El mensaje de la militancia socialista en Ferraz este domingo fue muy claro: "¡Con Rivera, no!". Por si quedaban dudas, lo repitieron en cuatro ocasiones. Pedro Sánchez, al que le pilló a pie cambiado, tuvo que decir que tomaba nota. Este mismo lunes Ciudadanos ha reiterado su cordón sanitario al PSOE. Inés Arrimadas ha asegurado que su partido "liderará la oposición" al ejecutivo. A José Luis Ábalos no le ha quedado más remedio que responder: "A lo único a lo que puede aspirar es a sobrevivir como partido". En este contexto, sólo queda una opción: revalidar la mayoría con los socios de la moción de censura.

Ahora, sin embargo, la estrategia del PSOE pasa por jugar con el calendario que tiene por delante, marcado por otra campaña electoral. En términos futbolísticos, el candidato a la reelección aprovecha que los rivales están descolocados para chutar la pelota hacia adelante para ganar tiempo antes de encarar la portería. Que no le roben el balón.

En menos de un mes, el próximo 26 de mayo, hay una nueva serie de elecciones: municipales, europeas y autonómicas en muchas comunidades. Varias fuentes de la ejecutiva socialista, que dan ya por descartada la alianza con Albert Rivera, reiteraban este lunes que "antes de las elecciones municipales y autonómicas, nada". Quieren culminar el ciclo electoral iniciado el 28-A, acabando de teñir España de rojo. Los objetivos son dos: acabar de silenciar a los barones críticos y rebajar las expectativas de Unidas Podemos, que ya piensa en los ministerios que puede controlar. Los socialistas intentarán gobernar nuevamente en solitario.

Ante sus propios barones, los mismos que conspiraron contra él para hacerle fuera de la secretaría general en 2016, ya ha demostrado que él es capaz de demostrar que su apuesta por el diálogo con los independentistas no pasa factura. No sólo ha ganado con solvencia las elecciones generales y ha agrandado el grupo parlamentario, sino que además los números le dan para gobernar. A diferencia de la victoria agridulce de Susana Díaz en Andalucía, que permitió que las tres derechas pactaran para echarla. En el Congreso, el PP, Ciudadanos y Vox han quedado a una treintena de escaños de distancia de la mayoría absoluta.

Mientras tanto, desde Ferraz siguen insistiendo en la idea de gobernar en solitario, después de ampliar su mayoría en las Cortes. Pero Unidas Podemos esta vez quiere dar un paso más allá y entrar a formar una coalición de gobierno, para acabar de empujar a Sánchez a la izquierda. El referente es el gobierno del Botànic en el País Valenciano. Sánchez evitará hacer a Pablo Iglesias ministro. Será la gran batalla de las próximas semanas.

Pero en Ferraz ya están con la calculadora en la mano, acabando de hacer números. Quizás no tiene la mayoría absoluta, pero sí que la podría tener simple en segunda vuelta con la abstención de los diputados de ERC. Bastaría con más que no.

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El PP culpa a Vox, Ciudadanos... y Rajoy

El Partido Popular de Pablo Casado ha perdido más de la mitad del grupo parlamentario que consiguió Mariano Rajoy en 2016. Sin embargo, a pesar de las circunstancias tan adversas, en Génova no hacen ningún tipo de autocrítica. Al menos en público, este lunes los populares se han limitado a culpar a Ciudadanos y Vox de la fragmentación del voto de la derecha españolista, que sólo ha beneficiado Sánchez.

En los pasillos de Génova, sin embargo, sí que hacen un poco más de autocrítica, pero tampoco mucho más. Fuentes de la dirección señalan que sus antiguos votantes que se han ido a Vox "han votado cabrados con nuestra marca, pero no con nosotros", en referencia a la nueva presidencia de Pablo Casado. Remarcan que su líder "no lleva ni un año" y que se trata de un "proyecto a largo plazo". Señalan que "lo hemos tenido más difícil que nadie". En resumen, pero sin explicitarlo: la culpa también es de Rajoy.

Este martes, Casado reunirá a sus barones en Génova. Será su primera comparecencia después de la noche electoral, donde las caras eran muy largas. Tienen muy poco margen para repensar la estrategia a menos de un mes del 26-A.