A few good men. Una película de Rob Reiner de 1992, basada en una obra teatral de Aaron Sorkin, el mismo de The West Wing, The social network  o Newsroom. Con Tom Cruise en el papel del abogado militar Daniel Kaffee y Jack Nicholson como coronel Nathan Jessup. Se juzga la muerte del soldado Santiago por haber infringido el código de honor de los Marines. ¿Lo mataron dos marines o cumplieron órdenes? Jessup ya esta harto de tantas preguntas.

―Coronel Jessup, ¿ordenó usted el código rojo?

―Responderé a la pregunta. ¿Quiere respuestas?

―¡Creo que tengo derecho!

―¿Quiere respuestas?!

―¡Quiero la verdad!

―¡Tú no puedes encajar la verdad!... Vivimos en un mundo que tiene muros y esos muros han de estar vigilados por hombres armados. ¿Quién va a defenderlo? ¿Tú? ¿Usted, teniente?... Yo tengo una responsabilidad mayor de la que puedas calibrar jamás. Tú lloras por Santiago y maldices a los Marines. Tienes ese lujo. Tienes el lujo de no saber lo que yo sé. Que la muerte de Santiago, aunque trágica, seguramente salvó vidas. Y que mi existencia, aunque grotesca e incomprensible para ti, salva vidas. Tú no quieres la verdad porque en zonas de tu interior de las que no charlas con los amiguetes, me quieres en ese muro, me necesitas en ese muro. Nosotros usamos palabras como honor, código, lealtad… Las usamos como columna vertebral de una vida dedicada a defender algo. Y no tengo ni el tiempo ni las ganas de explicarme ante un hombre que se levanta y se acuesta bajo la manta de la libertad que yo le proporciono y después cuestiona el modo en que la proporciono. Preferiría que solo dijeras gracias y siguieras tu camino. De lo contrario, te sugiero que cojas un arma y defiendas un puesto. De todos modos, me importa un carajo a qué creas tú que tienes derecho.

―¿¡Ordenó el código rojo!?

―¡Hice el trabajo que me encargaste!

―¿¡Ordenó el código rojo!?

―¡Por supuesto que lo hice! ¡Joder!

Congreso de los Diputados. Sesión de control al gobierno español. El periódico The New Yorker destapa el espionaje a políticos, activistas, periodistas y abogados catalanes. La diputada de la CUP Mireia Vehí pregunta a la ministra de Defensa, Margarita Robles, harta ya por las preguntas precedentes de otras diputadas y diputados.

―¿Cómo justifica que un juez autorice más de sesenta escuchas individuales a dirigentes políticos, personalidades destacadas del independentismo, abogados y periodistas? ¿Sabe cuál es la única justificación que nos viene a la cabeza? Que cuando se trata de preservar la unidad de España contra el independentismo, todo vale.

―Usted está con el mantra de sesenta no sé cuántas personas espiadas, investigadas… Es muy fácil. Puede hacerlo sin material probatorio. Pero ya que se rasga usted las vestiduras, pregunto: ¿qué tiene que hacer un estado, qué tiene que hacer un gobierno cuando alguien vulnera la Constitución? ¿Cuando alguien declara la independencia? ¿Cuando alguien corta las vías públicas, realiza desórdenes públicos? ¿Cuando alguien está teniendo relaciones con dirigentes políticos de un país que está invadiendo Ucrania? Ustedes no han dicho nada. ¿Cuando se hackean organismos en España como el SEPE, que impide que trabajadores puedan cobrar? También ha habido hackeos de ministros, de móviles de ministros. No le he oído a usted decir nada. Así que me suena un poco a hipocresía por su parte. A ustedes les viene muy bien en este momento aparecer como víctimas. Nunca les he visto defender los principios básicos del estado de derecho ni los derechos y libertades de todos, absolutamente todos los ciudadanos. Y eso es lo que hace el Gobierno: defender los derechos absolutamente de todos los ciudadanos. Así que tranquilícense, no estén tan nerviosos, ya sé que les viene muy bien la situación actual. Pero si tienen dudas, vayan a los tribunales.

Solo faltó repreguntar si ordenó el código rojo. La respuesta se sobreentiende.