FotoGaleria_4364797_0 El último dato de la EPA, que da cuenta de 678.200 parados desempleados menos en 2015, debería ser tenido muy en cuenta, principalmente en el caso de aquellos que están ahora con los brazos cruzados. Porque hay dos posibilidades: o bien mantener y defender a pie firme esta evolución favorable (y se ha visto en los últimos tiempos cuán difícil es lograr conservar tendencias positivas), o bien regresar a viejas tentaciones, como la de alimentar una vieja predisposición favorable al paro, algo que se aprecia en países como España y Francia, mientras Alemania actúa de caza fantasmas. La predisposición nacional por el paro es algo conocido incluso académicamente y se incuba entre aquellos que disfrutan de un empleo protegido en detrimento de los que pasan las de Caín para entrar en el mercado laboral. Bajo el largo paraguas sindical, España y Francia dieron durante años muestras sobradas de que el sector aventajado y ye-yé estaba dispuesto a ofrecer un plato de lentejas a un necesitado siempre y cuando no le tocara las narices. El Estado del Bienestar era una buena vía para ello.

Hoy, el paro en Alemania es menor al 5%, y no es casualidad sino algo buscado. Es la consecuencia de la preferencia por el empleo

Frente a este peculiar comportamiento, Alemania mostraba otro modelo de entender el modelo social, donde lo importante es que quepan todos. Todos (o casi todos) dentro, aunque con sueldos y salarios diferentes. OK, por tanto, a los minijobs, empleos poco remunerados pero que permiten sobre todo a los jóvenes hacer sus primeras armas. Hoy, el paro en Alemania es menor al 5%, y no es casualidad sino algo buscado. Es la consecuencia de la preferencia por el empleo. Pues bien, el paro en España ha caído de un 26,94% a un 20,90%. Ese 6% que ha encontrado un empleo es muy inferior numéricamente (menos de la tercera parte) a los que siguen en la estacada, por tanto los gritos de estos se oyen más fuerte que las muestras de alivio de los primeros. Esto es así, y siempre ha sido así. Un economista muy valioso, Albert Hirchsman, autor de una obra histórica, Las pasiones y los intereses, recurría a la hora de resolver situaciones como la que se plantean aquí al ejemplo que ofrece el atasco formado por una larga cola de coches en un túnel en el camino de vuelta de un weekend. Y explicaba: “para los que están esperando incluso en las últimas filas lo importante es que los que van delante empiecen a mostrar signos de moverse. Así saben que ellos también saldrán”. En una palabra, que más valen señales de que se sale del túnel que bocinazos y caos.
Entramos, aunque no sea ahora mismo, en una nueva fase de riesgo laboral y por tanto abandonar políticas que se muestran eficientes es doblemente aventurado y peligroso
Y mirando más a largo plazo, se advierte la pertinencia de los comentarios de Hirchsman, siempre acertaba, tras escuchar las últimas advertencias del World Economic Forum de Davos acerca de que la IV Revolución Industrial puede eliminar 5 millones de puestos de trabajo en los próximos cinco años. ¿Cómo decirlo? Entramos, aunque no sea ahora mismo, en una nueva fase de riesgo laboral y por tanto abandonar políticas que se muestran eficientes es doblemente aventurado y peligroso. Y no se confundan los miembros del club de amigos del paro: con unos mercados buscando como locos colocarse en el gran circuito mundial de los flujos de capital (observen los movimientos en Irán y Arabia Saudí) no es aconsejable pretender que el Estado de Bienestar haga las veces de un mercado laboral com cal. Porque al final podría resultar más caro el caldo que las albóndigas.