Ya me gustaría que los comunes tuvieran en Catalunya políticos de la talla de Pablo Iglesias. Si fuera así, el frente amplio que propugnan los republicanos sería un hecho, aunque pese a algunos candidatos de la derecha independentista como Joan Canadell.

El mundo juntaire acoge un perfil populista que, lejos de ayudar a generar confianza y complicidades, nos empuja a un extremo en nombre de un maximalismo de oír campanas. Hace más por el derecho a decidir y por una solución democrática un español como Pablo Iglesias que todos los Canadells del mundo, que, por otra parte, fuerzan el independentismo al ridículo con sus salidas de tono, sus tuits compulsivos que después borran y su seguidismo de una pseudohistoria que hace que medios que simpatizan con el independentismo como el Financial Times se pongan del revés.

El número tres de Laura Borràs borró los tuits contra el proyecto de agenda nacional y sobre los nuevos horizontes sociales que proponen los republicanos. Tuits en contra de las líneas maestras de transformación y de paso firme para una revolución social, verde, feminista y profundamente democrática. Parece que la propuesta republicana por un acuerdo honesto, sólido y generoso, un acuerdo por una "vía amplia" por la izquierda, por la amnistía y la autodeterminación, pero también sumando a la CUP y a los comunes, no entra dentro de su marco mental de los compartimentos estancos. Durante la campaña del 14-F Canadell ya tuvo que borrar tuits. Tanto los que había hecho cuando Trump ganó las elecciones como algún otro apelando al voto útil de los ultras del FNC.

Aferrados al cuanto peor, mejor el mundo juntaire insiste en dinamitar todos los puentes con los demócratas españoles y a aislar el independentismo

Iglesias ha sido capaz de decir en voz alta lo que en España es un anatema cuando sostiene que Puigdemont es un exiliado. Iglesias es el enemigo número uno de la peor derecha española. Ahora, Iglesias nuevamente se ha reafirmado votando en contra del suplicatorio en el Parlamento Europeo, votando en contra del suplicatorio europeo contra Puigdemont, Ponsatí y Comín. Pero, en cambio, el mundo de Junts ha sido incapaz de ver en su presencia en el Gobierno una oportunidad. Aferrados al cuanto peor, mejor el mundo juntaire insiste en dinamitar todos los puentes con los demócratas españoles y a aislar el independentismo. El mundo juntaire comete el inmenso error de exigir blancos o negros cuando la vida es mucho más complicada, mientras, en cambio, se aferra a la sociovergencia, que es el peor adversario de la Catalunya libre.

Pero es normal que sean incapaces de ver que nos interesa más, a pesar de todos los pesares, un Gobierno con Pablo Iglesias que sin él. Sólo hay que ver cómo intentan también dinamitar la pluralidad del independentismo con sus exigencias puristas. ¿Cómo no van a querer rehusar cualquier acuerdo con los comunes con esta manera de hacer? La actitud de Junts sólo facilita las cosas a los comunes. Cuando a los comunes se les tendría que poner las cosas muy difíciles para decir que no y retratar su actitud connivente con los socialistas. La única manera de dejar en evidencia que, desdichadamente, los comunes poco o nada tienen que ver con Pablo Iglesias es, precisamente, poniéndoles difícil que digan que no a su participación en un amplio gobierno de consenso que prioriza la reconstrucción económica y que impulse grandes consensos en torno a la amnistía y la autodeterminación.

Al adversario se lo tenemos que poner difícil y determinado independentismo les regala el discurso y se lo pone muy fácil con una actitud de suma cero que genera mucho más rechazo que complicidades.