Repasar las portadas de la prensa impresa de Madrid es como volver a ver la cuarta temporada de Peaky Blinders, esa serie de mafiosos británicos –la familia Shelby- que emite la BBC. Los miembros del clan, divididos y fastidiados, se alian a la fuerza para protegerse de un enemigo común aparentemente invencible, Luca Changretta, un capo de la mafia de Nueva York que llega para vengar el asesinato de su padre a manos de los Shelby. En uno de los episodios, Changretta encuentra al jefe de la banda rival, Tom Shelby, y le anuncia que los liquidará a todos uno por uno y que el último será él, en Tom.

Ahora mismo, en la política española, la gente del PP no actúan más que como pistoleros, como ejecutores. Los blancos se los presenta cada día la prensa antigubernamental en sus portadas. Los pistoleros de Pablo Casado acuden al Congreso, al Senado, donde sea, y van acabando uno por uno con el clan de Pedro Sánchez. Màxim Huerta cayó casi solo. Carmen Montón, fusilada en el paredón de los másteres. Ahora es el turno de la ministra de Justicia, Dolores Delgado.

Ella sola se ha metido en el charco. Se la cargarán –y quizás al gobierno del PSOE– por una comida de 2009 en la que se sentaba al lado del juez Baltasar Garzón (inhabilitado) y cuatro comisarios: uno ya está muerto, dos están imputados por corrupción, y el último es el perla José Villarejo, en prisión provisional por blanqueo de capitales, cohecho, organización criminal y delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros. Villarejo es el de las grabaciones de Corinna, quien destapó la Operación Catalunya, el mentor del Pequeño Nicolás... El mismo que, en aquella comida, pregunta a Delgado: "Lola, ¿vino o cerveza?".

El tiroteo seguirá mañana. Atención, sin embargo, a las pistas que dejan las portadas de este miércoles. La ministra Delgado sale en las fotos abrazándose con el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. ¿Es él el siguiente de la lista?

Otra pista: de Ciudadanos, ni mu, aunque en el último sondeo del CIS duplican su número de diputados. Aunque este martes han propuesto eliminar cualquier otra lengua que no sea el castellano, de la función pública, asunto que, en condiciones normales, tendría que excitar a estos diarios.

Derribar al gobierno de Sánchez caiga quien caiga. Eso es todo. El resto –Manuel Valls incluido (otro que también trata de evadirse de Ciudadanos)– es pura decoración.

Entretanto, en un universo paralelo...

EP

El País abre portada explicando que el gobierno de Rajoy vendió, en secreto, bombas en Arabia Saudí por 9,2 millones de euros... bombas que tendrá que reponer inmediatamente a un precio superior... porque estas armas son parte de la imprescindible reserva de guerra del Ejército del Aire. Son tu dinero: se los gastaron diciendo que eran para defenderte y acabarán destripando rebeldes yemeníes que a ti no te hacen ningún daño –de momento. Si querías una definición de escándalo, este caso te encaja perfectamente.

¿Sin embargo, meh, qué son unos cuantos muertos en unas montañas peladas a 5.632 kilómetros lejos? ¿No moleste, no sea aguafiestas, no ve que nos estamos rompiendo un gobierno que pacta con separatistas y populistas?

Una perla

El director de La Vanguardia describe a Manuel Valls este martes: "el hijo pródigo que vuelve a casa después de haber triunfado en la capital de Europa, para dedicar sus mejores años a la ciudad que lo vio nacer". Se le entiende todo.