Las ideologías de extrema derecha suelen sustentarse en teorías de la conspiración que mantienen un cierto equilibrio entre aparentar ser científicamente rigurosas y existir en la vaguedad más nebulosa. Cualidades con las cuales los líderes de estos movimientos buscan hacer más eficiente su propaganda, infectando el razonamiento lógico y las emociones del electorado. La más sonada recientemente en Europa y Norteamérica, pero que en realidad no es nada de nuevo, es la del 'gran reemplazo' o 'gran sustitución', de origen francés y fuertemente vinculada a la islamofobia. Se trata de uno de los pilares del supremacismo más extremo, según el cual las personas de raza no blanca, y más concretamente las 'élites' árabes, bereberes, levantinas, norteafricanas y subsaharianas, se habrían conjurado en un plan para reemplazar a la población europea con miembros de su etnia hasta que sean minoría.

Entre los diseminadores de esta teoría, aunque a menudo lo hagan de manera encubierta, destacan personalidades como Éric Zemmour, Marine Le Pen, Viktor Orbán, o Santiago Abascal, así como sus seguidores en las redes sociales y en las manifestaciones ultraderechistas. A menudo, la teoría se usa como argumento para defender la identidad propia, el nacionalismo europeo y cristiano, contra el 'genocidio blanco'. Aunque la idea puede parecer alocada para el lector medio, a la práctica se infiltra entre los discursos de la derecha para justificar medidas que oímos diariamente, como la fortificación de las fronteras. Con el tiempo, estas retóricas se normalizan y se solidifican, y las acaban adoptando incluso las formaciones a más moderadas. Más allá del racismo cotidiano, la teoría del 'gran reemplazo' ha acabado en tragedia varias veces, cuando ha motivado ataques de terrorismo doméstico por parte de supremacistas, como el de Christchurch (Nueva Zelanda) o el de Buffalo (Estados Unidos), más recientemente.

Vox y el 'gran reemplazo'

Vox no ha tenido miramientos a la hora de introducir teorías de la conspiración como el 'globalismo' en la política mainstream. Teorías que, como casi todas, acaban derivando en antisemitismo. En el caso del 'gran reemplazo', sin embargo, el objeto de odio suele ser la comunidad norteafricana, mayoritariamente musulmana, que se ha establecido en el viejo continente en las últimas décadas. La respuesta de los movimientos reaccionarios como Vox a este cambio demográfico ha sido la de querer proteger la 'identidad europea', sus valores y religión, y también su raza. La otra cara de la moneda es culpar al otro de todos los males que padece el país. Para ilustrar su discurso de odio, aquellos que creen en la sustitución suelen mencionar datos demográficos-- a menudo sacadas de contexto-- en un tono alarmante, enmarcando los procesos migratorios como una amenaza que nos afecta personalmente, pero que también pone en peligro la idea que tenemos de nosotros mismos, algo mucho más difícil de definir. Es por eso que cuando se hace un llamamiento a proteger una supuesta 'identidad europea' en un continente que históricamente ha sido marcado por los flujos migratorios y que es tan diverso en sí mismo, en realidad se hace un llamamiento a algo extremadamente inconcreto, pero también más efectivo en términos de apelar a las emociones de la población. Vox lo hace de manera muy efectiva (y enmascarada) en su campaña para las autonómicas andaluzas.