La memoria del país no merece tanta hipocresía cuando las buenas palabras contrastan con los hechos. Las palabras se las lleva el viento. Los hechos, el compromiso efectivo, quedan. Desenmascaremos quién es quién.

Buenas palabras. A algunos sólo les interesa la memoria cuando creen que de esta obtendrán algún beneficio, rédito o, sencillamente, cuando no pueden esconder más su complicidad con el pasado. Poco o nada les importan los sentimientos para recuperar la dignidad de los que perdieron la vida por defender la legitimidad republicana ante el golpe de estado. Les queda lejos eso de luchar contra el olvido. Y es que todo eso de los valores republicanos y la memoria para ellos es más un estorbo que una ayuda. Su tradición responde a la Lliga Regionalista y a Cambó. Cuando llegó la hora, apoyaron a Franco contra la República. ¡Qué grandes farsantes!

El último pleno municipal en el Ayuntamiento de Tortosa ha aprobado una moción para descatalogar el monumento franquista, icono y emblema de la ciudad ―solo hace 53 años que pervierte el cauce del río Ebro―. Todo correcto hasta aquí si no fuera por otra cortina de humo del flamante nuevo gobierno entre postconvergentes y PSC en la capital del Baix Ebre.

La enésima “jugada mestra” en forma de moción sólo comportará la retirada del monumento del catálogo patrimonial del POUM ―incluso el año 2007 durante el mandato del exalcalde convergente Ferran Bel― y no supondrá su retirada. De hecho, el nuevo gobierno municipal de JxCat y PSC ya ha confirmado que no tienen competencias para sacar el franquismo del río Ebro y ha traspasado la "patata caliente" a la Generalitat. A eso se le dice "salirse por la tangente". Eludir responsabilidades con excusas, con medias verdades. Llegados hasta aquí, creo que alguien nos está tomando el pelo. Vamos por partes.

El matrimonio entre Franco y Tortosa viene de lejos. En marzo del 2016, el Parlament de Catalunya votaba una moción para instar a Tortosa a retirar el monumento franquista. ¿Y a quién escogió el entonces alcalde ―Ferran Bel― para defender el posicionamiento en contra de la retirada en nombre de Convergència? Sorpresa, Meritxell Roigé, la actual alcaldesa de Tortosa por JxCat. La moción prosperó a pesar del voto en contra del mismo president Carles Puigdemont, convergente de toda la vida. Quien pierde los orígenes pierde la identidad, se debió decir.

En primavera del mismo año 2016 vino la consulta para decidir el futuro del monumento franquista. Pocos recordarán que, el año 2010, CiU y PP pactaron para evitar hacerla y repitieron el pacto, el año 2015, sumando a Plataforma per Catalunya. Ahora, 2019, han regalado la Diputación de Barcelona y consejos comarcales al PSOE. Y para empezar el 2020 pactan en el Parlament con Ciudadanos y el PP. E ir tirando, como siempre han hecho. Y a todo eso, ¿dónde han quedado los compromisos vinculantes para reinterpretar el monumento resultantes de la consulta? Buenas palabras, excusas, papel mojado y tomadura de pelo. Si depende de los convergentes, nuestros familiares seguirán desaparecidos.

Y el colofón al esperpento vino el pasado septiembre, cuando JxCat (ahora en modo ultraindepe) se alió con Ciudadanos y PSC para votar en contra de una moción para la retirada de vestigios franquistas en Tortosa, entre ellos, el querido monumento de la vergüenza franquista. Ya dicen que aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

Como decía Mateo 7: 15-20: "Por sus frutos los conoceréis", justo dicen una cosa y después hacen lo contrario de lo que han dicho. Tampoco hemos descubierto la sopa de ajo. No es ningún secreto que "la memoria" no fue el plato principal de las décadas de gobierno de Jordi Pujol. Artur Mas siguió con la misma tesitura. Como tampoco revelamos ningún secreto si afirmamos que la mayoría de alcaldes franquistas pasaron a ser alcaldes de CIU. Y hoy todavía nos aleccionan como auténticos conversos al independentismo. Qué cosas.

La recuperación de la memoria es básica como pilar principal de una democracia, de un país

Y cómo decía, la patata caliente, en el tejado de la Generalitat. Un buen regalo para la consellera Ester Capella para empezar el año. ¿No encuentran extraño, conociendo los antecedentes que les he explicado, que ahora quieran descatalogar el monumento franquista? ¿Es casualidad? Pues no.

Hechos. El Departament de Justícia está ultimando el anteproyecto de la ley catalana de la memoria democrática. ¡Y, sorpresa! Esta obligará a la retirada de vestigios franquistas de toda Catalunya o, por el contrario, aplicará un procedimiento sancionador que puede comportar sanciones de hasta centenares de miles de euros. ¿Lo entienden ahora? Descatalogar el monumento franquista del Ebro, evitar ser sancionados y eludir responsabilidades. Cuando hay que aplicar la ley para obligar a eliminar el fascismo... ¡franquismo institucional en estado puro!

Digámoslo claro. En Catalunya sólo se ha trabajado por la recuperación de la memoria cuando los republicanos han formado parte del gobierno y han asumido la responsabilidad. Cuando depende de los convergentes, de los de ahora o de los de antes, pactan con la derecha postfranquista sin manías.

Los valores republicanos son los que definen la lucha antifascista. Los valores por los cuales nuestros abuelos perdieron la vida en la lucha antifranquista. La recuperación de la memoria es básica como pilar principal de una democracia, de un país. Si no es que tú estabas en el otro bando.

Desde Lluís Salvadó, desplegando los Espacios de Memoria de la Batalla el Ebro, hasta Raül Romeva, haciendo lo que nadie se había atrevido a hacer hasta el momento: la abertura sistemática de las fosas o la creación de un "Banco de ADN público". O con Carles Mundó con el cierre de la prisión Model o con la ley de reparación jurídica de las víctimas del franquismo que supuso la anulación de más de 66.000 sentencias sumarísimas.

El eterno idilio para romper con el pasado. La eterna disyuntiva entre las "buenas palabras" y los "hechos". Esconder el pasado envolviéndose con la bandera independentista. Pero no les caerá la cara de vergüenza porque no tienen.

El reto es mayúsculo, pero el compromiso para recuperar la dignidad todavía más. Somos republicanos porque somos independentistas. Somos independentistas porque somos antifascistas. Y nunca renunciaremos a ello a pesar de esta derecha catalana sobrevenida independentista pero que sigue comulgando con la derechota franquista.

El Bosc d’empremtes será una realidad este año 2020. El monumento en recuerdo a los 1.686 fusilados por el franquismo en el Campo de la Bota entre los años 1939 y 1952. El compromiso del Departament de Justícia para construirlo y la aprobación del Ayuntamiento de Sant Adrià de Besòs para ceder el espacio en el que acoger la obra de Francesc Abad. Un espacio para encontrar la huella de los que nunca tuvieron miedo de mirar al fusil. Un espacio de reflexión con la mirada al futuro para que las nuevas generaciones puedan entender el derecho a la verdad y a la libertad.

Un proyecto que no habría visto la luz sin el trabajo de Rubèn Arenas y Toni Vélez, concejales republicanos de Sant Adrià de Besòs. Muy poco pudieron hacer para evitar la politización de las víctimas en manos de Ada Colau cuando, 2 meses antes de las elecciones municipales, se sacó de la manga el Parapet de les afusellades i els afusellats. Un mural construido en territorio municipal de Sant Adrià de Besòs y sin pedir ningún tipo de permiso ni autorización. Qué cosas. Por "la memoria" todo se vale.