No me explico cómo, a la hora de intentar convencer a Junts para retomar el diálogo roto hace unas semanas, a Pedro Sánchez no se le ocurra decir nada más que “admito que no he cumplido”. Es decir, confirmas que has tomado el pelo a alguien y para intentar recuperar su confianza te limitas a certificar que eres un incumplidor. Añades un par de medidas menores, que no aparecen en el Acuerdo de Bruselas ni nadie las tiene presentes como aspectos fundamentales de ningún acuerdo, y haces una vaga referencia al conflicto político que hay que resolver. ¿Y el resto de temas? “No dependen del PSOE”, dicen. “Pedro Sánchez no puede decidir sobre esos temas”. Curioso también: de hecho, ¿ustedes se fiarían de alguien que llega a acuerdos sobre temas que él mismo no puede resolver?
El catalán en Europa depende de los demás países y es culpa de las maniobras del PP, las competencias de inmigración no se pueden transferir por culpa de Podemos, la amnistía no se puede aplicar por culpa de los tribunales, el financiamiento no puede ser singular porque el café para todos es demasiado inevitable… Todo esto son compromisos de Pedro Sánchez que, una vez contraídos, dice que no dependen de él. Es curioso que reclame confianza alguien capaz de prometer cosas que él mismo, afirma, no puede garantizar. Cuando se pide una rectificación al PSOE para reconstruir la confianza, se trata de dejar de poner excusas y ponerse a cumplir. “Dejen de hacer daño a mi país”, lloraba Gabriel Rufián sobre la no aprobación del techo de déficit. No se le oyó decir lo mismo a la OCDE cuando dijo que había que reformar el sistema de pensiones en España. Claro que no, porque todo el mundo sabe que lo que la OCDE quiere decir es que hay unos acuerdos, unos límites, unas obligaciones pactadas que hay que cumplir y que España está incumpliendo. No es “hacer daño a tu país”, es exigir el cumplimiento de lo pactado. ¿No será que Junts, como la OCDE, como el PNV, como los tribunales europeos, como el Consejo de Europa, como el mediador de Suiza, no lleva advirtiendo de esto desde hace meses?
¿Ustedes se fiarían de alguien que llega a acuerdos sobre temas que él mismo no puede resolver?
Por lo tanto, ¿es buena idea sentarse y esperar movimientos? Hubo quienes creyeron que se podía continuar la legislatura sin el apoyo de los socios parlamentarios necesarios, e incluso llegaban a decir que solo se hacían imposibles las aprobaciones de leyes orgánicas. Primero, que esto no es cierto: todas las leyes necesitan hoy el concurso de la mayoría parlamentaria, ya que requieren mayoría simple como mínimo (más votos a favor que en contra). Y segundo: de entrada, la LOFCA es una ley bien orgánica. Se supone que un cambio en el sistema de financiación debe comportar alguna modificación de esta ley. Pero es que, tercero: en cuanto a los reales decretos leyes, también requieren la convalidación parlamentaria. El “no pasa nada” invocado por socialistas y republicanos ha durado muy poco tiempo. El “van de farol” y el “ya veréis cómo acaban aprobándolo todo” no ha durado, tampoco, ni una semana.
¿Y ahora qué, entonces? Ahora veremos si Sánchez todavía quiere salvar su legislatura o no, pero solo a través de cumplimientos expresos y no de palabras vacías. Si tiene tantas ganas de resolver el conflicto, como dice, que empiece por aquí. ¿Cómo tenemos este tema? ¿Cómo tenemos la plurinacionalidad invocada cada día por Iván Redondo? ¿Cómo tenemos el derecho a la autodeterminación? ¿Qué opina el PSOE de todo esto? Porque hay un aspecto, que no he mencionado antes y que el socialismo parece muy interesado en no recordar, y que es su participación en la represión. ¿Votó o no votó Pedro Sánchez a favor de aplicar el 155? ¿Ha tenido algo que ver su gobierno con los casos de espionaje? ¿Cómo se ha comportado la Fiscalía frente al independentismo durante su mandato? Y Salvador Illa, que ahora abomina tanto del autoritarismo y los partidos antidemocráticos, ¿estaba o no estaba encima del escenario con Vox, Ciudadanos, el PP y Sociedad Civil Catalana en 2017? ¿Con quién estamos hablando? ¿De qué diálogo, convivencia, paz y buenos alimentos nos hablan? ¿Cómo pueden pensar que alguien pueda confiar ni un ápice en ellos? “Soy consciente de mis retrasos e incumplimientos”, dice Sánchez. Por supuesto que es consciente. Y nosotros también.