Ayer se presentó el informe Situación del trabajo autónomo en Catalunya 2021, una publicación anual del CTESC (Consejo Técnico Económico y Social) que ofrece una recopilación exhaustiva de información sobre este sector del mercado de trabajo: explota los datos cuantitativos y hace un amplio repaso de disposiciones tanto en el marco normativo como en las políticas y medidas de apoyo, para acabar con una batería de 65 propuestas y recomendaciones.

De este anuario me ha parecido oportuno recoger algunos datos relevantes para conocer un poco mejor un tipo de trabajo que hace poco ruido pero que, por su importancia económica, no le prestamos bastante atención. Partiendo de la Encuesta de Población Activa y de los datos de afiliación en la Seguridad Social, el informe hace una disección de los datos de autónomos. Destaco:

  • En 2021 el colectivo de autónomos lo formaban 559.423 personas, un 1,3% más que en 2020. De estos, en números redondos, dos terceras partes son hombres y una tercera parte mujeres; los primeros disminuyeron un 3% con respecto al 2020, y las segundas aumentaron un 6,3%.
  • Con perspectiva temporal más amplia, el número total de autónomos en Catalunya se mantiene en unos valores absolutos bastante estables desde el 2015 hasta ahora, incluido el 2020, el año de la covid-19 en que los autónomos se mantuvieron y en cambio muchos asalariados pasaron a desocupados.
  • El peso de los autónomos sobre el total de ocupación en Catalunya se cifra en 2021 en el 15,2%, un porcentaje tendencialmente en descenso desde el 2015 cuando alcanzó la cifra de 17,2% del total de ocupados. Comparado con países europeos el peso relativo en Catalunya es mayor que en el conjunto de la UE (13% del total de ocupados), también de la zona euro (12,9%).
  • Gran parte de los autónomos (un 58%) tienen edades comprendidas entre 35 y 54 años. Los más jóvenes (menos de 35 años) representan algo menos del 14% y su número en 2021 disminuyó un 3,4% respecto de 2020.
  • Por ramas de actividad, cerca de un 77% de los autónomos trabaja en los servicios (comercio y reparación de vehículos, actividades profesionales, científicas y técnicas, hostelería, logística y comunicaciones y otros).
  • Las cuatro primeras ocupaciones de los autónomos son trabajadores de servicios de restauración, personal, protección y vendedores (25,5% del total), técnicos, y profesionales científicos e intelectuales (21,2%), artesanos y trabajadores cualificados en manufactureras y construcción (16,5%) y técnicos y profesionales de apoyo (13,2%). En línea con lo anterior, un 43,7% de los autónomos tienen educación superior.
  • En Catalunya había en 2021 85.072 autónomos extranjeros, un 5,9% más que en 2020.
  • La pensión media de los que trabajaron como autónomos en 2021 fue de 747,1€ frente a los 1.194€ de los que cotizaron por el régimen general.

El trabajo da un repaso amplio de los cambios que se han producido en materia de protección de los autónomos (cotizaciones, pensiones y otras prestaciones) y de las medidas de fomento de la covid-19 hasta hoy. Todo, en la línea de corregir el déficit histórico de ser el autónomo un gran olvidado del mundo del trabajo.

Tres aspectos que se derivan del informe del CTESC me han parecido especialmente relevantes. El primero es la tendencia del trabajo autónomo a perder peso relativo cuando la economía mejora, lo que quiere decir que el trabajo asalariado crece más. Seguramente que por múltiples motivos, entre los cuales la seguridad de tener una nómina, unos horarios establecidos, unas vacaciones, entre otros. Pero quizás también por otro motivo: la aversión a asumir el riesgo empresarial, a depender del éxito de uno mismo. Un 71,4% de los autónomos son empresarios con asalariados, un riesgo aumentado con respecto a los autónomos individuales. Estos empresarios asumen más riesgo que los empresarios que operan con sociedades (anónimas o limitadas), los cuales tienen responsabilidad limitada.

El segundo es el bajo peso del trabajo autónomo en las actividades industriales, un 5,8% de los ocupados en este sector productivo, el porcentaje más bajo de toda la economía catalana. La industrial es una actividad que, en general, requiere escala de producción, inversiones y organizaciones relativamente grandes, que se abordan mayormente bajo forma societaria.

El tercer punto hace referencia a la bajada de los autónomos del sector agrario, que parece que no tiene freno. A finales de 2021 eran 11.760 personas, un 5,3% menos que en 2020. A estas alturas solo representan el 2,1% del total de autónomos. La estructura humana que soporta la actividad agraria ha cambiado como un calcetín, y estos datos son un testimonio de ello. Un día ya hablaremos de ello.