Noticias de Adrià, el miembro del CDR de Esplugues de Llobregat que está en paradero desconocido desde el pasado 10 de abril cuando la Guardia Civil se presentó en su casa para detenerlo. Este viernes, miembros de su grupo de apoyo han organizado un acto donde han explicado las novedades del caso y han leído una carta del chico. Aseguran que el joven, de 25 años, se ha marchado al extranjero, pero se encuentra bien.

Desde el grupo 'Adri, et volem a casa', han organizado para este domingo a las cinco de la tarde una manifestación delante del Ayuntamiento de Esplugues para protestar por la persecución de los miembros de los CDR. Especialmente, protestarán por las medidas contra Tamara Carrasco, que fue acusada de terrorismo y no puede salir de Viladecans, y la orden de búsqueda y captura contra Adrià.

A continuación, reproducimos la carta entera que han leído amigos y familiares:

Son las seis de la mañana, cuando me despierto sobresaltado por el ruido de un motor, seguramente imaginario. Me acerco a mirar por la ventana. Es la tercera vez esta noche, y el número mil estas últimas tres semanas. Igual que las otras novecientas noventa y nueve veces, no veo ningún coche en la ventana. Sólo en el bosque hay un animal que hace su sonido característico cada vez que oye o ve alguna cosa... o cuando le da la gana. Normalmente grita cuando se acerca un coche, pero a veces lo hace sin motivo. De hecho, es una alarma natural que me mantiene alerta por si tengo que salir corriendo.

Aprovecho para ir a la cocina y bebo un vaso de agua. Mientras vuelvo a la habitación me pregunto cuánto de tiempo tendré que vivir con este miedo. Me tapo otra vez y mi subconsciente me susurra la respuesta. Sé que tiene razón, pero de momento me niego a aceptarla.

Hoy, 8 de junio del 2018, un mes y medio después de haber escrito eso, ya hace 59 días que la policía llamaba a mi puerta y amenazaba con echarla abajo si no la abría. Una vez más la mano que mueve el martillo de la injusticia descansa sobre el fusil del miedo, y el dedo que nos señala desde los despachos espera ansioso el gatillo para hacer añicos nuestros sueños.

El miedo a que sentía entonces ha cambiado.

Ahora tengo miedo a la indiferencia. A que, a pesar de todo, nos quedemos sentados en la silla inmersos en nuestro papel de espectadores; que todavía haya gente que piense que a la policía nos protege; que al ver a cualquiera de nosotros dentro de un furgón policial gire la cara y diga "algo habrá hecho"; que sigamos justificando al opresor, el torturador o el soldado que sólo sigue órdenes; que tu vecino se crea toda la mierda que vomitan los medios, y después la vaya predicando bajo la bandera de la verdad; que dentro de la multitud de funcionarios que intervienen en un proceso judicial, no haya ni uno con el valor suficiente para denunciar la injusticia.

Pero, sobre todo, tengo miedo de que la gente tenga miedo.

Lo que no sabe el opresor es que con su estrategia nos ha llevado hasta al lado del precipicio, que volver atrás no es una opción cuando miras atrás y ves miles de compañeras gritando dispuestas a saltar contigo, y que una vez nos estemos cayendo ya será demasiado tarde para detenernos y entonces se darán cuenta de que nos caemos encima suyo, sin poder reaccionar.

Es con estas compañeras con las que os animo a salir, este domingo, a las 17.00 en el Ayuntamiento de Esplugues, para denunciar la arbitrariedad y la desproporcionalidad de los hechos que se me imputan, y para dejar bien claro que su represión no nos hará callar.