Pablo Iglesias como un "Toni Negri, Lenin 3.0, un Hugo Chávez", dedica también reflexiones a Catalunya.

Catalunya: "Seis años sin gobierno"

"Si Catalunya sucumbe a la tentación de la autodeterminación, no será ni mejor ni más fuerte. Por lo que hace España, saldrá de esta aventura profundamente debilitada", advierte.

A opinión de González el proceso independentista obedece al hecho "cómico" que durante los últimos seis años, Catalunya "no ha tenido auténtico gobierno".

Asegura que en la Generalitat hay un gobierno que no gobierna y que, después de seis elecciones en cinco años, "el centro, que es el elemento constitutivo de las sociedades modernas, ha desaparecido". "Ha desaparecido a la derecha con Convergència y a la izquierda con el PSC", diagnostica.

Por todo ello concluye que, "eso que ellos dicen gobierno no obedece más que a un solo credo: Si somos independientes, seremos afortunados". Entre las fuerzas que sustentan este pseudogobierno, hay anticapitalistas que no tienen nada que hacer en la Europa del euro o España. Su modelo es Albania de hace 60 años", remacha en referencia a la CUP.

En relación a una consulta independentista asegura que "el voto sin respetar la norma, es la destrucción de la legitimidad democrática", también critica el "inmovilismo" del PP por no saber interpretar las reformas necesarias para pasar de un "Estado fuertemente centralizado y dictatorial" a uno fundamentado en una mayor descentralización política.

"Dicho esto, esta descentralización no tiene que desembocar en un debilitamiento del Estado. Hay que encontrar un término medio. No hacer nada es evidentemente desastroso, pero introducir subrepticiamente un derecho a la autodeterminación sobre un fondo de reivindicación identitaria conducirá España, igual que otros países europeos como el Reino Unido, a la implosión", remacha.