España ya no es una democracia plena según el ranking que elabora anualmente la revista The Economist, que ha situado al Estado en la categoría de democracia defectuosa. En línea con otros países, ya que la mayoría de Estados han presentado un descenso en su puntuación, este año España ha bajado de los 8 puntos sobre 10, el umbral de las democracias plenas. Este estudio analiza 164 países de todo el mundo y ha concluido que más de un tercio de la población vive bajo un régimen autoritario, mientras que solamente un 6,4% disfrutan de una democracia plena. Entre estos no está España, que este año ha bajado de categoría. Por lo que respeta a la mediana global, esta se sitúa en un 5,28 sobre 10, casi una décima menos que el año pasado. Para encontrar un descenso tan pronunciado de la calidad democrática global nos tenemos que remontar al 2010, después de la crisis financiera.

Uno de los principales motivos por los que los analistas del EIU han situado España en la categoría de democracia defectuosa es el bloqueo del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que sigue sin renovarse. Esta hace referencia a uno de los cinco indicadores que se analizan de cada país, el de la independencia judicial. El resto son: procesos electorales y pluralismo, funcionamiento del gobierno, participación política y cultura política democrática. Con esta bajada, España ha retrocedido dos puestos en el ranking mundial, pasando de la 22.ª posición a la 24.ª. El país líder en calidad democrática sigue siendo Noruega con un margen muy amplio: Tiene 9,75 puntos sobre 10. En cambio, la lista la cierra Afganistán, con 0,32 puntos.

Calidad en duda

El hecho de que España haya bajado de categoría es algo que los analistas del EIU ya habían ido advirtiendo que podía pasar en ediciones anteriores, ya que el Estado hace años que cuenta con una puntuación muy baja en el indicador sobre justicia. El politólogo Jordi Mas ya advertía en 2021 que varios organismos y asociaciones internacionales ponían en duda la calidad de la democracia española. "En los últimos años, la controvertida ley mordaza ha sancionado o enviado a prisión artistas críticos con las instituciones del Estado, se ha perseguido a aquellos que denuncian o permiten un debate parlamentario sobre la unidad del Estado o la monarquía, mientras que la sentencia de los tribunales españoles a los políticos catalanes ha causado estupefacción internacional, así como un recorrido jurídico muy corto y con un final diferente en Bélgica y Alemania...", exponía Mas, añadiendo la "gran discrepancia entre lo que observan los rankings", que situaban España por encima de Francia o los EE. UU., "y lo que denuncian diferentes sectores, tanto a fuera como dentro del país"

En este sentido, el politólogo ponía sobre la mesa un instrumento para influir sobre los rankings: hacer lobby directamente sobre los organismos que lo elaboran para obtener una puntuación más alta. Una de las maneras más habituales a la hora de hacer "diplomacia de clasificaciones" es que las delegaciones diplomáticas de los Estados visiten las sedes donde se elaboran los rankings. "Puntuar a la baja según qué Estado supone meterse en algún problema", reflexionaba Mas. En el ranking del 2020, un servidor encontró hasta tres errores en la puntuación de España, pero nunca se dieron explicaciones.

Otro caso que recordaba al politólogo es el de l'índice V-Dem, también enfocado en valorar la calidad democrática, en el 2019. En esta ocasión, la puntuación varió notablemente entre dos versiones: si la número 9 apuntaba en un claro retroceso democrático, "hasta niveles preconstitucionales", en la versión 10 este había desaparecido.

Medidas restrictivas por la pandemia

España no es en ningún caso el único país que ha perdido puntuación en el ranking de The Economist. La media ha caído hasta el índice más bajo desde que se empezó a elaborar en el 2006. En total, se han perdido 9 centésimas, hasta un 5,28 sobre 10. Esta bajada es comparable a la del 2010, después de la crisis financiera de Wall Street, con un crecimiento exponencial de la desigualdad. ¿Qué ha pasado este año? Los investigadores atribuyen esta pérdida general de la calidad democrática en las medidas excepcionales adoptadas para combatir la pandemia. Joan Hoey, directora regional del estudio en Europa, ha hablado de una "expansión del poder estatal".

El país que ha perdido más puntuación en Europa Occidental no ha sido España (18 centésimas), sino el Reino Unido, que se ha dejado por el camino casi medio punto (44 centésimas). Con todo, continúa por encima de 8 y, por lo tanto, supera el umbral de la democracia plena. En este caso, The Economist señala las controversias que se han generado en torno a la financiación de los partidos, así como los escándalos políticos que han salido a la luz las últimas semanas, protagonizados por el primer ministro, Boris Johnson, y su gabinete. Estos "han socavado la confianza en el gobierno británico".