Según Google Maps, entre la confluencia de la Avenida Paral·lel con Plaza España -el tramo 1- y la esquina montaña de Gran Vía con la calle Llançà -el 12- hay poco más de 150 metros. Unos trescientos pasos. Es la distancia que hoy ha separado a los socios del Govern de la Generalitat, Junts per Catalunya y ERC, que tras semanas de agitación y mucho ruido han optado por participar de la ya tradicional manifestación de la ANC y Òmnium pero sin mezclarse. Cada uno en su tramo.

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La de este año es ya la octava gran movilización del independentismo, "la más difícil", según palabras de la propia presidenta de la ANC, porque "no sólo no hemos avanzado sino que se retroceden pasos". Tirón de orejas que Paluzié ha hecho a pleno pulmón desde la tarima principal y que a pesar de la lejanía ha llegado a los principales dirigentes políticos, que por primera vez no tenían ningún espacio preferente reservado ni acordonado. De hecho estaban a más de medio kilómetro del escenario. Los escoltas de las autoridades, hoy han sudado más que de costumbre.

Media hora antes del inicio oficial del acto, el president de la Generalitat, Quim Torra, ha llegado a pie al tramo de Paral·lel, donde ya había consellers y diputados de Junts per Catalunya. Según han explicado fuentes de presidencia a ElNacional.cat el motivo por el cual han escogido este espacio es por seguridad, porque quedaba justo delante de la comisaría de Mossos d'Esquadra. Es el mismo tramo que han elegido los miembros de la CUP.

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La plana mayor de ERC ha llegado bastante antes. Los de Junqueras han celebrado una comida de partido en un parque cercano al lugar donde se había convocado la manifestación. Al acabar, Pere Aragonès, Roger Torrent, Marta Vilalta, Sergi Sabrià, Ernest Maragall y compañía se han trasladado al lado de la carpa de los republicanos, en la Gran Vía.

La hora H pasa desapercibida

La convocatoria de este año no preveía ninguna performance a las 17:14, como había sido costumbre los últimos años. Eso ha hecho que, entre conversaciones y selfies la hora H del independentismo haya pasado sin que muchos de los asistentes se dieran cuenta de ello.

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El nuevo formado escogido por los organizadores ha hecho que los actores políticos estuvieran mucho más accesibles a los manifestantes durante la hora y pico que se ha alargado la movilización. En ediciones anteriores, los líderes independentistas ya interactuaban con los asistentes, pero en momentos más puntuales, en la llegada y la salida. Hoy, en cambio, han estado intercambiando opiniones, risas y algún reproche durante mucho más rato.

Superada la Diada, el gran escollo para el independentismo llegará dentro de pocas semanas, con la sentencia del Tribunal Supremo contra los líderes del procés y a la cual los socios de Govern no han encontrado aún la fórmula compartida con que responder. Más bien todo lo contrario.