Escena 1: durante el congreso del Partit Demòcrata Català, la periodista Montse Bassa fue un día a comer a la cadena La Burguesa. Cuando le sirvieron el producto, iba envuelto en un papel que incluía el siguiente texto: 

"Es bien sabido que las hamburguesas y las señoras de Ciudad tenemos mucho en común. Ambas podemos ser:

entradas en carnes, verduleras, picantes, resultonas, solteronas, emperifolladas, planchadas, refritas, especiales o clásicas... pero todas, sin excepción, iguamente tentadoras...".

Escena 2: observe el titular que acompaña esta foto de Periodista Digital de hoy mismo.

Escena 3: los Sanfermines. Durante años nos hemos hartado de ver la extraña tradición según la cual algunas chicas, en medio del descontrol y subidas a lomos de alguien, se levantaban la camiseta y mostraban los pechos. Más recientemente hemos visto imágenes de descerebrados agarrando a las chicas y sobándolas. A partir de estas escenas supimos que aquella fiesta donde la meada llena los afluentes navarros del Ebro y la peste a vómito llega hasta Zaragoza, también era un nido de agresiones sexuales y violaciones. Y también supimos que la situación era tan preocupante que este año se había decidido actuar con firmeza. De momento hay unos cuantos detenidos acusados de violación (incluido un Guardia Civil) y hay diversas denuncias por abusos, incluida una a una agente uniformada.

Las tres escenas juntas demuestran que seguimos viviendo en una sociedad donde mucha gente considera que la mujer es un objeto del cual se puede abusar sin problema.

La mujer sirve para que el desprecio que se le hace sea un reclamo para vender hamburguesas. A la mujer se la puede sobar alegremente para saber si se ha operado los pechos o no y si hace falta, se publican fotos que muestran al descerebrado de turno cómo hacerlo. Y, en medio del desenfreno, la mujer es perfecta para usarla como mejor te convenga sin su consentimiento, por supuesto.

En Barcelona, en Pamplona, en una fiesta popular de Fin de Año en Colonia o la propia familia en según qué países. Y lo peor es que vamos hacia atrás.

Vivimos en un mundo comunicativo machista. En el cine, la música, la publicidad y en los programas de televisión. Los adolescentes son bombardeados con todo tipo de estereotipos machistas y los copian. Las películas y series para adolescentes promueven el mito de que el amor lo puede todo y que las chicas lo tienen que aceptar todo para conservar ese amor romántico.

Un 85% de jóvenes no ve el control del hombre hacia la mujer como una cosa negativa.

Todavía ahora sólo un 13% de las víctimas de violencia de género denuncian al agresor.

Y, sí, sí, hay mujeres que aprovechan por presentar denuncias falsas y para hacer chantaje a sus parejas y exparejas, sí. Pero ahora estamos hablando de machismo. De actitudes que parecen normales y que no lo son. De pretendidos textos ingeniosos para acompañar la ingesta de una hamburguesa que son un insulto a la mujer. De fotos colgadas para conseguir visitas que son una invitación a tocar los primeros pechos que te pasan por delante. Y todo eso desemboca en que si las mujeres-hamburguesa son tentadoras y les puedo tocar los pechos, ¿por qué caray no las puedo violar, verdad? Total, si se lo han buscado... Y, oiga, que en el fondo lo estaban deseando porque es que les gusta...