"Ista, ista, ista, España socialista", gritaban hace pocos días las gradas de la calle Ferraz de Madrid. Pedro Sánchez no sólo se imponía en posesión de pelota, sino que también ganaba claramente sobre las tres derechas. El partido de vuelta, sin embargo, no se juega en el estadio de Anfield Road, sino en Bruselas, doce comunidades autónomas y todos los municipios del Estado español. El presidente en funciones tiene mucho a ganar: por una parte, silenciar a la derecha y sus propios barones, siempre en estado de alerta por Catalunya; por la otra, subordinar a un Podemos que busca ministerios. No puede relajarse, a pesar de tener el marcador del CIS a favor.

Según el macrobarómetro, hecho público pocas horas antes del inicio de la campaña electoral, España volvería a teñirse de rojo, y el presidente español culminaría con bastante éxito el ciclo electoral iniciado el 28-A. El liderazgo de la izquierda lo tendría más que solidificado. Por su parte, la derecha, y especialmente el PP, quedarían en el rincón en pensar, con unos cuchillos que ya empezarían a volar.

El caso más evidente es el de las elecciones autonómicas. Se celebran en 12 de las 17 comunidades. De estas, en diez el PSOE sería la primera fuerza indiscutible y en la mayoría podría formar sin muchos problemas una alianza de izquierdas, como en la Comunidad de Madrid, con Ángel Gabilondo al frente gracias a la fragmentación de Podemos. Las únicas excepciones serían Navarra (Navarra Suma) y Cantabria (Partido Regionalista de Cantabria). Aun así, en estos territorios también podrían formarse alianzas de izquierdas con los números del CIS en la mano.

Mientras tanto, el Partido Popular de Pablo Casado pierde piezas a cada colada. No sólo no tiene aseguradas comunidades que actualmente gobierna, como Murcia o La Rioja, sino que además pierde escaños en masa. En el mismo Parlamento de Murcia, pasaría de 22 a 12-14. Por ahora sólo tiene aseguradas la Andalucía del trifachito, con un Juanma Moreno que ya reclama moderación, y la Galicia de Alberto Núñez Feijóo, que aparece en todas las quinielas para abrir un debate sucesorio al frente de Génova.

Las principales ciudades del Estado también caerían del lado de la izquierda. Barcelona se disputaría entre Ernest Maragall y Ada Colau, mientras en Madrid arrasaría la alcaldesa Manuela Carmena. Compromís mantendría València y el PSOE, Sevilla. En Zaragoza se impondría el PP, pero no sumaría para gobernar, a diferencia de las izquierdas.

En las elecciones europeas, con circunscripción única en el Estado español, el PSOE de Josep Borrell también ganaría a bastante distancia de sus rivales, con 17-18 eurodiputados. Por detrás se sitúan el PP (11-12), Ciudadanos (8-9), Unidas Podemos (8) y la extrema derecha de Vox (4-5). Siempre según el CIS, la encuesta que más se acercó a los resultados del 28-A.

carmena Efe

La batalla de Madrid, lección para Podemos

A estas alturas, la izquierda no tendría que tener problemas para mantener la alcaldía de la capital del Estado y arrebasar la presidencia de la Comunidad al PP. Ahora bien, el caso madrileño sí que ofrece una buena lección a Podemos: en confluencia, todos juntos bajo unas mismas siglas, salen ganando; cuando van por separado y se fragmentan, las posibilidades de sorpasso desaparecen.

En las elecciones municipales, Pablo Iglesias fue inteligente y apostó por no enfrentarse en las urnas con el Más Madrid de Manuela Carmena. El resultado, según el CIS, es que la actual alcaldesa de la capital española arrasaría en los comicios del 26-M. Obtendría entre 21 y 23 concejales, por encima de los 20 actuales. Por su parte, el PSOE conseguiría entre 10 y 12, subiendo entre uno y tres. La mayoría absoluta del pleno del Ayuntamiento se sitúa en los 29 escaños.

Por el contrario, en la Comunidad de Madrid quien ganaría las elecciones y desalojaría al PP sería el socialista Ángel Gabilondo, con una estimación de entre 33 y 38 escaños. Prácticamente la misma horquilla de diputados que sumarian, por separado, el Podemos de Isabel Serra (17-19) y el Más Madrid de Íñigo Errejón (16-18). El sorpasso, al menos encuestas en mano, era una realidad muy factible.

sanchez iglesias - Fernando Calvo (Pool Moncloa)

Todo empieza el 27

Esta misma semana, el presidente en funciones Pedro Sánchez ha celebrado una ronda de consultas en Moncloa con los principales dirigentes españoles. Ha servido para mostrar cuáles son sus sintonías (y cuáles no). La reunión más corta fue con Albert Rivera, a duras penas 50 minutos. En cambio, la más larga fue con Pablo Iglesias, hasta dos horas y cuarto de encuentro. Pero, más allá de eso, nada. Todavía estamos lejos de una investidura. Antes está la constitución de las Cortes el 21 de mayo. Y hasta el 27 de este mes no hay voluntad de empezar a hablar de gobiernos.

Desde Ferraz quieren culminar el ciclo electoral iniciado el 28-A, acabando de teñir España de rojo en la segunda vuelta del 26-M. Los objetivos se podrían resumir en dos. En primer lugar, acabar de silenciar a los barones críticos, que se quedarán sin argumentos contra Sánchez. En segundo lugar, rebajar las expectativas de Unidas Podemos, que ya piensa en los ministerios que puede controlar. Los socialistas intentarán gobernar nuevamente en solitario, y esperan salir reforzados nuevamente de las urnas.

Con todo, Sánchez tiene la oportunidad de hacer que el camino del trifachito empiece y acabe en Andalucía. También tiene la oportunidad de liberarse de excusas, como el espantajo de la amenaza de la extrema derecha en las instituciones, para ponerse a trabajar con valentía para resolver el conflicto político catalán. Esto sí, hará falta movilizar a los votantes como un mes atrás.