A un mes y pico de los comicios del 21-D, el líder del PDeCAT, Carles Campuzano, pedía al ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, durante la sesión de control en el Congreso "respetar" los resultados, considerando que si ganaban los independentistas, tocaría "sentarse a negociar" sobre los encarcelamientos de los ocho consellers del Govern destituido, dar salida a las demandas del soberanismo y "restaurar" el pleno autogobierno. Zoido, a su vez, le garantizaba que se acataría el resultado, pero le exigía ser consciente de que eran elecciones para representantes al Parlament dentro de la legalidad constitucional.

"¿Están ustedes dispuestos a asumir que las del 21-D son elecciones autonómicas para elegir a los representantes del Parlament dentro de lo que determina la Constitución y el Estatut? ¿Están dispuestos a respetar la ley, la Constitución y el Estatuto de una vez por todas y dejar de comportarse de manera arbitraria e irregular?", le ha increpado Zoido. Este, sin embargo, ha buscado tranquilizar a Campuzano sobre si habría continuidad del 155 posterior a los comicios. El ministro le ha expuesto que aquellos que habrían vulnerado el ordenamiento ya no estaban en el Govern, y la medida había sido por "esa única razón".

El diputado catalán, a su vez, ha acusado al Ejecutivo de negarse a buscar acuerdos políticos, de imponer "la lógica de la confrontación" ante el Tribunal Constitucional, de rechazar todas las vías legales para que los catalanes puedan decidir su futuro, "judicializar" la vida política de Catalunya con querellas penales y permitir que ahora vuelva a haber en España "presos políticos", lo que "hace todavía más difícil la solución política". Campuzano finalmente ha añadido que el 21-D "sería un plebiscito sobre el 155" y tendría que tener consecuencias como la negociación entre la Generalitat y la Moncloa.