Los cuarteles electorales están que hierven estos días. El domingo 26 de mayo será una macro jornada electoral. Habrá municipales y europeas. Y también autonómicas en trece comunidades, en todas salvo Catalunya, el País Vasco, Galicia y Andalucía. La última vez que coincidieron todos estos comicios fue hace veinte años.

¿Qué se juega cada partido y cómo se arman para la cita? ¿Qué expectativas y estrategias tienen de cara a la conquista territorial? 

Hace cuatro años, la participación en las municipales subió tres puntos, hasta el 58,5%. En cifras absolutas, 3,1 millones de votantes y 2,2 de abstencionistas. Todavía existía CiU y los comunes eran unos recient nacidos. La federación nacionalista ganó con comodidad las elecciones en Catalunya. Fruto de aquellos resultados, hoy gobierna en casi la mitad de municipios catalanes, 439. Fue, sin embargo, una victoria amarga, porque los convergentes perdieron más de 100.000 votos y la joya de la corona, Barcelona. Colau alcanzó la alcaldía contra sus propios pronósticos.

2015 fue el año en que el cinturón rojo empezaba a desteñirse, el del renacimiento de Esquerra y la irrupción de la CUP. Y también el año en que Carles Puigdemont revalidaba la alcaldía de Girona, incapaz de imaginar que al cabo de pocos meses le sonaría el teléfono y la vida le daría un vuelco.

De CiU a JxCat

Sólo cinco días después de la constitución de los ayuntamientos, en junio de 2015, se consumó el divorcio de Convergència y Unió. Los dos partidos habían convenido soportarse hasta después de los comicios para evitar un revolcón. Y cumplieron la misión. A pesar de perder 110.000 votos, salvaron los muebles, con 346 mayorías absolutas y 3.333 concejales. Aquellos resultados se traducen hoy en más de 400 alcaldías y el liderazgo de las cuatro diputaciones.

Ahora, con Convergència y con Unión liquidadas, el PDeCAT apuesta por la fórmula JxCat. Es el partido que presentará más candidaturas, unas 900. Estará, por lo tanto, en la inmensa mayoría de municipios.

En Barcelona los neoconvergentes han asumido que tendrán que batirse con Esquerra en las urnas -los republicanos ya han dicho del derecho y del revés que de candidatura unitaria ni hablar. Confían en que el tándem Forn-Artadi será revulsivo, adelantan en privado que entrarán en el cuerpo a cuerpo con ERC y sospechan de un pacto secreto entre Ernest Maragall y Colau para gobernar juntos la capital catalana.

Más allá del ambicioso reto de hacerse con las riendas de Barcelona, los objetivos pasan por apuntalarse como primera fuerza en Catalunya, conservar las diputaciones y las capitales de comarca y probar el asalto en ciudades importantes como Lleida (del PSC) y Berga (en manos de la CUP).

ERC, de pesca en el calador metropolitano

Los republicanos presentarán este año el máximo número de listas de su historia, más de 700. Ahora hace cuatro años duplicaron votos. Y alcaldías. Actualmente tienen 267. Las esperanzas las concentran en seguir haciendo mella en el área metropolitana, una de las obsesiones de Oriol Junqueras.

Hace muchos años que en ERC trabajan para pescar en este calador, a costa del PSC y de la vieja Iniciativa. Es por lo tanto una estrategia a largo plazo, que se ha evidenciado con el fichaje de figuras como Gabriel Rufian y las alianzas con plataformas como Súmate y que pone el foco en reforzar la agenda social. La fórmula pasa por poner en valor su ADN de izquierdas. Un buen ejemplo es la candidatura unitaria que ultiman los republicanos con Guanyem en la cuarta ciudad de Catalunya, Badalona.

El resultado de las últimas elecciones les dan confianza. En 2015 empezaron a poner las bases del asalto metropolitano y en 2017 se convirtieron ya en segunda fuerza. Aspiran a alcanzar las 300 alcaldías y ganar en los municipios mayores, los de más de 25.000 habitantes. Ahora mismo sólo tienen tres de estas dimensiones: Sant Vicenç dels Horts, Salt y Cambrils.

El PSC, a repintar el cinturón

Como ya es tradición los últimos años, a los socialistas les tocará centrarse en contener las fugas de voto a izquierda y derecha. Evitar que el lila, el naranja e incluso el amarillo sigan expandiéndose por la corona metropolitana.

Ahora mismo tienen 123 alcaldías. La última, la de Badalona, donde hace poco más de medio año ganaron una moción de censura gracias al PP y Cs. Gobiernan con sólo 3 concejales de 27, pero ha sido la manera de ganar visibilidad a las puertas de las elecciones.

Los socialistas ya no son hegemónicos en el cinturón. En las últimas municipales perdieron las mayorías absolutas en sus principales bastiones -sólo resistieron Granollers y Santa Coloma de Gramenet. Desde entonces, el PSC ha ido viendo como Cs y los comunes les pasaban la mano por la cara en sus feudos históricos: Cornellà, Viladecans, l'Hospitalet, Gavà, Esplugues o Mollet. Cuando ha habido elecciones generales (20-D y 26-J), los socialistas han perdido peso a costa de los comunes. Cuando los comicios han sido autonómicos (27-S y 21-D), la polarización de los discursos en relación a la independencia les ha hecho pinchar en beneficio de Cs.

Sin duda, el proceso ha pasado factura al PSC. Hay muchos ejemplos. Uno de los más mediáticos fue la expulsión del gobierno de Colau, a raíz del apoyo de los socialistas al 155. Este alineamiento con Rajoy y Rivera llevó al alcalde de Terrassa, uno de los hombres fuertes del PSC en el territorio, a romper el carné y dejar la alcaldía. Ahora se presentará en solitario.

Los comunes, conservar Barcelona i minimizar escisiones

El año 2015 los comunes eran un campo de pruebas. Un experimento que culminó con éxito. El gran trofeo fue la victoria de Colau en Barcelona; contra sus propios pronósticos y por la mínima, 17.000 votos de diferencia con Xavier Trias.

Entonces, arraigaban la campaña en la ilusión del cambio, la entrada de aire fresco a las instituciones y la inercia del 15-M. 

El espacio que lidera Colau ha ido mutando y enredándose, y eso se acentuó con la renuncia de Xavier Domènech. La teoría dice que hay un partido madre que es Catalunya en Comú, donde están subsumidos ICV, Podemos, Barcelona en Comú y EUiA. Pero la realidad es que cada una de estas formaciones se resisten a quedar diluidas dentro de una sola marca y es a nivel local donde esta lucha fratricida se hace más evidente.

Catalunya en Comú trabaja con la idea de presentar unas 200 candidaturas oficiales y con la confianza de que revalidarán el triunfo de Colau en Barcelona. Entre los planes, seducir al socialista desencantado, una fórmula que les ha resultado solvente en anteriores citas electorales. 

Entre los riesgos, que como les ha pasado a tantos otros partidos antes, el procés acabe por desmenuzarles. A lo largo del territorio, las escisiones se reproducen como setas. El corriente soberanista de los comunes se ha plantado en varios municipios. En ciudades importantes como Badalona, Girona, Manresa, Vilanova i la Geltrú o Sant Boi se desmarcarán de la candidatura oficialista y optarán por hacer lista conjunta con la CUP.

Las Candidaturas de Unidad Popular

Aunque formalmente la CUP no empezó a desplegar su proyecto nacional hasta el año 2009, ya hacía años que funcionaba como coordinadora de colectivos locales con la misión de construir candidaturas de unidad popular. Desde desde entonces, no han dejado de crecer.

En el 2015 protagonizaron una auténtica explosión territorial: triplicaron los resultados obtenidos cuatro años antes. Actualmente la CUP gobierna a una treintena de municipios catalanes. Las alcaldías más potentes son las de Sabadell y Berga, las dos ciudades más pobladas a manos de los anticapitalistas. En Sabadell, se han partido la alcaldía con ERC. El tramo final del mandato le ha tocado a la CUP.

De cara a este 26 de mayo, la CUP calcula que tendrá papeletas en unos 200 municipios. Y ahí donde estén, intentarán ser el paraguas que albergue plataformas diversas y alternativas.

El único alcalde del PP se jubila

Los populares se hundieron en el año 2015. Perdieron más de 120.00 votos y se quedaron con la mitad de concejales. De los 525 municipios donde presentaron candidatura, sólo obtuvieron representación en 153, es decir, menos de un tercio.

El PP sólo consiguió una alcaldía, la de Pontons, un pueblo de 450 habitantes ubicado en el Alt Penedès. Lluís Caldentey era el alcalde desde hace veinte años, hasta que hace un par de meses se jubiló.

Los populares ganaron holgadamente las elecciones en Castelldefels y Badalona, pero el resto de partidos se agruparon para dejarles en la oposición. Xavier Garcia Albiol no ha digerido nunca aquel pacto que él bautizó como "de perdedores", Tanto es así que ha dejado la presidencia del partido en Catalunya y el escaño de diputado en el Parlamento para centrarse en recuperar la alcaldía. Y Génova deposita en él todas sus esperanzas. Pablo Casado, ya ha acompañado a Albiol a hacer campaña por las calles de la ciudad.

Cs busca el sorpasso al PSC en el cinturón

Tienen sólo 176 concejales de los más de 9.000 que hay por todo Catalunya. Como ya vienen haciendo las últimas veces que ha habido elecciones, intentarán seguir absorbiendo al votante socialista. E invertirán los esfuerzos en el área metropolitana.

El pasado 21-D, los de Rivera y Arrimadas arrasaron en la mayoría de los 36 municipios que conforman este espacio -en el cual residen más de 3,2 millones de personas. Hicieron el sorpasso a los socialistas en baluartes tan estratégicos como l'Hospitalet, Sant Adrià de Besós, Cornellà, Santa Coloma de Gramenet o Esplugues. La polarización del debate político en torno al proceso les beneficia.

Caso aparte es lo que ha pasado en Barcelona. La marca Cs no aparecerá en ningún sitio, ya que ha quedado diluida dentro de la candidatura de Manuel Valls. Querían que fuera su candidato en exclusiva, pero él ha preferido construir una plataforma más amplia.

Este año, doblarán el número de candidaturas respecto a las municipales de 2015. Entonces presentaron 90, ahora serán unas 180.

Primarias a una cincuentena de municipios

Aunque el más mediático es el caso de Barcelona con Jordi Graupera, hay unos cincuenta municipios más que impulsan primarias entre candidatos independentistas, con el apoyo de la ANC y de Demócratas. A diferencia de lo que ha pasado en la capital catalana, donde el grueso de los partidos independentistas se han desmarcado, en el resto del territorio la cosa cambia. En L'Hospitalet, por ejemplo, el ganador de las primarias es el candidato del PDeCAT. Según fuentes consultadas de Primàries Catalunya, se ven especialmente fuertes en Reus, El Vendrell y Lleida.

Quedan tres meses para el pistoletazo de salida, pero el ambiente ya huele a campaña, envenena discursos y condiciona y pervierte acuerdos y negociaciones.