"Catalunya no se merece que la respuesta a la sentencia sea una victoria del PSC". Con este mensaje cerraba el viernes la campaña a Esquerra Republicana, en un mitin en Terrassa en el que se presentó como el voto útil del independentismo. Una treintena de kilómetros más allá, en el recinto de la Feria de Barcelona, los socialistas, con Pedro Sánchez como cabeza de cartel, pedían votarlos "masivamente" para evitar "la división y el odio" de las derechas y el independentismo, poniéndolos a todos en el mismo saco.

Los dos partido compiten por el primer lugar a Catalunya. Las encuestas de los últimos días, igual que las del 28-A, pronostican que se pisan de nuevo los tacones. En abril finalmente fueron los de Oriol Junqueras los que se impusieron en la pugna por 57.000 votos y hasta tres escaños. El contexto de esta repetición electoral, sin embargo, aunque no hace ni medio años de la anterior convocatoria, es diferente. Si los anteriores comicios venían claramente marcados por el fantasma de la triple alianza de derechas, el compás de este domingo lo marca la sentencia en el procés.

No es, sin embargo, la única novedad respecto de hace seis meses. En los colegios electorales hay esta vez una nueva papeleta para escoger, la de la CUP. Los 'cupaires' han decidido romper con su tradición de boicotear las elecciones españolas y concurrir en las elecciones, lo que permitirá que el independentismo, con todos sus colores y matices, se pueda volver a contar en las urnas y hacerlo en un momento especialmente trascendental como es la post-sentencia.

Debate candidatos elecciones generales 10-N - Sergi AlcàzarFoto: Sergi Alcàzar

La noche electoral, sin embargo, empezará con muchas preguntas que tendrán que ir resolviéndose a lo largo de la noche, no sin angustia y nervios en más de una sede electoral.

El independentismo, ¿demostración de fuerza o fragmentación?

Los tres partidos independentistas persiguen hacer una demostración de fuerza en las urnas, materializando en votos toda la indignación por la condena a los líderes del procés que hace semanas que se respira en las calles de Catalunya. Sin embargo, lo hacen claramente divididos, después de una campaña llena de reproches, especialmente lanzados por JxCat y la CUP, con una ERC que se ha puesto de perfil ante las críticas que la acusaban de haberse abstenido a la investidura de Pedro Sánchez "a cambio de nada", y que ha preferido apuntar hacia su rival por el primer lugar: el PSC.

El abril pasado, los republicanos ganaron por primera vez unas elecciones generales a Catalunya, hasta entonces muy marcadas por el voto dual, y recogieron hasta 15 escaños, que sumados a los 7 de JxCat, dio al independentismo 22 de los 48 escaños posibles. Con la llegada de la CUP, habrá que ver si la fragmentación del voto independentista pasa factura en el reparto de escaños o si, por el contrario, la diversidad de papeletas y el crecimiento de la indignación por los hasta 13 años de prisión para los líderes del procés, ayudan a ampliar la base del movimiento.

El PSC, ¿quien paga los platos rotos de Sánchez?

En el otra lado, el PSC empezaba la campaña con el objetivo de destronar a ERC como primera fuerza, título que no consiguen desde 2008, a base de pedir la acumulación del voto socialista para evitar un nuevo escenario de bloqueo, jugando con fuerza la carta Pedro Sánchez, y aprovechándose de la derrota de Cs. Los errores de cálculo del líder español, sin embargo, hacen peligrar su jugada maestra de repetición electoral y amenazan con hacer tambalearse al PSC.

pedro sanchez barcelona sergi alcazarFoto: Sergi Alcàzar

Sánchez ha hecho una de las campañas más dura con el independentismo, comprando parte del discurso de la derecha, y ha pasado de venderse como el garante del diálogo y la concordia, a amenazar con penalizar la convocatoria de referéndums, de "traer Puigdemont a España" y de ir contra la escuela catalana y TV3, además de estar dispuesto a aplicar uno nuevo 155.

Una estrategia que podría haber beneficiado al PSOE a nivel español –cosa que de momento no está del todo clara, porque los análisis demoscópicos señalan que los votos que pierde Cs no van a él sino a PP y Vox–, pero que además puede acabar perjudicando a los socialistas catalanes. Ganar por el flanco derecho pero perder por la izquierda y federalista podría pasarles factura y acabar beneficiado los comunes, que han ido mejorando las expectativas a medida que ha ido pasando la campaña.

Ciudadanos, ¿tocado y hundido?

Habrá muchas preguntas, pero la caída libre de los de Albert Rivera parece ya un hecho. De momento sólo en encuestas, pero todo apunta que las urnas lo acabarán de corroborar. Una derrota que habrá que ver hasta qué punto afecta al partido en Catalunya y hacia qué partidos se trasladan sus electores aquí, que en el resto Estado ya parece claro que capitalizarán populares y la ultraderechista Vox. El partido naranja consiguió en las pasadas elecciones cinco diputados y quedó relegado a la quinta posición, un escenario muy diferente del 21-D, cuando fueron el primer partido de Catalunya. El último CIS todavía los hunde más y les da tan sólo dos escaños este domingo.

Debate candidatos elecciones 10-N Cayetana Alvarez de Toledo Ines Arrimadas Ignacio Garriga - Sergi AlcàzarFoto: Sergi Alcàzar

El fracaso de Cs podría beneficiar en Catalunya principalmente al PP, que podría pasar de uno a dos escaños respecto del 28-A o incluso tres, y Vox, que podría mantener al representante de los anteriores comicios. Los dos, sin embargo, se espera que sean los grandes beneficiados de la noche a escala estatal. A todo eso, habrá que ver qué papel tiene la abstención, teniendo en cuenta que se trata de una repetición electoral y que la anterior vez que se dio esta circunstancia, en 2016, más de un millón de personas se quedaron en casa, casi 300.000 en el caso de Catalunya.