"Convivencia", "unidad", "responsabilidad" y "lealtad" a la Constitución y, en consecuencia, a España. Son los cuatro elementos clave del discurso de Felipe VI de esta Navidad, en una defensa con uñas y dientes de la carta magna española; un discurso que, a diferencia de otros años, ha estado completamente elaborado en clave interna, a causa de los pactos de Pedro Sánchez con los independentistas y del aumento de la crispación entre el PP y el PSOE. El rey español no ha hecho ninguna mención este año a la guerra de Ucrania ni tampoco al conflicto en Gaza entre Israel y Hamás. Solo al principio de su discurso ha hecho una pequeña referencia a las "dificultades económicas" que afectan "al empleo, la sanidad y la educación" y la preocupación que provoca la violencia machista y el precio de la vivienda. Durante todo el resto de su declaración, se ha referido exclusivamente al contexto político actual dentro del estado español.

No ha pronunciado las palabras 'amnistía' o 'CGPJ', pero todo su discurso ha pivotado en torno al malestar en las relaciones entre el PP y el PSOE, y entre el Gobierno y el poder judicial; a causa, principalmente, de la dependencia de la gobernabilidad de España con el independentismo. "Cada institución, empezando por el Rey, tiene que situarse en el lugar que constitucionalmente le corresponde, ejercer las funciones que le son atribuidas y cumplir con las obligaciones y los deberes que la Constitución señala", ha aseverado después de que Sánchez y Feijóo hayan tenido que llegar al punto de situar la Comisión Europea como mediadora de PSOE y PP para una reforma del CGPJ; y que incluso Carles Puigdemont lamentara que Felipe VI no ejerciera sus funciones de árbitro.

Y, después de que Míriam Nogueras hablara de "personajes oscuros" y reclamara un juicio para todos aquellos jueces que han perseguido y castigado a independentistas, el rey español ha contraatacado. Este domingo ha recordado la obligación de "respetar al resto de las instituciones en el ejercicio de sus propias competencias, así como contribuir mutuamente a su fortalecimiento y su prestigio".

Hace un año, el monarca alertaba en su exposición navideña de los "riesgos" en "la erosión" de las instituciones españolas, avisando de que "la división hace más frágil la democracia". Este año ha vuelto a hablar de "división", y ha opinado que la Constitución consiguió acabar con este problema hace 45 años. Esta vez ha denunciado la falta de acuerdo constante entre las dos principales fuerzas políticas en el Estado, pero ha focalizado sus embates en el gobierno que preside Pedro Sánchez, a causa de los pactos con Junts per Catalunya y Esquerra Republicana que lo han mantenido en la Moncloa.

Este domingo, desde la Zarzuela, se ha enviado un mensaje de preocupación por el estado de salud del respeto a la Constitución. También ha hecho una llamada a la "unidad", aquello que el rey le pidió a Sánchez a finales de noviembre en motivo de la inauguración de la actual legislatura. "Fuera del respecto a la Constitución no hay democracia ni convivencia posibles; no hay libertades, sino imposición; no hay ley; sino arbitrariedad; fuera de la Constitución no hay una España en paz y en libertad", ha reclamado el monarca en una de las frases más contundentes de su discurso.