Pasqual Maragall fue el primero de verlo. No era nacionalista, pero, como muchos compañeros de viaje hicieron después, seguramente no vio otra opción. Fue el expresident de la Generalitat quien escribió, en El País, Madrid se va. Era en 2001. En los inicios de la mayoría absoluta de José María Aznar. En 2003, volvió a escribir. Entonces, el título del artículo ya fue Madrid se ha ido.

Madrid, entendido como el Madrid del poder, se ha ido aún más. Madrid se ha independizado sin necesidad de hacer ninguna proclama desde ningún balcón. Madrid lo ha absorbido todo. Madrid ha absorbido España con una fuerza centrípeta, que sólo resisten los vascos. Y eso, que lo veía Maragall sin ser nacionalista, que lo vieron los nacionalistas sin ser independentistas, lo ven ya los que no son ni regionalistas, quizás ni provincialistas, pero que se han vuelto eso. La España "vaciada" que ha descrito Sergio del Molino. ¿Resultado? Teruel Existe. Y los de Melilla no entraron por los pelos. El resultado es el Congreso del "qué hay de lo mío".

Esta es ahora mismo la realidad española. Lo hemos vuelto a ver con las consultas del Rey. Un largo desfile de catalanes ―y eso que ERC y la CUP no han ido―, vascos, gallegos, cántabros, canarios, valencianos, ¡e incluso madrileños! Alguien debería ver que esto es un síntoma del Madrid km cero. Y remediarlo. Alguien debería ver que, si donde no había ni siquiera un regionalismo potente, la reacción ha sido la articulación de un regionalismo frente al agravio, donde ya había una larga historia nacional, la reacción podía ser perfectamente ―lo advertía alguien poco sospechoso como José Montilla― reivindicar la independencia.

Los gobiernos ya no los decidirán sólo los llamados nacionalistas catalanes y vascos, los decidirán también los regionalistas y los provincialistas. Más fragmentación. Más problemas de gobernabilidad

Y eso que, para tranquilizar a los militares, la Transición sirvió café para todos, y en muchos lugares de España se encontraron con una autonomía que ni habían pedido, y se tuvieron que inventar un himno y una bandera. Como todo en la vida, las cosas tienen dos caras. Si no hubiera habido café para todos, tal vez en Catalunya no hubiera pervivido el agravio. Pero quizás Madrid aún hubiera vaciado mucho más España.

El bipartito PSOE-PP tuvo una primera crisis con Podemos. Una segunda con Ciudadanos. Y ahora está el auge de Vox. Pero los gobiernos ya no los decidirán sólo los llamados nacionalistas catalanes y vascos, los decidirán también los regionalistas y los provincialistas. Más fragmentación. Más problemas de gobernabilidad, sí. Pero no hay que señalar las consecuencias, hay que ir a las causas. Y la causa es Madrid se ha ido. La causa es José María Aznar. La causa es el dumping fiscal frente a la infrafinanciación catalana, valenciana y balear (los Països Catalans, si lo desean). La causa es la España radial. La causa es la existencia, todavía, de la Corte. El drama es que la izquierda se ha dejado tomar Madrid por el trifachito de derechas. O España plural o España radial. De momento, Madrid no vuelve.

Pero, ojo, la ciudad grande se come a la pequeña. Madrid se lo ha comido todo, sí. Pero también Barcelona ha operado de esta manera. La vida ―no la población― de ciudades medianas del entorno de Barcelona se ha ido apagando en muchos aspectos, a medida que han ido mejorando las comunicaciones con la capital. Pero también, paradójicamente, allí donde las comunicaciones son más precarias, lo que se ha vaciado no es la vida, es la población. También hay una Catalunya vaciada, convertida demasiadas veces en un simple decorado de lujo. También Barcelona es un gran centro radial de trenes y autopistas, que genera aislamiento, que hace que los jóvenes de muchas comarcas se acaben marchando a estudiar o trabajar a Barcelona y que el resultado sea el envejecimiento y la mala financiación, lo que incrementa el círculo vicioso de la Catalunya vacía y vaciada. Al final, también se acabará presentando a las elecciones Clariana de Cardener También Existe.