Preguntado por Rosalía en La Vanguardia, el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, la ha puesto de ejemplo del resurgir de la espiritualidad. Tema ya manido, si no fuera porque al hombre le ha llamado la atención que Rosalía mencione a Simone Weil… porque dice que él ha estado leyendo sobre Weil y la columna Durruti. Caramba. Un hilo nuevo.
Efectivamente, Simone Weil, filósofa francesa, decidió venir a España en el verano de 1936 para participar, a su manera, en la lucha contra el fascismo. Weil entró por Portbou, obtuvo un carnet de periodista para entrar en Barcelona, y al final se integró en la columna Durruti, que marchó al frente de Aragón, a Pina de Ebro, donde recibió un mono, unas alpargatas y un pañuelo rojo y negro, aprendió a utilizar el fusil y convivió con milicianos anarquistas. Formaba parte de un grupo francófono especializado en acciones de riesgo, aunque ella hizo trabajos de guardia, cocina y servicios, y de cronista en un diario breve de aquellas semanas. Tampoco parece que fuera una heroína de guerra, sin querer yo quitarle ningún mérito, toda vez que estuvo allí muy poco tiempo. Sufrió una quemadura grave con aceite caliente en la cocina del campamento y tuvo que ser evacuada
Pero, a pesar de la brevedad, esta aventura marcó profundamente su visión sobre la violencia, el heroísmo y las contradicciones de la Guerra Civil. Weil se acercó a la columna Durruti atraída por el ideal de autogestión obrera, la igualdad radical y la fraternidad pregonada por el anarquismo, que percibía como uno de los intentos más serios de "poder popular" del siglo XX. Sin embargo, en textos posteriores criticó duramente algunas prácticas violentas y decisiones alejadas de la voluntad popular, con lo que abría un debate complejo sobre los límites morales de la revolución.
Si, a pesar de algunas críticas, Weil admiraba a Durruti y Rosalía admira a Weil, ¿significa eso que existe un puente entre Durruti y Rosalía?
En sus entrevistas de promoción de Lux, Rosalía ha contado que Weil forma parte de su panteón de mujeres místicas. Simone Weil desarrolla un pensamiento que fusiona marxismo obrero, misticismo cristiano y crítica radical a la fuerza y la opresión. Vaciar el ego para abrirse a la gracia divina y la justicia social. En la edición física del disco de Rosalía, aparece impresa la frase de Weil "El amor no es consuelo, es luz". A partir de aquí, críticos y columnistas han hablado de un puente Weil–Rosalía: pop de masas que se deja iluminar por una pensadora que reclama vaciarse del ego para que entre la gracia, y que al mismo tiempo denuncia las estructuras que aplastan a la persona.
Dicho todo esto. Si, a pesar de algunas críticas, Weil admiraba a Durruti y Rosalía admira a Weil, ¿significa eso que existe un puente entre Durruti y Rosalía? ¿Que Rosalía, ahora que se la critica tanto por no mojarse, es en realidad la Frederica Montseny del siglo XXI? No tengo ni idea. Solo sé que cuando Rosalía tuiteó en la red antiguamente llamada Twitter eso de "Fuck Vox", Durruti —muerto en Madrid por una bala fascista el 20 de noviembre de 1936— debió de aplaudir desde su tumba en el cementerio de Montjuïc.