Cuando Isabel Díaz Ayuso mueve un dedo no es en vano. Cada vez que da un paso, hay un terremoto las réplicas del cual percuteixen no solo contra el objetivo explícito, aquel que sale eb los titulares. El choque protocolario durante la celebración del Dos de Mayo en Madrid fue una declaración de intenciones para confrontar con el gobierno central a las puertas de la campaña electoral de las elecciones autonómicas del 28 de mayo. Aquel ataque a la vista de todos los focos al ministro de la Presidencia y fiel escudero de Pedro Sánchez, Félix Bolaños, esconde una retahíla de mensajes codificados que impactan contra contrincantes políticos, candidatos rivales, pero al mismo tiempo representa fuego amigo. "Lo que pase aquí resonará en toda España", exclamó como premonición en los actos del día regional, y Madrid es la mejor caja de resonancia.

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El modelo Ayuso, diseñado desde la sala de máquinas por Miguel Ángel Rodríguez, es el de ir al choque, de no rehuir ninguna posibilidad de enfrentamiento, asumiendo los costes. Le gusta y se siente cómoda saltando al cuello de quien se le cruza. En este contexto, la presidenta madrileña, a través de un servicio de protocolo implacable, paró los pies en Bolaños para que no subiera al escenario del desfile cívico-militar. Tal como si fuera un francés enviado por Napoleón en 1808, el ministro se rindió ante la mirada silenciosa de su colega, la titular de Defensa, Margarita Robles, a quien Podemos ha puesto en el punto de mira durante toda la legislatura dibujándola como la "ministra preferida de la derecha".

La afrenta de protocolo -mientras en Catalunya Rodalies es un auténtico caos- ha supuesto para Díaz Ayuso mucho más útil y provechoso que la tradicional, aburrida y dócil pegada de carteles con la que arranca la campaña electoral. De esta manera el PP madrileño subraya, tal como hizo durante la pandemia de la COVID-19, que el rival a batir no es otro que Pedro Sánchez. Picando alto y buscando las cosquillas a los despachos de La Moncloa invisibiliza a sus contrincantes políticos con quienes se enfrenta en elecciones autonómicas: ni Mónica García (Más Madrid) ni Juan Lobato (PSOE), ni Rocío Monasterio (Vox) ni Alejandra Jacinto (Podemos). Ninguno de ellos cree que le puede hacer ni un poco de sombra, confía en que tiene a tocar la anhelada mayoría absoluta y demuestra que su batalla principal es con el presidente del Gobierno, es decir, derrotar a lo que ellos llamana sanchismo.

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De esta jugada de Díaz Ayuso también moja pan, paradójicamente, el mismo Pedro Sánchez. El bunker de La Moncloa aprovecha la oportunidad que le brindan para entrar al cuerpo en cuerpo con la presidenta de la Comunidad de Madrid y, al fin y al cabo, para silenciar la figura de Alberto Núñez Feijóo, con quien se lo jugará todo a finales de año en las elecciones estatales. El líder del PP asistió a la escena polémica desde la tribuna presidencial como un invitado de piedra. Su papel fue secundario en la teatralización de la embestida. Así, Pedro Sánchez oculta el gallego como principal rival y convierte a Isabel Díaz Ayuso en líder de la oposición de facto. "El gobierno central se debe sentir incómodo porque ella sabe rentabilizar mucho mejor el choque", explica para El Nacional el profesor del departamento de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid, Jaime Ferri, que añade que el discurso de Ayuso "es mucho más próximo a una ciudadanía con pocos elementos de juicio". En este sentido, Ferri afirma que es "simplificador" porque "hablar de pluralidad y diversidad es más difícil que hacerlo de la unidad y la uniformidad".

En este caso, la estrategia puede tener contrapartidas en el futuro porque Sánchez corre el riesgo de estar alimentando a su posible contrincante política en caso de que Feijóo fracase como líder del PP en el próximo ciclo electoral y lo sustituya la madrileña. Porque la estocada de Ayuso también es un mensaje interno en la cúpula del PP, un aviso a navegantes, y una amenaza en Feijóo, que asiste a la constatación de su popularidad. De entrada el gallego quiso combinar su modelo de gestor solvente de la economía con el discurso de tics identitarios y populistas de Ayuso para frenar el auge de Vox e ir comiéndole el terreno a Pedro Sánchez. En las últimas semanas, ya se ha abrazado a la "batalla de las ideas" que propone el PP madrileño.

"Reivindicando Madrid reivindica España"

Sea como sea, arremeter contra Pedro Sánchez también implica arremeter contra sus aliados parlamentarios: el independentismo catalán y vasco que el PP califica de "excluyentes". "Quizás no lo estamos haciendo tanto mal cuando, pasan los años, y en Madrid sigue sin haber charnegos ni maquetos ni forasteros", dijo la dirigente madrileña haciendo referencia a términos despectivos y etnicistas que hace años que han desaparecido del vocabulario y que se utilizaban en los años setenta para señalar a las personas que vivían en Catalunya y en Euskadi y que venían de otras comunidades autónomas. El profesor Ferri acude al retórico latín de excusatio non petita, accusatio manifesta: "Está siendo nacionalista, pero no lo reconocerá porque ella piensa que reivindicando Madrid, reivindica España".

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Bolaños observa el paso de Isabel Díaz Ayuso en Madrid / Foto: Europa Press.

Combinado con un discurso de defensa de la capitalidad de Madrid como bandera, Ayuso mezcla el discurso tradicional recentralizador del PP de Madrid, bajo los auspicios de sus antecesoras al cargo, con la decoración personal del madrileñismo. La dirigente se ha inventado esta arma identitaria que hizo fortuna con la "libertad" de ir a tomar cerveza durante la pandemia y que ha hecho mutar hacia el estilo de "vivir a la madrileña". Según Ferri, "Ayuso utiliza una estrategia nacionalista reivindicativa que le sirve de subterfugio para presentar que Madrid tiene que ser la primera comunidad autónoma". Tomar la parte para el todo. El célebre "Madrid es España dentro de España" que acuñó la presidenta. "Ella concibe que lo importante es la capital y ahora lo es la comunidad que la acoge porque se ha apropiado de esta visión como alguna cosa positiva en una región impostada, que se ha reivindicar para todos los que sienten España de una forma uniformadora, rígida y centralista".

Al fin y al cabo, "vivir a la madrileña" es una plataforma folclórica que reivindica un sentimiento, que no sería posible sin las grandes ventajas que propicia el dumping fiscal de lo que disfrutan los madrileños, aunque sea a costa de los servicios públicos. Más allá de todo eso, Ayuso aspira a reconquistar España y el punto de partida es Madrid.