La tendencia tribal a dividir el mundo entre ellos y nosotros no es exclusiva de los populistas, de la misma manera que no es muy realista pensar que la apertura de espíritu sea exclusiva de un solo grupo. A los diarios de la derecha madrileña —algunos ya venían inquietos desde ayer— se les ve preocupados en portada por que las reivindicaciones de las mujeres no se les vuelvan en contra de los partidos de su tribu. El Mundo dice que el 8-M no se ha dejado arrastrar por el gobierno español. La Razón acusa al mismo gobierno de volver la festividad de la mujer en contra del PP, de Cs y de Vox, naturalizando, con aquella alegría, el tridente de la súper-derecha, como tres clanes de la misma tribu. ABC, más suave, habla de un "feminismo excluyente" que quería apropiarse de la reivindicación.

El tribalismo partidista de estos diarios ya había profetizado que "la izquierda, el separatismo, el populismo", como lo llaman, aprovecharía el 8-M para castigar a toda cuanta derecha se hace y deshace. Hoy no hacen más que confirmar el relato que habían fabricado, y tanto les da si en la calle se han vivido unas manifestaciones que ríete tú de la de Colón.

ME

ABC

LR

Podían haberse quejado de la parcialidad de algunos discursos, del aguachirri de algunas proclamas, del postureo de muchas y muchos líderes sociales, políticos, económicos. Pero no. Han preferido embadurnarlo todo con mismo partidismo que les enferma. El sectarismo electoral no les deja ver ni la propia sociedad de la que deben hablar. Pasaron el día de ayer como los tres monos del emoji: no ver, no escuchar, no hablar.

No quieren escuchar, ni ver, ni hablar con quienes lo ven diferente, ni entender qué consideraciones —pruebas, razones, argumentos— los sitúan en un punto distinto al suyo. John Stuart Mill, uno de los precursores del liberalismo contemporáneo, explica que reconocer que uno puede estar equivocado es una buena razón para escuchar y tomarse en serio los puntos de vista de quienes lo ven de otro modo, aunque parezcan chocantes o escandalosos, cómo les parecía a los de la foto reconocer el derecho de las mujeres al voto.

La protesta contra las desigualdades que sufren las mujeres fue ayer muy transversal, muy amplia. Eso es lo que se vio en la calle —quizá no tanto en los atriles y en los discursos— y es la vida vivida que hace sufrir a las mujeres día sí y día también. Que estos diarios quieran desnaturalizar con su mirada miope las movilizaciones de ayer no sólo quiere decir que les importa poco la lucha de las mujeres por la igualdad, sino que probablemente les importan poco las mujeres y la igualdad.

LV

EPC

HOY

AHORA

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