Todo ha empezado en Murcia y, a priori, no daba para una gran serie de acción política. El guion ha mejorado, sin embargo, en la segunda temporada, ubicada en la Comunidad de Madrid. Desde el tamayazo no se veía nada parecido: la presidenta Isabel Díaz Ayuso convocando elecciones y la Mesa de la Asamblea de Madrid ignorándola y tramitando las mociones de censura registradas posteriormente. En todo caso, más allá cómo acabe esta telenovela, el gobierno de la Comunidad de Madrid ya está roto, con los consejeros de Ciudadanos fuera de la Puerta del Sol. También el de Murcia, que tendrá presidenta de Ciudadanos en coalición con el PSOE. ¿Cómo ha llegado la derecha española hasta la implosión de este miércoles, retransmitida en directo y por streaming?

¿Por qué se ha llegado hasta aquí? Es una suma de varios factores. Por cómo se configuraron estos gobiernos, gracias al apoyo de la extrema derecha de Vox, ya hacía presagiar que no sería fácil. La formación de Santiago Abascal, gracias a su poder de veto parlamentario, ha marcado la agenda de estos gobiernos autonómicos. El mejor ejemplo ha sido el pin parental, que habilitaba a los padres a vetar ciertos contenidos en la educación de sus hijos. Los ultras han sido los que han marcado el paso y, en última instancia, han ayudado a dinamitar estos gobiernos, que acababan teniendo mucho de derecha y poco centro.

Las tensiones, la crisis de convivencia, se ha evidenciado especialmente, en toda su magnitud, en el gobierno de Isabel Díaz Ayuso e Ignacio Aguado. No en balde, la sombra de la moción de censura del PSOE y Ciudadanos ha cernido sobre la Puerta del Sol durante toda la legislatura. Antes de la pandemia, las discrepancias ya se evidenciaban en la Asamblea, con votaciones diferenciadas, desmentidos, acusaciones cruzadas y Ayuso hablando de "dos gobiernos en uno". La gestión del coronavirus sólo ha ayudado a amplificarlas. El último episodio, la semana pasada, cuando Aguado proponía que los vacunados se pudieran mover libremente. El entorno de Ayuso le enmendaba la plana poco después. Al día siguiente, la presidenta madrileña escenificaba el acercamiento a Vox con una fotografía "casual" desayunando con Rocío Monasterio en la cafetería de la Asamblea de Madrid. Las tensiones también también se han producido en otros gobiernos autonómicos, también en Murcia con el escándalo del consejero de Sanidad que se saltó la cola de vacunación.

Justamente la presencia cada vez más relevante de Vox ha hecho saltar las alarmas, especialmente después del sorpasso de los ultras a las elecciones del Parlamento de Catalunya, tanto en el PP como en Ciudadanos. Las direcciones estatales de los dos partidos tomaron nota con sendas derrotas electorales. De aquí que Ciudadanos haya, por fin, dado el paso de reencontrar el centro. Durante el estado de alarma ya ha puesto en escena el acercamiento al PSOE, para salir de la foto de Colón, y ahora quiere volver a compartir gobiernos con los socialistas, como en su momento en Andalucía. Pablo Casado también se encuentra atrapado en su eterno giro en el centro. Tiene un obstáculo importante: su mejor activo hoy, Isabel Díaz Ayuso, rema en contra.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, con el gurú aznarista Miguel Ángel Rodríguez (MAR) detrás, es un verso libre. Eso ha generado no pocos quebraderos de cabeza en barones y dirigentes del PP. Mientras Casado intenta desmarcarse de la extrema derecha, que tanto terreno le ha comido, la dirigente madrileña no le hace feos a Vox; más bien todo lo contrario. Con la pandemia como campo de batalla, Ayuso se ha convertido, de facto, en la jefa de la oposición a las políticas del Gobierno de coalición, a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Actúa con agenda propia y es consciente de que hoy es uno de los principales activos del PP. Uno de los liderazgos de la derecha española con mejor valoración, según sus propias encuestas. Y los que la conocen dicen que es ambiciosa y apunta muy arriba, quien sabe si La Moncloa. MAR ya fue quien llevó a Aznar a la presidencia de España. Y el gran drama de Casado es que él la entronizó; él creó el monstruo.

En esta partida de ajedrez, Pedro Sánchez también ha jugado sus fichas. La división del espacio de la derecha, alimentando la polarización con Vox, era una de las misiones del presidente español para intentar mantenerse en La Moncloa. También el intento de sacar a Ciudadanos de la derecha para poder encontrarse en el centro. La convocatoria electoral madrileña, si se acaba confirmando, podría trastocar todos los planes. Especialmente después de la sonada derrota de la formación de Inés Arrimadas en Catalunya, perdiendo 30 escaños, que no augura buenos presagios para los naranjas en futuras citas en las urnas.

En estos momentos, hay al menos dos gobiernos del PP y Ciudadanos implosionados, los de Murcia y la Comunidad de Madrid. El PSOE también ha presentado una moción de censura en Castilla y León, donde de momento Cs ha cerrado filas con el PP. Y Andalucía de momento tampoco ha registrado movimientos sísmicos. Pero la extrema derecha de Vox ya impugna todos los gobiernos donde estén los de Arrimadas, un socio "no fiable". El único que se encuentra en buen refugio es el del gallego Alberto Núñez Feijoo, para recordatorio a Casado. El serial tan sólo acaba de empezar.