Ramon Aymerich ha escrito un libro fundamental: La fàbrica de turistes. El país que va canviar la indústria pel turisme. Explica cómo, en los últimos 60 años, el turismo ha cambiado el país, urbanizando la mitad del territorio, dañando recursos naturales y creando puestos de trabajo temporales. Y nos hemos dado cuenta ahora. Cuando la pandemia ha dejado vacía Catalunya. Este es un fenómeno catalán, pero también español. Vean la docuserie Palomares. Días de playa y plutonio. Quien corrió a intentar demostrar que las playas españolas no tenían radiación fue el ministro de Turismo del régimen franquista, Manuel Fraga.

La presidenta del Consell de Formentera está enfadada estos días porque otra naviera unirá Eivissa y Formentera con sus 51 metros de eslora, 427 pasajeros y 27 vehículos. Reclama al gobierno de Francina Armengol y a la Autoridad Portuaria la protección del parque natural, con frecuencias de paso y embarcaciones sostenibles. El turismo es depredador. Cierto que genera riqueza, pero hay que ver a quién. Del turismo ha vivido, por ejemplo, la familia que tenía unos apartamentos y un chiringuito frente al mar en la playa de Migjorn de Formentera. Ahora lo han vendido. Lo decidieron antes de la Covid. Suerte. Hubieran sufrido mucho. Y espero que disfruten de la jubilación. Pero quien va a ganar dinero ahora explotando el territorio ya no será una familia de la isla. Será Pachá. Pero ni siquiera su fundador, el mítico Ricard Urgell. Porque el hombre que dominó la noche de Eivissa vendió el grupo al fondo buitre Trilantic Capital. Dice que es el peor error de su vida. Tiene razón. ¿Resultado? Los precios en los viejos apartamentos se han multiplicado por 10. Y la playa paradisiaca va camino de una privatización encubierta, como ha pasado en otros lugares de la isla. ¿Quién gana el dinero y quién termina apropiándose de un bien común?

El turismo es depredador. Cierto que genera riqueza, pero hay que ver a quién

Que España tiene turismodependencia lo demuestra la decisión del gobierno de Pedro Sánchez que los británicos no tengan que hacerse ninguna PCR para entrar en España. Y, claro, se da la paradoja de que los españoles que quieren entrar en Balears sí se la deben hacer. A precios francamente abusivos que están generando buenos ingresos a muchas empresas. A algunas de estas, como Quirónsalud, de propiedad alemana, te derivan las propias compañías aéreas, que durante estos meses no lo han pasado bien. Y eso no es una buena noticia para los consumidores. Volar volverá a ser un deporte de aventura. El vuelo de Vueling VY3511 debía salir a las 14.05 del aeropuerto de Eivissa. Con todos los pasajeros sentados y a punto de partir, un piloto muy joven y simpático informa de un pequeño problema técnico, que esperan resolver en breve. Debía estar oxidado después de tantos meses. No hay manera. Envían otra máquina desde Barcelona. Que salió pasadas las 8 de la tarde. Seis horas más tarde.

Toca indemnización. La sorpresa es que todos los pasajeros reciben una respuesta automática. De una máquina: "Debido a la naturaleza del evento, Vueling no pudo evitar el problema porque estuvo provocado por circunstancias imprevisibles e inevitables fuera del control de Vueling, lo que significa que Vueling no pudo poner en marcha ninguna medida adicional para intentar minimizar los inconvenientes. Por tanto, nos vemos obligados a denegar respetuosamente su reclamación de indemnización".

Industria depredadora, pasaporte sanitario discriminatorio y compañías aéreas al límite (de la vergüenza). Bienvenidos a la vieja normalidad.