La banca siempre gana. El Estado siempre gana. La Generalitat calcula que tendrá que pedir al Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) 9.349 millones de euros este 2018, de los que 5.454 millones (el 58,3% del préstamo) son para cubrir préstamos de años anteriores obtenidos vía el mismo FLA.

Los datos provienen del Departament d'Economia, que incluye este cálculo en una presentación de las finanzas de la Generalitat para inversores. Las cifras están actualizadas en el mes de diciembre de 2017, según informa Efe.

La dinámica paradójica del FLA se pone al descubierto al repasar estas cifras. Por una parte, porque el FLA es uno de los instrumentos de los que el gobierno español se vale para controlar las finanzas de la Generalitat y, por esta vía, su política.

De la otra, un contraejemplo: la cantidad destinada a cubrir el objetivo de déficit impuesto por el gobierno español (el 0,4% del PIB) son 923 millones y pico. Es decir, la principal línea estratégica de las cuentas públicas catalanas, fijada por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, a instancias de la UE, representa solo el 9% del préstamo del FLA.

Las caras escondidas

El FLA se creó en 2012, en medio de la recesión, como remedio al rechazo de los mercados a financiar la deuda de las autonomías. Vía este mecanismo, la Hacienda central española hace de banco de las autonómicas a un interés más bajo que el de los mercados.

De eso se vanagloriaba el pasado agosto el ministerio de Hacienda, cuando hizo circular que las autonomías se ahorraban 22.000 millones gracias, sobre todo, al FLA. La cifra proviene de calcular la diferencia entre los intereses de mercado y los que cobra el FLA. Según este relato, Catalunya había "ahorrado" 7.509 millones.

Esta versión, sin embargo, esconde que el dinero del FLA proviene de... las mismas autonomías. Es decir, que las autonomías reciben un dinero que, en origen, es suyo, pero que el gobierno central les deja a cambio de un interés, de pactar unos ajustes que determina el mismo gobierno y de un cierto grado de intervención en las cuentas.

Condiciones políticas

La otra cara escondida del relato es que el dinero del FLA viene condicionado políticamente. Los mercados, en cambio, no obligan a cumplir condiciones políticas. De hecho, esta otra fuente de financiación representa la segunda gran partida a la que Catalunya prevé destinar los fondos del FLA: pagar los vencimientos de bonos o de préstamos de entidades financieras españolas o internacionales —el mecanismo de financiación típica de antes de la crisis— que en 2018 suman 2.937 millones (el 31% del total).

La cantidad destinada a cubrir la factura de los mecanismos de liquidez de años anteriores es tan grande porque Catalunya, como otras comunidades, está adherida desde 2012 al Fondo de Liquidez Autonómico (FLA), y ahora se acumulan las amortizaciones de todos aquellos préstamos.

De los 5.454 millones de la 'factura' del FLA, 833,1 millones corresponden a la amortización de 2012; 1.351,8 millones, a la de 2013; 989,1 millones, a la de 2014; 1.411,5 millones, a la de 2015; 49,6 millones, al llamado FLA social, y otros 818,9 millones, a mecanismos de pago a proveedores.

La mencionada presentación explica que en 2017 la Generalitat habrá recibido 7.757 millones del FLA, de los que 1.328 se destinan a cubrir el objetivo de déficit de 2017, que es el 0,6%, y otros 484 millones a hacer frente al exceso de déficit de 2016.

La amortización de préstamos de años anteriores del FLA y los vencimientos de deuda y de préstamos con entidades financieras absorbieron un total de 5.820 millones en 2017.

Además de amortizar capital, la Generalitat ha pagado en intereses asociados al FLA un total de 1.950,7 millones de euros entre 2012 y 2016, y calcula que en 2017 habrá pagado unos 384 millones.

Superávit y riesgos

Hasta el mes de octubre, la Generalitat acumulaba un superávit de 212 millones de euros, por lo que, aunque en diciembre se acumulan muchos gastos, por primera vez en los últimos años tiene opciones reales de cumplir el objetivo de déficit marcado para 2017, el mencionado 0,6%.

Este mismo documento también prevé que la economía catalana acabe el 2017 con un crecimiento del PIB del 2,9%, y que el 2018 se salde con un aumento del 2,6%.

En este punto, el Govern reconoce riesgos internos para la economía catalana relacionados con "las tensiones políticas", aunque no entra en más detalles, y también contempla riesgos externos derivados del "aumento del proteccionismo y un crecimiento potencial débil en las economías adelantadas".

En cualquier caso, el Govern entiende que tanto la demanda interna como el sector público y las exportaciones seguirán evolucionando satisfactoriamente.