El tercer día de campaña, lo que más preocupa a Mariano Rajoy, con las encuestas a favor pero sin demasiadas alegrías, es que gobierne el más votado. A partir de aquí, las reflexiones más interesantes que ha protagonizado hoy versan sobre el futbolín. Ha confesado a los "corrillos" de la recepción del día de la Constitución que ha adquirido sus habilidades con el futbolín gracias al gallego Núñez Feijóo. El presidente de la Xunta le regaló uno cuando llegó a la Moncloa y juega con sus hijos –“no cada día”–. Eso sí, ha admitido que de este regalo no le gustó que uno de los equipos fuera el Barça, al igual que tampoco le gustó jugar de azulgrana con Bertín Osborne en TVE. Que un candidato hable con esta alegría en plena campaña de filias y fobias futbolísticas resulta extraordinariamente revelador.

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Mientras Rajoy departía sobre el futbolín, el socialista Pedro Sánchez, aparte de declararse orgulloso del legado que representa la Constitución y defender su propuesta de reforma, tenía un doble trabajo. Por una parte, explicar que su candidatura no está en una situación tan complicada como indican las encuestas y de la otra, sacudirse de encima todas las conjuras que lo implicarían en montajes sobre acuerdos postelectorales, desde el pacto de perdedores hasta la Operación Menina.

También Albert Rivera se ha intentado desmarcar de estas propuestas, ha insistido en que la auténtica operación es la operación Sánchez para salvar el bipartidismo y, en un discurso genuinamente cupaire, ha asegurado que no votará ni PP ni PSOE.

Pablo Iglesias ha sido uno de los protagonistas de la recepción. "Hemos ido para que nos vean, hemos sido respetuosos y educados. Pero el futuro de España no se construirá en cócteles”, ha matizado. El candidato de Podemos ha hablado del debate de candidatos de mañana y ha asegurado que está relajado y tranquilo porque es como un examen que ya está estudiado.

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Esta año, Artur Mas tampoco estaba presente en la recepción del día de la Constitución. Por no estar, no estaba ni en el Estado español. A la hora de la recepción depositaba una rosa delante de la Sala Bataclan de París donde se registraron el mayor número de muertos en el atentado yihadista el 13 de noviembre. Allí advirtió que la amenaza del terrorismo yihadista no se puede convertir en una excusa para recortar libertades. “No podemos convertir nuestros estados en unos estados policiales, ni estos tipos de atentados pueden servir de excusa en los estados para que se carguen los avances de libertad que han alcanzado las sociedades modernas durante las últimas décadas”.

A pesar de su ausencia, el ministro de Justicia, Rafael Catalá, no olvida a Mas. El ministro se quejaba en una entrevista a El Mundo de la dilación en la instrucción de la causa contra el president de la Generalitat a raíz del 9N, y pronosticaba que ve “la repetición de elecciones en Catalunya más previsible que cualquier otro escenario”.