La dependencia energética de Alemania con el gas de Rusia ha hecho tomar medidas urgentes. No solo en el gobierno del canciller federal Olaf Scholz, sino en la misma política municipal que ha tomado conciencia de un invierno muy duro que ya se empieza a palpar. Así pues, desde esta semana, en grandes ciudades ya hay cambios notorios en el día a día de sus habitantes. El resumen de los cambios más inmediatos es este:

  • Apagar ciertas farolas y semáforos por la noche
  • Cerrar las fuentes de agua por la noche
  • Sin agua caliente en los ayuntamientos, museos y pabellones deportivos donde se tendrán que duchar con agua fría
  • Bajar el aire acondicionado y la temperatura del agua en las piscinas
  • Apagar la ventilación
  • Abstenerse de la iluminación exterior de los edificios históricos
  • Cambiar a LED todo aquello que sea posible
  • Bajar la temperatura en edificios públicos y escuelas durante la temporada de calefacción

La oficina de Steinmeier, apagada

En vista de la crisis energética, el presidente federal Frank-Walter Steinmeier quiere dar un buen ejemplo: su oficina de Berlín, Schloss Bellevue, ya no se iluminará por la noche, anunció el lunes la Oficina del Presidente. En paralelo, desde el estallido de la guerra de Ucrania, los municipios de Renania del Norte-Westfalia han estado buscando intensamente maneras de ahorrar energía. "Si es posible, por ejemplo, se reduce el alumbrado público, se apaga los sistemas de aire acondicionado y se reduce el consumo de agua caliente en los edificios públicos", dijo Helmut Dedy, director general de la Asociación de la región de Renania.

Las medidas también incluyen dejar de iluminar los lugares de interés por la noche o solo iluminarlos durante un periodo de tiempo más corto. La mayoría de los sistemas ya consumen poca energía. "Pero también es un símbolo muy visible de que todos tenemos algo que aportar", ha subrayado Dedy. Durante las próximas semanas, los ayuntamientos han querido ir exponiendo progresivamente sus conceptos de ahorro potencial. En muchos casos, los parlamentos de la ciudad tendrían que votarlo.

Las escuelas, en pie de guerra

A pesar de la conciencia colectiva, ya se ha abierto la polémica. Sobre todo por bajar la calefacción en las escuelas: la conferencia estatal de padres declaró hace semanas que las aulas heladas eran inaceptables para niños y jóvenes. O en el colectivo religioso, también hay discrepancias. En Colonia, todavía no se ha tomado ninguna iniciativa para dejar de iluminarla durante la noche. Pero el rediseño de la iluminación exterior reducirá significativamente el consumo de energía. El ayuntamiento tiene previsto votar nuevas restricciones en agosto.

Ciudades que ya han restringido el consumo energético

Más allá de casos puntuales, todo el mundo quiere dar ejemplo. Wuppertal restringe el horario de apertura de las saunas municipales y se reducen las temperaturas del agua de las piscinas. Berlín se añade a la movilización nacional para ahorrar energía y permitirá apagar hasta 1.400 proyectores. Apagarlos todos, sin embargo, costará semanas, porque hay que desconectar manualmente el mecanismo automático que los enciende. En Hilden, a finales de septiembre de 2022, las escuelas y los gimnasios tienen que apagar sus sistemas de calefacción y agua caliente central. También en Núremberg, unos 40 clubs de aficionados y sus oponentes que juegan a fútbol en los terrenos municipales tendrán que tomar duchas frías después de sus partidos durante las próximas semanas. Y la ciudad de Essen ha creado un grupo de proyectos para identificar posibles ahorros. Eso va desde el apagón de la luz en habitaciones que no se utilizan de forma permanente y temperaturas ambiente más bajas en caso de ausencia más larga hasta una reducción general de la temperatura de la habitación y del agua en los edificios urbanos.

La dependencia de petróleo, carbón y gas ruso

La dependencia que tiene Alemania de Rusia es preocupante. Alemania pagó nueve mil millones de euros por el combustible ruso durante los dos primeros meses de la guerra en Ucrania, mucho más que cualquier otro país. Siguen Italia y China con menos de siete mil millones de euros cada una. Las cifras provienen de un informe publicado por el Centro de Investigación en Energía y Aire Limpio (CREA) de Finlandia. Con 2.600 millones de euros desde el inicio de la guerra, el petróleo representa aproximadamente una cuarta parte de los pagos a Rusia.

Alemania depende casi totalmente de las importaciones. En torno al 35 por ciento de ellos provenían de Rusia antes de la guerra, ahora solo es el 12 por ciento. También hay que tener en cuenta el carbón aunque es posible que pueda prescindir porque es lo que afecta menos. Las empresas alemanas han transferido 93 millones de euros a Rusia para las importaciones de carbón desde la invasión, es decir, solo aproximadamente un 1% de los pagos de energía. Donde está el gran problema es con el gas, dado que la dependencia de Vladímir Putin ha crecido a lo largo de décadas hasta llegar al 55%. El progreso sería especialmente importante aquí, porque el gas es la materia prima clave en la política de sanciones.