En esta semana postelecciones que el Tsunami Democràtic vuelve a demostrar la capacidad de movilización por todo el país y también en el País Vasco, una reflexión, un ruego y una pregunta.

La reflexión. Los catalanes no tienen miedo a las urnas y el voto tiene que ser a quien intente resolver el conflicto entre Catalunya y España. Los más nostálgicos recordarán que en los 2000 el independentismo sólo tenía un escaño en el Congreso de los Diputados, el de Joan Puigcercós. Diez años después, el independentismo subía hasta tres y, una década más tarde, las elecciones de abril del 2019 las ganaba, por primera vez, una formación independentista en Catalunya: ERC se imponía al PSC y el bloque independentista subía hasta los 22 escaños.

El ególatra de Pedro Sánchez, impulsado por la demoscopia del cuestionado ―visionario― Iván Redondo, se auguraba una cómoda y amplia victoria en los comicios del pasado 10-N. El PSOE repite victoria, pero pierde 760.000 votos, con Podemos también en la cuerda floja con 7 escaños por el camino. Pero el 10-N también nos deja la soñada imagen de Albert Rivera en la cola del INEM con un nuevo tatuaje en el brazo con la fecha gravada con fuego del día que osó desafiar a los mentores del Ibex con el "no" a Sánchez por pura testosterona. El resultado, los pirómanos de Ciudadanos a punto del suicidio político con 10 escaños y Juan Carlos Girauta marchándose por la puerta de atrás. Los grandes beneficiarios de la crisis en Ciudadanos son los primos hermanos, Casado y Abascal, los de la derecha inflamada fachendosa española. El PP ha subido hasta los 88 escaños, 22 más que en los anteriores comicios, y Vox consolida la exponencial y preocupante subida. La formación de extrema derecha consigue 3.640.063 votos y pasa a ser la tercera fuerza política en el Congreso con 52 diputados.

Dicho esto, en Catalunya la cosa ha ido muy diferente. A pesar de la bajada de la participación, con la pérdida de más de 270.000 votantes, los del "bloque del 155" disminuyen un escaño y los comunes se mantienen. El independentismo alcanza un nuevo récord y pasa del 39% al casi 43%, de 22 a 23 diputados y a sólo 2.000 votos de obtener el 24. Un resultado que pone de manifiesto que, en unas eventuales elecciones en el Parlament de Catalunya, el independentismo podría superar el 50% y que pone en evidencia que la diversificación de las fuerzas independentistas suma más. Eso de la uniformidad.

Esquerra Republicana repite triunfo en Catalunya y saca más diputados que Ciudadanos en toda España. Los republicanos, a pesar de perder dos escaños, penalizados por la entrada de la CUP, suman más votos y más escaños que los votos de JxCat y la CUP juntos. ERC es el primer partido que repite victoria en unas elecciones españolas en Catalunya desde el 2008, ampliando la ventaja al PSC en votos y escaños y sólo se queda a medio punto del PSC en toda el área metropolitana. Los republicanos consiguen lo que Jordi Pujol nunca pudo hacer, incidir en el cinturón rojo.

Guste más o menos, el gobierno progresista que auguran para España vuelve a depender de Catalunya

Los resultados de JxCat evidencian que dentro del espacio post-convergente gana fuerza la figura de Laura Borràs y el president Torra sale reforzado ante el PDeCAT. JxCat consigue 2 diputados más e iguala los resultados de Francesc Homs de 2015 y, sorprendentemente, crece en Barcelona, a pesar de la dicotomía entre Miquel Buch, Roger Español y las cargas policiales.

La CUP da la sorpresa, pero las encuestas les fallan. La formación anticapitalista se estrena en Madrid con 2 escaños, lejos de los 4 que casi daban por hecho. Se enquistan en Girona donde no consolidan el escaño en beneficio de los comunes. Ahora habrá que ver si la CUP "bloquea" el Congreso.

Así pues, la demoscopia valida que la pluralidad de listas independentistas suma más y el voto independentista crece un 10% durante los últimos seis meses. Como también evidencia que ERC es la única formación independentista que araña votos a los socialistas en el llamado "cinturón rojo", desde Santa Coloma de Gramenet, Gavà, Cornellà de Llobregat, Badia del Vallès, Sant Boi de Llobregat, l'Hospitalet de Llobregat... hasta Blanes, Lloret o Vila-seca.

El ruego. El pacto entre "Pedro y Pablo" ya contiene la rúbrica de las dos formaciones, ahora sólo falta saber con quién suma. La aritmética, calculadora en mano, suma, pero condena al pacto a entenderse con las formaciones independentistas y, aquí, los 13 diputados de los ganadores de las elecciones españolas en Catalunya son claves.

El pacto de la "extraña pareja" se habría podido producir ahora hace 6 meses y ahora sólo han tardado escasas 24 horas para ponerse de acuerdo. Iglesias será vicepresidente y una quinta parte de los ministros serán de Podemos, pero no suman solos, necesitan acuerdos. El PNV ya le ha dado el cheque en blanco y otras formaciones regionalistas también.

Guste más o menos, el gobierno progresista que auguran para España vuelve a depender de Catalunya. La gobernabilidad en España depende del independentismo. Pedro Sánchez fue escogido presidente por los votos del independentismo y, precisamente, lo dejó por lo mismo.

El ruego es para el PSOE, sólo depende de ellos encontrar la solución para Catalunya y que Podemos ha dicho tantas veces. Volver al Acuerdo de Pedralbes, a reconocer el problema político y a hacer una interpretación menos restrictiva de la ley y de los derechos de los ciudadanos.

Y para acabar la pregunta. La repetición de los comicios electorales en el Estado ―desde el 2015― ha costado más de 540 millones de euros en las arcas públicas. Imaginen las políticas sociales que se hubieran podido hacer. Sin ir más lejos, en las últimas, el PSOE ha priorizado ir a elecciones de nuevo, una acción de una enorme irresponsabilidad. Abandonar la ciudadanía y sus problemas reales para ampliar el poder. ¿La pregunta es qué se hubiera podido hacer con los 136 millones de euros que han costado las elecciones del 10-N?

Mientras el PSOE se niegue a reconocer que un "gobierno progresista" requiere a toda costa abordar la situación catalana, solucionar un problema político con política y no engordando las prisiones, los "votos a cambio de nada" existirán y, por lo tanto, la imposibilidad de que gobierne un pacto de izquierdas. Y que los socialistas reflexionen sobre el aumento de Vox, avalado por el mismo Sánchez cuando, en el primer minuto del debate en La Academia lo blanqueó cuando anunció que volvería a incluir como delito celebrar referéndums.

Mientras se lo piensan, las movilizaciones continuarán hasta que el "sit & talk" llegue. Veremos.