La primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, ha anunciado un segundo referéndum de independencia para el 19 de octubre de 2023, hecho que tendrá repercusiones en Catalunya. Sturgeon habla de una consulta consultiva sobre la que pide opinión al Tribunal Supremo británico, pero ya ha escrito al primer ministro británico, Boris Johnson, para pedirle que permita la votación, se muestra dispuesta a negociar los términos y encontraría “inaceptable” que deba resolverse en los tribunales. Es más, en caso de negativa de Londres, Sturgeon dice que convertirá las próximas elecciones en el Reino Unido en una votación de facto por la independencia y considerará que ha terminado la unión voluntaria. Johnson, por el momento, tiene perfil bajo. Dice que la prioridad es la economía, pero que tiene buena relación con el gobierno escocés "y veremos lo que debe decir". Y una fuente de Downing Street citada por The Guardian ha dicho: "Estudiaremos con cuidado los detalles de la propuesta". Ahora bien, a Johnson se le está poniendo cara de Mariano Rajoy.

¿Quiere la sociedad catalana repetir la misma experiencia de 2017? ¿O consideran que el 1-O significó el final de una vía y ahora unos piensan que ya basta y otros que hay que probar otra cosa, sea cual sea? 

¿Se puede dar el caso de que Catalunya pida un segundo referéndum? De entrada, hay semejanzas y diferencias. El referéndum del 2017 se hizo de forma no pactada, porque el gobierno español siempre se ha negado a ceder las competencias o pactar sus términos. Además, en Escocia ganó el no y no pasó nada y en Catalunya ganó el sí, y la represión sigue. En Escocia gobierna en solitario el SNP y en Catalunya existe una coalición de dos partidos que se llevan a matar. Además, Escocia argumenta que con el Brexit han cambiado las condiciones porque los escoceses no querían salir de la UE. Y de ahí la reivindicación de otra consulta. ¿Han cambiado las condiciones en Catalunya? Es obvio que en España no ha habido un Brexit. Pero también es obvio que el independentismo ha seguido teniendo mayorías parlamentarias y ha seguido gobernando. Y es evidente que las condiciones que hicieron que una mayoría social optara por la consulta y por la vía de la independencia —un largo manual de agravios— no sólo se mantienen, sino que se han incrementado. Además, cada vez está más claro que los años de lo que se ha dado en llamar procés, el Estado no es que no jugara limpio, es que se comportó de manera radicalmente ilegal. Ah, y last but not least, ha habido un cambio de gobierno y la aritmética parlamentaria —que es el único lenguaje que tradicionalmente entiende la política española— es muy diferente a la de aquel PP. Hasta el punto de que hay abierta una, llamada, mesa de diálogo donde, teóricamente, debe hablarse de autodeterminación.

¿Se dan las circunstancias, pues, para que Pere Aragonés escriba a Pedro Sánchez una carta parecida? La respuesta podría ser que sí. ¿Quiere hacerlo? La respuesta está en el viento, aunque la mesa de diálogo ha sido hasta ahora una mesa de aterrizaje. Y, en caso de hacerlo, la respuesta del gobierno del PSOE y de Unidas Podemos, ¿sería tan polite como la de Johnson? Si la respuesta fuera que no, ¿iríamos de cabeza al escenario de un gobierno de derechas? Si la respuesta fuera que sí, ¿iríamos hacia el mismo escenario? ¿Quiere la sociedad catalana repetir la misma experiencia de 2017? ¿O consideran que el 1-O significó el final de una vía y ahora unos piensan que ya basta y otros que hay que probar otra cosa, sea cual sea? Ponga “empate eterno” en Google. Le saldrán unas cuantas entradas. Pero sí, la decisión escocesa influirá en Catalunya. Porque volverá el debate, porque no parece que ahora Londres tenga que aceptar la consulta y hay que ver qué ocurre, o porque si ganara el sí en el particular “o referéndum o referéndum” de Sturgeon y la UE acepta a Escocia, reconocerá un proceso unilateral de independencia… Volvemos a la casilla de salida.