Son las once de la mañana y Rosario, de 94 años, espera sentada en el hall del Ayuntamiento. No espera al alcalde, ni a ningún concejal. Espera que la atienda la médico, que viene al pueblo los martes y los jueves. La alternativa es coger el único bus que pasa por allí una vez a la semana, los martes, el que lleva a Aranda de Duero, donde está el hospital más próximo. Un camión a golpes de bocina interrumpe la conversación. "¡Un momento! Que le diré que me espere", se excusa. Es el frutero, y también pasa una vez a la semana, también los martes.

Villaverde de Montejo, en la provincia de Segovia (Castilla y León), tiene censados 27 habitantes. Pero vivir, vivir, de forma permanente, no pasan de una docena. Tiene un parque infantil pero ni siquiera vive ahí ya ningún niño desde hace mucho tiempo (el residente más joven tiene 58 años). Se llega después de ocho kilómetros de una carretera desértica, de muchas curvas y un solo carril. Forma parte de la llamada España vacía —o "vaciada" según muchos vecinos—, que en estas elecciones generales ha conseguido hacerse un hueco durante la campaña. Forma parte, en definitiva, de la "Laponia española".

Fueron catedráticos de la Universidad de Zaragoza los que bautizaron la Serranía Celtibérica con este nombre. Su densidad media es de poco más de siete habitantes por kilómetro cuadrado. La misma que Laponia. En algunos puntos, como los Montes Universales, llegan a 0,98 por kilómetro cuadrado. La Serranía Celtibérica concentra municipios de diez provincias y cinco comunidades autónomas. Es una mancha enorme de despoblación en la España interior.

Villaverde está en la comarca del nordeste. Tiene 118 núcleos de población y es una cuarta parte del territorio de Segovia. Pero sólo viven 12.000 personas, que equivale a una densidad de 6,5 habitantes por kilómetro cuadrado. Peor que Laponia española.

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A Rosario le hace gracia la expresión. No ha estado nunca en Finlandia —de hecho apenas ha salido de España—, pero se la imagina distinta. Lo que sí que constata es que están "un poco" abandonados. "Por eso hicimos la gran manifestación de Madrid", dice en referencia a la marcha del pasado 30 de marzo en la capital española.

Hoy quería ir a comprar cuatro cosas a Aranda de Duero, pero, como ha tenido que ir al médico, tendrá que esperar a la semana que viene. "Antes había dos coches de línea, los martes y los sábados. Ahora sólo los martes", lamenta. No tiene transporte privado que le permita salir del pueblo por su cuenta. "Miran mucho hacia Catalunya, y ya hacen bien, pero después a los pueblos pequeños... Nada de nada", admite.

La Serranía Celtibérica es conocida como la "Laponia española" por su baja densidad de población

No sabe por quién votará el 28-A. Dice que todavía está indecisa entre varios partidos. Sí que critica, pero con la voz muy baja, es que "el que hay ahora, el Pedro Sánchez, ha hecho muchas pifias". Trata de no subir mucho la voz seguramente porque en aquella sala está Andrés, concejal en Villaverde por el PSOE. También hay un joven de la localidad vecina de Villalvilla de Montejo, a cuatro kilómetros de allí, donde directamente ni hay médico. Hay años durante los cuales ni siquiera ha tenido población estable.

A Andrés, que nos abre las puertas de la asociación cultural del municipio (antes era la escuela), le dan igual las críticas a Pedro Sánchez. Las puede llegar a entender. Si está con el PSOE es para presentarse con una estructura de partido detrás. "Tampoco soluciona gran cosa, pero al menos te dan información", explica. "Es que no puede hacer nada, ni Sánchez ni nadie", se ve obligado a admitir. Están condenados al olvido.

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"Imagínate que Sánchez o quien sea llega mañana al gobierno de España y en los presupuestos del Estado saca partidas de las grandes ciudades para darlas al mundo rural. ¿Qué pasaría?", se pregunta el concejal socialista. Él mismo da la respuesta: "Que no duraría nada". Tiene muy claro cuál es el origen de todo: "Nosotros no ponemos y quitamos gobiernos; las ciudades, sí".

Los problemas que tienen que sufrir son muchos y muy diversos, empezando por las comunicaciones. En gran parte del pueblo no hay ni siquiera cobertura móvil. "Cuando tengo que hablar, ¡la mayoría de veces me tengo que ir a la iglesia! Eso cuando puedo conectar. Si no, me fastidio", relata Andrés. Lo mismo pasa con la sanidad. "Para la atención primaria está bien, pero cuando empiezas a necesitar especialistas todo se complica", señala.

"Se trata de decirle a la gente de la ciudad que el mundo rural también tiene derechos. Es una cuestión de solidaridad, tanto que hablamos ahora de quién es patriota y quién no"

"Es triste decirlo, pero en un país no puedes consentir que haya ciudadanos de primera y de segunda", denuncia el político local, que sigue: "Se trata de decirle a la gente de la ciudad que el mundo rural también tiene derechos. Y si tiene que esperar dos minutos más el metro... ¡Pues que espere!". Y lo liga con la efervescencia españolista: "Es una cuestión de solidaridad, tanto que hablamos ahora de quién es patriota y quién no".

La realidad es que la circunscripción de Segovia, con tres diputados, siempre ha estado decantada hacia la derecha. En todas las elecciones generales democráticas, dos escaños han ido hacia el PP (o hacia UCD) y uno hacia el PSOE. "Vox le puede hacer mucho daño al PP en zonas como esta. Las cantidades para obtener representación están contadas", afirma Andrés. El último CIS antes de la campaña quitaba uno al PP que iba a Cs. Pero las cosas pueden estar muy apretadas y el partido de Santiago Abascal podría arañarlo.

"Si fuéramos catalanes seguramente nos harían más caso. El problema es que Catalunya les da votos; nosotros no", critica el concejal del PSOE. Da la casualidad que Andrés ha vivido durante muchos años en Barcelona, y sabe lo que hay. Es muy pesimista: "Ojalá me equivoque, pero yo aquí no veo futuro".

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Pueblo en venta

Una empresa inmobiliaria barcelonesa tiene publicado en su página web un anuncio singular: casi todo un pueblo de Segovia en venta. Se trata de Barahona de Fresno, a los pies de las sierras de Ayllón y Somosierra. Por poco más de dos millones de euros, diez construcciones en buen estado y diez más que se tienen que reformar por completo (algunas totalmente en ruinas) La oferta fue publicada ahora hace un año, pero la ganga parece que no ha acabado encontrando comprador.

En Barahona de Fresno ya no vive nadie de forma permanente. Se estima que en España hay más de 3.000 pueblos abandonados, a los que hay que sumar los que están prácticamente deshabitados. En este caso, hay sobre todo segundas residencias de gente que viene de la capital, que se encuentra a una hora y media en coche. Tiene que pasar media hora larga por poder encontrar a alguien con quién hablar, para encontrar indicios de vida, como si fuera un planeta lejano. No hay absolutamente nadie en la calle.

Es Ernesto, de 57 años, que sale a arreglar su jardín. Está podando. Él mismo tampoco vive aquí, aunque es originario. Pero trata de venir todos los fines de semana desde Madrid. "Sin domingueros, no queda nadie. Cero", lamenta. Explica que, hasta el año pasado, había un par de familias. Ahora ya no queda nadie. "¿España vacía? ¡No! ¡España vaciada!", exclama. Él no fue a la manifestación de la capital, justamente "para llenarla, no para vaciarla".

Se oyen unos cerdos que gruñen. El ruido viene de una nave próxima, en la única plaza del pueblo, la de la Constitución. Es el único ganado que queda en el municipio. Es del hermano de Ernesto, que es el único que viene casi cada día a Barahona de Fresno. Pero tampoco duerme aquí. Ya hace tiempo que se ha mudado a Riaza, de 2.000 habitantes, a 22 minutos en coche. Por una cuestión de tener algún servicio de más.

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En estos pueblos directamente no hay ni carteles ni banderolas electorales. Tampoco hay mucho farolas donde colgarlas, pero no es este el caso. A duras penas se ven políticos. "No nos los creemos, ni a los que se llenan la boca ahora de la España vacía ni a ningún otro", asegura Ernesto, que sigue: "Ahora que estamos en tiempo de elecciones te dicen y te prometen muchas cosas. Pero de aquí a que lo hagan...".

Si no fuera por las subvenciones que reciben, añade, ni siquiera podrían vivir de la agricultura y la ganadería, "no habría nada que rascar". El motivo es que "los precios están tirados", justifica. La cebada está al mismo precio que hace 30 años. Por un cordero también se pagaba lo mismo que se paga hoy".

"Catalanes y vascos tienen problemas, alzan la voz y les dan carreteras, sanidad... En Cambio, como Castilla no ha protestado jamás por nada, pues nos han abandonado"

Se sienten absolutamente discriminados. "A la hora de los impuestos, te cobran lo mismo que si vivieras en Madrid. Pero a la hora de los servicios... Nada de nada", denuncia. Pone el ejemplo de la carretera que lleva al pueblo desde la autovía, que "la hicieron hace cuarenta años y desde entonces ni la han vuelto a tocar". Sólo han arreglado baches "y para de contar". El estado de la vía es deplorable.

"Una cosa está clara: Catalunya y el País Vasco son los que siempre han estado dando más por saco... Y cuanta más guerra le das al gobierno, más caso te hace", sostiene a Ernesto. "Ahí tienen problemas, alzan la voz y les dan carreteras, sanidad...", añade. Y lo compara con municipios como el suyo: "En cambio, como Castilla no ha protestado jamás por nada, pues la han abandonado".

Ernesto contempla las casas en ruinas que hay a su alrededor, y que nadie se ha molestado en reconstruir, y se encoge de hombros. Tampoco es optimista con el porvenir: "Aquí el futuro es imposible".

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"Sólo vienen a hacerse la foto"

Después de que las protestas de la España vacía situaran el problema en el centro del debate, Albert Rivera quiso guiñarles el ojo. Su apertura de campaña no fue en Madrid ni en ninguna gran ciudad, sino en el municipio de Pedraza, en Segovia. Desde allí dio el pistoletazo de salida, y su imagen llegó a la capital a través de un holograma. Después, en más de una semana de campaña, no ha vuelto a pasar para la España vacía.

Cuesta encontrar vecinos del pueblo, en Pedraza. Con poco menos de 100 habitantes permanentes, es una bonita villa medieval, amurallada, cuidadosamente mantenida por grandes empresas como Gas Natural o Telefónica. Está declarada como Conjunto Histórico español. Es un pueblo de turistas sobre todo, a sólo hora y media de Madrid. Y un pueblo de famosos, como la chef Samantha Vallejo-Nájera, la cantante Paulina Rubio o el mismo Albert Rivera, que asegura ir regularmente.

En la misma plaza mayor de Pedraza, donde Rivera hizo su actuación telemática, está Julián, de 74 años. Está sentado en la barra del bar. Él sí que es vecino del municipio. "El otro día vino el Rivera aquí, donde nos encontramos ahora", recuerda. Fue testigo de ello en primera persona: "Vino aquí con dos autobuses para hacer una cosa virtual, un holograma o no sé qué leches, se hizo la foto y se marchó".

De Rivera al menos valora que no sea la primera vez que pisa el pueblo, sino que viniera hace dos años con "cinco o seis compañeros" del partido. Pero, por el resto, se sienten olvidados por los políticos. "Hoy ha venido una furgoneta del PSOE, con los altavoces puestos. La he visto entrar y a los cinco minutos salir", relata.

—Sólo se acuerdan de vosotros en campaña?

—Sí... ¡Y ni eso!

rivera holograma cs

Julián explica las dificultades de vivir en Pedraza, incluso siendo un núcleo de población mayor. "Yo vivo entre Madrid y aquí. En Madrid me da un meneo y llega el SAMUR en tres minutos. Aquí, me muero de asco. Cuando llegue la ambulancia, ya no la necesito", denuncia. Pone otro ejemplo. Señala con el dedo hacia el otro lado de la plaza: "¿Ves aquella puerta de la izquierda, la oscura? Allí hubo durante cien años una farmacia. Hace dos años se jubiló. Ahora viene una señora de una farmacia a siete kilómetros dos días dos horas".

"Aquí tenemos una politiquilla que se ha hecho famosa ahora a nivel nacional... la del pucherazo", señala Julián. Hace referencia a la fichaje estrella de Rivera, Silvia Clemente, expresidenta de las Cortes de Castilla y León por el PP. Y protagonista del famoso pucherazo de las primarias de Ciudadanos. "Pues como ella nació aquí, ha barrido hacia casa, y alguna cosa hemos conseguido", sigue explicando.

"Pero si ahora resulta que no tenemos un político más en 50 años, ¿qué pasa?", se pregunta. "Pues que nadie se acuerda de nosotros", responde él mismo.

El contraste entre Pedraza, con más de un centenar de coches de turistas aparcados, y Galíndez, a sólo doce minutos en coche, es más que evidente. En sus calles no hay nadie. Sólo hay un coche y un tractor aparcados. Tiene seis habitantes censados y uno que viva de forma permanente. Hay varios carteles de "se vende". El único ruido que interrumpe la calma es el de un caballo que relincha en su establo. Allí no han visto pasar ni a Albert Rivera ni a ningún líder político. Y eso que el frío no es comparable al de Laponia.