Si el microclima gallego pudiera ser trasladado a la arena española, en Moncloa ya dispondrían de informes de los servicios jurídicos para gestionarlo. "Allí sólo hay un solo partido" grande, decía un alto cargo hace unos días a este diario, tras la enésima apelación de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría al entendimiento con el PSOE. En Galicia, el Partido Popular llega a la mayoría absoluta sin dificultades –y sin precedente con ningún otro rival político–. Y curiosamente, parte de los escollos del candidato Alberto Núñez Feijóo han venido por los últimos escándalos en Madrid y la corrupción en el PP.

Demografía y afecto

Revalidar la victoria absoluta del año 2009 parecía un camino sencillo para Feijóo. Según los sondeos, Ciudadanos obtendrá un escaño. Al mismo tiempo, el cabeza de lista de los socialistas, Xoaquín Fernández Leiceaga, ha estado ocupado con las Mareas para amortiguar el temido sorpasso. Existe un motivo de carácter sociodemográfico que juega a favor del PP, y es que Galicia es tierra de pescadores, pueblos pequeños, una población envejecida como la media española y es muy rural. "Lo nuestro, vaya", explicaban fuentes del gobierno español a El Nacional.

La vinculación con los populares también tiene un cariz sentimental: Mariano Rajoy es nacido en Santiago de Compostela y la presidenta del Congreso, Ana Pastor, en Cubillos. Este es un activo que en Moncloa exhiben con entusiasmo. De hecho, todavía lamentan la última campaña. "No pudimos tener tanta presencia", se compadecen las fuentes consultadas. Corría el año 2012 y el primer gobierno de Rajoy se centró en la economía y en evitar el rescate de Bruselas. Esta vez se han volcado in situ, y mientras Rajoy ha abordado el interior, Feijóo lo ha hecho en las capitales de la comunidad.

El esquema de campaña es similar al del año 2009. Pero las distancias con el líder en medio de dos polémicas de envergadura el PP días han avivado los rumores de disputa. El escaño de la exalcaldesa Rita Barberá planeó en el ecuador electoral, así como el temblor por las explicaciones del ministro de economía en funciones, Luis de Guindos, por la propuesta fallida de Soria para el Banco Mundial. Feijóo contribuyó a dar veracidad a la hipótesis de la tensión, cuando afirmó desde Ourense: "A estas alturas no defenderé las siglas de un partido, defenderé a Galicia", en paralelo al revuelo.

La sospecha también ha sido alimentada porque el único día en que coincidieron fue en el acto final en Vigo. Rajoy no fue recibido por su homólogo autonómico en la visita que hizo a la Coruña. El propio líder del PP huyó también de dar explicaciones. Pero como una alegoría del destino, la polémica lo encontró a él mientras paseaba por los campos gallegos. Los periodistas lo llamaron des de la lejanía por si podía pronunciarse al respecto de Barberá. Rajoy estaba concentrado y no lo oyó –o quizás sí–.

La licencia de distanciarse del líder no se puede entender con otro candidato que no sea Feijóo, porque tiene perfil propio. Muestra son los carteles, donde aparece el mapa de la autonomía y su fotografía a lo grande, y un símbolo pequeño del partido. Los rivales lo acusaron "de esconder las siglas", que él negó en un vídeo en Twitter. Este explica que su cabeza de lista tiene mucha personalidad, y el hecho es que Feijóo siempre ha amenazado con hacerle sombra al presidente español. Si bien, con la jugada de cederle el trono de Galicia, Rajoy evita competencia y otros "candidatos viables" para la investidura como sugería C's.

"Un gobierno a la gallega"

Así y todo, fuentes del gobierno aseguran que las perspectivas son buenas para los populares. Esta semana ya se puede publicar encuestas, pero los partidos siguen disponiendo de una información tan codiciada a través de los trakings electorales internos. El CIS también les daba un resultado que desean: de los 38 escaños que necesitan para gobernar en solitario, podrían llegar a obtener en torno a los 40-41 escaños. Esto es lo que Rajoy llama "un gobierno a la gallega, es decir, una coalición entre el PP y su gente", ironías del presidente para reflejar la hegemonía existente.

Pero Galicia es también una tierra "plurinacional", cuestión que lleva a los socialistas de cabeza. El líder Pablo Iglesias hizo lo imposible por reeditar la alianza gallega, pero una vez reeditadas, las mareas se perfilan roce a roce con el PSOE entorno a los 16 diputados cada uno. La expectativa que se hinchó en las generales con el sorpasso pinchó, pero el arraigo regional podría ser la carta que ayude a Luis Villares a lograrlo, así como CSQP quedó por delante del PSC en Catalunya. El voto dual entre Estado y autonomías empieza a ser el caballo de batalla entre Podemos y el PSOE.

Y por el lado de C's, el patinazo ha golpeado la campaña a la candidata Cristina Losada, que podría quedar por detrás del BNG de Ana Pontón. La formación naranja cometió una serie de errores en el bus de campaña: la traducción del gallego mal hecha, el símbolo mal dibujado y los nombres invertidos. Parece que mientras Feijóo ya ponía un dique de contención a Soria y Barberá, C's perdió su ítem electoral principal: la regeneración como partido bisagra del PP. Pero esta carta todavía les podría garantizar cierta influencia en el gobierno gallego a partir del lunes.