Da la impresión de que en este Madrid desierto del puente agosteño algunos se están empezando a enterar de lo que vale un peine. Quiero decir que comienzan a dudar del falso silogismo según el cual "la cosa está hecha, Junts no puede hacer otra cosa que apoyar a un presidente del Congreso socialista". Miren por dónde en los medios más cerrados barruntan que la cosa tendrá miga y que hasta el último momento no habrá nada asegurado. En la serie Waterloo, no habrá spoilers. Me malicio que el director de escena ha estudiado lo suficiente la logística como para que la coordinación impida las filtraciones. Reunión a última hora, llegada al Congreso pegados al inicio de la sesión y una estricta vocación de silencio en los pocos que sabrán el sentido de la decisión.

Sin embargo, en otros partidos hay una bonita jaula de grillos haciendo ruido, no se sabe si por hacer que tienen todo controlado o de puro susto a lo que pueda pasar. Dicen los diarios madrileños que los socios de Sánchez están nerviosos "por la actitud dubitativa del independentismo". No creo que sea el verbo adecuado. Lo que sucede es que en plan triunfalista, también los socios de Sánchez a la izquierda, incluso el resto de independentistas catalanes y vascos, habían dado por hecho que todo sería a última hora y como siempre, es decir, como ellos desean. Me da la sensación de que están empezando a vislumbrar que a última hora va a ser, pero que existe la posibilidad de que el resultado no sea "como siempre". Aizpurua de Bildu se encalabrina: "aquí todos somos determinantes", pero menos. Todos saben que la llave y la capacidad de movimientos  que tiene Junts no las tienen ellos, entre otras cosas porque en esta partida se juega un gobierno o elecciones y siempre hay que analizar quién tiene más miedo a sacar de nuevo las urnas y quién sí que no puede permitirse otra cosa que apoyar una coalición de izquierdas.

¿Qué puede pasar el próximo jueves en el Congreso? Lo que decida Puigdemont. Puede haber una presidencia de mesa del Congreso socialista o a la primera votación fallida puede que esta fuera a parar al PP. Incluso la opción de una presidencia del PNV está abierta —se lo conté hace días en Cerrando al salir— porque aunque lo haya propuesto públicamente Coalición Canaria, es una posibilidad que ha sido sopesada por las mentes del PP —algunos barones afirman hoy que verían a Aitor Esteban en ese papel— y también por las de Junts. En caso de ponerse sobre la mesa la opción con todos esos apoyos, ¿votaría en contra el PSOE necesitándolos para una investidura? El silencio sepulcral de los propios jeltzales respecto a la propuesta es bastante revelador. También lo es que a estas horas ninguno de los grandes partidos haya revelado quién será su candidato a presidir el Congreso y es que puede que no quieran quemar innecesariamente a algunos de sus primeros espadas, si finalmente existe la posibilidad de que se queden compuestos y sin novia.

En esta partida se juega un gobierno o elecciones y siempre hay que analizar quién tiene más miedo a sacar de nuevo las urnas y quién sí que no puede permitirse otra cosa que apoyar una coalición de izquierdas

Me da la sensación de que en Waterloo están apurando hasta el final para comprobar si el jacarandoso Sánchez —con o sin gorra de chulapo, con o sin palmeras estampadas— tiene algún gesto político que no necesariamente tendría que ser enorme, pero sí significativo. A lo mejor pretenden que diga o reconozca algo. Sin ningún movimiento por su parte, no hay que desestimar que el pulgar caiga hacia abajo y con él el control de los tiempos del Congreso y a su vez incluso las papeletas para una designación de Feijóo para la investidura. Todo cambiará según la posición de ese pulgar.

Quedan menos de cuarenta y ocho horas. Feijóo va lanzado en busca de nuevas elecciones que le permitan obtener el voto de un Vox en crisis en el que sólo va quedando mucha caspa, y el voto útil de los que se han percatado que la derecha no gobernará si no se sacude a la ultraderecha de encima. Eso lo han comprendido clarísimamente las fuerzas vivas y los reservados madrileños que retirarán los puntos de apoyo que en su día dieron a lo que se pretendía el Jano de Podemos. Junto a esto, tanto los peneuvistas como los juntistas sólo tienen interés en lo que suceda en sus elecciones territoriales y, en el segundo de los casos, también en cuándo se produzcan. Es dudoso que volver a votar en diciembre les perjudicara, por más que los socialistas esparzan esa idea a los cuatro vientos. Aquí, al único que unas nuevas elecciones pueden partirle el eje es a Pedro Sánchez y es obvio que lo sabe.

Ahora les hago yo un spoiler histórico. Napoleón y Wellington nunca se vieron en persona, pero devinieron en rivales en el campo de batalla y en lo personal. El historiador Cummins revive esta pendencia cuando recuerda que Wellington afirmó que su oponente francés en la batalla de Waterloo "no elaboró estrategia alguna; se limitó a avanzar a la vieja usanza". O sea, como siempre, pero es obvio que las cosas no fueron como esperaba