El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha pasado a endurecer las medidas para hacer frente al coronavirus de golpe. De entrada, a partir del lunes cierra todas las fronteras hasta nueva orden. El decreto no afecta a los diplomáticos rusos, familiares que se vean obligados a viajar por la muerte de un familiar o los residentes en Kaliningrad.

Por otra parte, desde ahora hasta el 1 de junio, "el trabajo de todos los hoteles, centros turísticos, de vacaciones y campamentos de recreo infantil queda suspendida", tal como ha adelantado el primer ministro ruso, Mikhail Mishustin. A partir de hoy mismo, no se permitirá recibir a ningún huésped ni aceptar reservas y a los que se alojan se los ofrecerá lo que necesiten para pasar el confinamiento, incluidas comidas.

Las instalaciones recreativas públicas de las estaciones y pistas de esquí tampoco abrirán. El gobierno ruso afirma que "estas restricciones son incómodas y desagradables pero no se puede prescindir de medidas preventivas". El gobierno de Putin también se compromete a ayudar en el retorno de todos aquellos rusos que estén fuera de casa a través de los ministerios de Transportes y Asuntos Exteriores.