Jesús Huguet i Pascual nació en Onda, Plana Baixa, en 1944, pero le gusta señalar que reside en Alberic, Ribera Alta. Escritor, editor y sociolingüista, ha sido asesor de políticas culturales de varios gobiernos e instituciones iberoamericanas, y la Unión Europea ha editado varios trabajos suyos sobre políticas lingüísticas. Fue el primer director general de Política Lingüística de la Generalitat Valenciana y actualmente es secretario ejecutivo del Consell Valencià de Cultura desde el año 2002. Siempre ha sido un intelectual comprometido con la cultura, a la que define como un producto de rentabilidad social y económica. Le queda un sueño por cumplir, poder ordenar su biblioteca personal de miles de libros.

Su vida profesional ha discurrido entre libros, como profesor universitario, escritor de ensayos literarios y lingüísticos y un libro de poesía, ¿qué influencia ha tenido todo eso en su manera de hacer política cultural?
Yo he hecho política cultural en el sentido que yo era un funcionario de la Administración Central que, cuando llegaron las transferencias, el conseller Ciprià Ciscar y Emili Soler, que estaban en la Conselleria de Cultura, buscaron a una persona que pudiera trabajar el tema de los libros; y como yo tenía una editorial privada donde publiqué los primeros libros de Fabregat o los descuartizados de un hombre de Balaguer... pensaron en mí. Primero monté el servicio del libro, después el servicio de publicaciones, pero los cargos siempre han sido en función de la acción cultural que yo podía hacer.

¿Cuál es la aportación de un intelectual como usted a la hora de hacer actividad política cultural diaria?
Habría varias vertientes. Una, la difusión cultural. Que la cultura estuviera presente en la vida de las personas; ese fue uno de los motores de mi actividad. Recordando las palabras de Joan Fuster: "Los libros no sustituyen la vida pero la vida tampoco sustituye los libros". O sea, los libros también son imprescindibles. La cultura no sustituye la vida pero la vida necesita de la cultura. Y otra vertiente ha sido en el apartado del mundo editorial y de la edición, de manera tal que las editoriales valencianas tuvieran una cierta difusión sobre todo, en lengua propia.

Los filólogos no tienen ningún problema a la hora de definir nuestra lengua

Usted fue director general de Política Lingüística de la Generalitat Valenciana. ¿Cuáles son los hitos esenciales de ese periodo?
Eran tiempos con muchos problemas. Es cuando estalló la batalla de València y lo que procuré fue no entrar en una discusión estéril como es el tema de la lengua y de sus orígenes, porque eso es un problema de técnicos. Los filólogos no tienen ningún problema a la hora de definir nuestra lengua. Yo en temas metasociales o metajurídicos no entré. Lo que hice fue tratar la realidad lingüística del país e intentar elevarla por encima de la condición estricta del propio país. Empecé a organizar jornadas y estudios sobre la lengua y la economía en Europa, las lenguas minoritarias en el comercio... Para que la gente viera que el problema no era sólo de aquí, también lo era de Catalunya, el País Vasco, y también de Flandes, Sicilia, Córcega... todos pensaban que me asesinarían como director de política lingüística pero no fue así.

JESUS HUGUET 1

¿Qué supuso la Llei d'Ús i Ensenyament del Valencià de 1984?
La Llei d'Ús i Ensenyament de 1984 era más de enseñanza que de uso. Porque se normalizó la lengua en la escuela. Por lo tanto, una lengua que apenas era leída por el 10% y escrita por el 3% de la población, ahora puede ser leída por más del 80% y puede ser escrita por casi el 70%. No tanto el tema del uso, porque sociológicamente es más politizable en el sentido de que si no hay ayudas públicas o vías de uso social de la lengua, esta no avanza en la medida en que tendría que hacerlo. Ahora, el tema está normalizado, todavía queda un residuo que es muy minoritario y algunos partidos políticos quieran enarbolar la bandera del secesionismo lingüístico; pero se les nota demasiado que quieren aprovechar un tema que nunca tendría que politizarse.

Zaplana, del PP, puede atribuirse el mérito de la creación de la Acadèmia Valenciana de la Llengua

Usted participó en la creación de la Acadèmia Valenciana de la Llengua.
La AVL se creó cuando era presidente de la Generalitat Eduardo Zaplana, un hombre conservador que no entraba en discusiones porque él era castellanoparlante. Pero también en ese momento, el PP no tenía mayoría en Las Cortes españolas y se tenía que apoyar en los partidos minoritarios como Convergència i Unió o el PNV. Y aunque Zaplana nos hizo el encargo al Consell Valencià de Cultura, también hubo senadores como Rigol, que fue conseller de Cultura de la Generalitat de Catalunya, que intervinieron para que el tema se resolviera. Zaplana se puede atribuir el mérito.

Joan Fuster fue un milagro en la sociedad valenciana

¿Cuáles son los referentes intelectuales actuales valencianos?
La persona fundamental en la recuperación de la identidad valenciana es Joan Fuster. Fue un milagro en la sociedad valenciana. Un hombre de una gran visión, que tendría posturas muy discutibles, pero gracias a él se impulsa un sistema identitario valenciano como no había antes. El ratpenatisme era una cosa absolutamente folclórica. Pero si me preguntas ahora por una persona o institución diría que no hay, para bien.

Ya no estamos tan necesitados de popes como Fuster, Guarner o Estellés, que parecían la trinidad. Ahora muchos de los principios que indicaba Sanchis Guarner en sus gramáticas ya están superados y asumidos. Yo creo que lo más importante en estos momentos en la sociedad valenciana con respecto a la lengua y la identidad es el protagonismo de la escuela, de la enseñanza básica. La tarea que han hecho los docentes es de una magnitud colosal. Por eso me da rabia cuando personas, desde un intento de rentabilidad electoral, cuestionan la dedicación y la capacidad del profesorado; me parece inmoral. Los docentes son los héroes actuales de la construcción de la identidad valenciana. La Universidad actual es fusteriana pero desde el punto de vista de acción diaria, la escuela es esencial.

Nos falta un relato de país

¿Hacia dónde va este País, tiene retos o está instalado en la rutina institucional?
Tengamos en cuenta dónde estábamos hace cincuenta años, hemos avanzado, pero estamos lejos de lo que sería deseable. Hay muchos retos. Uno sería la coordinación y el enganche de todo el País. Está todavía muy dividido, probablemente por su propia estructura geográfica. El norte es el norte, y el sur es el sur. Y aquí, se nota mucho. Y más desde el punto de vista identitario que económico. Eso es una herencia del franquismo, cuando todas éramos provincias iguales, València o Santander, Badajoz que Castelló de la Plana, Alacant igual que Lugo. Por desgracia, ese trabajo no se ha hecho desde la implantación del estado autonómico y los medios de comunicación tampoco han ayudado. Hace falta un relato de País. Evidentemente es un problema político que está propiciando el cantonalismo, que provoca que una diputación provincial haga política anti Generalitat.

¿Qué papel puede jugar el Consell Valencià de Cultura en esta construcción del relato?
El CVC tiene una ventaja; no tiene capacidad de acción política directa, sino informativa y asesora; con lo cual parte de una neutralidad que no se rompe por intereses espurios. Sus informes tienen un valor ético y de prestigio que otras instituciones no tienen. Da directrices que pueden seguir las instituciones públicas y puede ser un elemento, si no fundamental, al menos importante.

Aquí, quien adoctrina es la docencia religiosa

¿Tendrá que ocuparse el CVC del tema del plurilingüismo y la confrontación entre los partidos de derecha e izquierda por este tema?
Lo que se está planteando ahora es un tema únicamente electoral. Estoy convencido de que buena parte de la gente que está detrás de esta cuestión lo tienen claro y no dudan de la unidad de la lengua. Lo que pasa es que por intereses espurios de diez votos, ahora PP y Ciudadanos están en eso. Sin embargo, fíjate como la propia sociedad, de alguna manera, les está dando muy poco juego en esta historia. Una cosa lamentable y ridícula como la web del PP para presentar denuncias anónimas de supuesto adoctrinamiento, la han cerrado una semana después. Se les ha girado en contra porque adoctrinamiento sería no hacer caso a lo que dice la Acadèmia Valenciana de la Llengua en este caso. Adoctrinamiento, aquí, quien lo está haciendo en este país es la docencia religiosa.

La cultura es casi el 8% del PIB valenciano, ¿por qué los políticos no se lo toman como lo que es, una industria que requiere políticas de fomento, de ayuda y de internacionalización?
La cultura no sólo representa un tanto por ciento elevado dentro del país, sino que es quien más puede abrirse como generadora de puestos de trabajo; más que otros sectores económicos. Es el sector en el que los profesionales, no cobrando más que otros, están más a gusto y contentos. Es el sector que más solidifica la identidad y el orgullo de país y el que más se predispone a la internacionalización. La cultura del siglo XXI no es un pasatiempo, es una cultura de producto, de rentabilidad. Y, en definitiva, los artistas también tienen que poner la mesa todos los días. No comen del aire.