Las portadas de hoy informan con tres puntos de vista diferentes sobre el final —o la media parte, según El Punt Avui— del conflicto de los lazos amarillos.

Por una parte, El Periódico y El País, que lo presentan como una victoria del estado de derecho, el imperio de la ley, etcétera, sobre el presidente Torra, que había osado sostener "un pulso al Estado".

Un segundo grupo es el de El Mundo y ABC, indignados porque les parece que la retirada de los lazos no es más que una engañifa que resultará en una provocación, un pulso o un desafío, etcétera, peores. Es extraño que todavía no lo llamen órdago —quizás sólo es cuestión de esperar.

El tercer grupo se compone de los que prefieren informar de que la recomendación del Síndico de descolgar los símbolos era conocida desde hacía nueve días, según La Vanguardia, o cinco días, según La Razón. (ABC, del grupo de los indignados, dice que son seis días. Qué más da a estas alturas).

EP

EPC

ABC

ME

LR

LV

HOY

AHORA

Por debajo de esta grave cuestión de Estado, va pasando desapercibido el papelón de los agentes de la Guardia Civil que estos días declaran en el Supremo. Veremos mañana cómo se las ingeniarán los diarios del 155 para mantener su silencio de portada sobre el juicio al procés.

De hecho, las informaciones sobre la cosa en páginas interiores llevan unos días tomando un tono como de crónica futbolística entre los equipos de la acusación y la defensa, con el magistrado Marchena en el papel de árbitro. Da la impresión esos periodistas se aburren y han decidido dar un aire más deportivo a lo que ocurre en la sala barroca. Los columnistas hace semanas que no quieren tocar el juicio ni con un palo. Flota en el ambiente de la prensa del 155 un deje de renuncia, como un presagio de que los resultados del juicio no cumplirán con las expectativas y la sentencia no será como colgar la bandera en las ruinas de Berlín en 1945. Quizá gastaron el entusiasmo en los primeros días. Veremos.