Quién más quién menos ha fantaseado con la fiesta que hará el día que se declare el fin del confinamiento. La realidad, sin embargo, es que cuando llegue el momento, no habrá una apertura generalizada, sino que el levantamiento de las restricciones irá llegando en cuentagotas. Por colectivos, por territorios, por sectores. Como está haciendo China. Como prevé hacer Italia. Entre algodones, para evitar un rebote de la pandemia una vez controlada.

Sucumbir al optimismo de las hojas de cálculo, que indican una tendencia a la estabilización de la curva del coronavirus, es el gran riesgo. De hecho, la propia portavoz del Gobierno reconocía este martes que pase lo que pase, la salida de la cuarentena será progresiva y puede tardar más de lo previsto, es decir, alargarse todavía un tiempo después de Semana Santa. Es, al fin y al cabo, lo que ha pasado a China y Italia, que juegan con unas semanas de ventaja con respecto a España y marcan el camino.

Más allá de la opinión de los políticos, los expertos y científicos tienen claro que "esto no se solucionará en dos o tres semanas", sino que "va para largo". Así lo comparte con ElNacional.cat el doctor López-Contreras, jefe de la Unidad de Enfermedades Infecciosas de Sant Pau. No es lo único. En la misma línea se han pronunciado otros profesionales del ramo como el investigador Oriol Mitjà o el epidemiólogo Antoni Trilla.

En cualquier caso, la decisión la acabará tomando la política y lo hará, obviamente escuchando las recomendaciones sanitarias, pero aunando inevitablemente otro factor esencial, la economía. La finalización de las restricciones dependerá del equilibrio entre salud y dinero. Es decir, cuando se evidencie un menor riesgo de colapso del sistema de salud, especialmente de las UCI, empezará a reactivarse la vida laboral. Y la social.

Por grupos de población y por zonas

Los expertos consultados por este diario coinciden en apuntar que cuando empiecen a levantarse las prohibiciones, no podrá movilizarse todo el mundo de golpe. La población más vulnerable -personas mayores, con patologías previas o embarazadas- tendrá que seguir todavía con una actividad más restringida que el resto. Por precaución. Los primeros que podrían activarse pues, son los más jóvenes, si bien el doctor López-Contreras recuerda que también hay jóvenes infectados sin patologías anteriores que lo están pasando mal por el virus. Por eso, apunta que tendría más sentido determinar el levantamiento en función de las necesidades productivas, de la actividad económica.

La otra variable a tener en cuenta, en la línea de lo que se ha hecho en China -con Wuhan y su provincia, Hubei-, es que la relajación escalonada de la cuarentena sea asimétrica territorialmente. Es decir, que se delimiten zonas en función de los casos de coronavirus, ya sea porque tienen muy pocos y se cierran para evitar que entren o porque han acumulado muchos y ya han inmunizado buena parte de la población. Se calcula que un territorio ha alcanzado la "inmunidad de grupo" cuando el 60% de sus miembros se han infectado de un virus.

Un elemento clave para la flexibilización del aislamiento social es la realización masiva de pruebas. Para poder "focalizar el confinamiento" a nivel de municipios o núcleos urbanos, Oriol Mitjà apuesta por la creación de un DNI vírico, sometiendo a todos los ciudadanos a tests rápidos para saber si han pasado o no el Covid-19. En paralelo, propone que se active una geolocalización con teléfonos móviles que de hecho ya está en marcha en China. Para salir de la provincia de Hubei, por ejemplo, hace falta un código QR, que indica con una luz verde o roja el estado de salud del portador. Minimizar riesgos a costa de limitar libertades. 

Bares, cine y viajes: un horizonte lejano

Uno de los sectores que más sufrirán las consecuencias de la pandemia serán los locales de ocio. En China justo han empezado a reabrir algunos restaurantes y lo han hecho bajo unas limitaciones drásticas con respecto al aforo y la distancia obligatoria entre las mesas. Los cines, discotecas y gimnasios siguen cerrados y los actos multitudinarios, prohibidos. El país no deja entrar a turistas y extranjeros.

En Italia no se plantean que los bares puedan empezar a levantar persianas por lo menos hasta mayo. De momento, el país transalpino ha anunciado ya que alarga el confinamiento como mínimo hasta el 13 de abril. Eso sí, Giuseppe Conte ha abierto una pequeña rendija a los más pequeños: podrán salir un rato, bajo control y acompañados de un adulto.

"La vida cambiará, no podremos hacer lo que hacíamos antes", apunta el jefe de Enfermedades Infecciosas de Sant Pau. "Nos tendremos que reinventar", concluye. Si el calor ganará al virus es, ahora mismo más una esperanza que un hecho científico. Con todo, los expertos coinciden en señalarlo como una probabilidad. La luz al final del túnel, pues, llegaría hacia el mes de junio. Todo, pendiente de que la comunidad científica pueda encontrar la vacuna.