De los productores de la película Los Rodríguez, llegan Las Rodríguez. Con una buena diferencia. Los primeros eran estos señoros que facturaban a sus esposas con hijos pequeños a las segundas residencias con la excusa de que tenían que trabajar mucho en verano. Las Rodríguez somos las mujeres separadas que tenemos unos días seguidos para nosotras. Ese momento en el que intentas ir a cenar con todos aquellos amigos a los que no has visto desde el pasado verano. Que decides ir a ese concierto que tanta ilusión te hacía desde hace años. Que te descubres viendo una peli para adultos en tu butaca. Que puedes andar otra vez en pelotas por casa. Que dejas de tener la nevera llena por si acaso. Que puedes poner velas sin miedo a que los niños se quemen. Que puedes comer a deshoras y cualquier cosa sin miedo a dar mal ejemplo. Que puedes decidir ir a hacer deporte cuando te apetezca, sin tener que planearlo en horario escolar. Que puedes volver a leer un libro junto al mar sin vigilar a nadie. Sí, podríamos decir que la diferencia radica en que el máximo de las Rodríguez es ir al cine un sábado por la noche y que el de muchos de "los Rodríguez" sería convencer a alguien de alguna aplicación para ir a un club de intercambio.
Si los Rodríguez por antonomasia aprovechan los días que no tienen a la familia para intentar echar una canita al aire, creo que las Rodríguez disfrutamos todavía más de poder volver a sentir que el tiempo es nuestro. No, no quiero decir que seamos mejores personas, pero sí un poco más fieles, aunque sea con nosotras mismas. En los meses de julio y agosto siempre recibo un mensaje de algún ex por si quiero quedar para tomar una copa. Supongo que por si suena la flauta. Cuando les pregunto que cómo es que se acuerdan de mí en el buen tiempo, me dicen que es porque están de Rodríguez. Y todavía no tengo suficiente valor para mandar la captura a sus mujeres después de buscarlas por Instagram. Algún día lo haré, así que avisados estáis, dejad de tirarme la caña porque quizás no os gustará lo que recojáis. Y tendréis que ir a Calella paseando la cola entre las piernas entre el grupo de amigos matrimonial.
Para las Rodríguez, las mejores vacaciones no son un todo incluido frente al mar: es poder decidir cómo administrar el tiempo
Las Rodríguez somos esas que preferimos un masaje a un orgasmo. Aunque, a veces, para que cuiden, los masajes hacen daño. "Solo se ríen los tontos", decía mi abuela. Y es verdad que, a veces, la gente más inteligente es la que tiene un punto de tristeza. Esa desesperanza de comprender cosas que desearías que no fueran una realidad. Separarte de tus hijos no es fácil, ni en verano, ni durante el año. Los echas de menos tanto como disfrutas de la libertad. Eso sí, como siempre, pagando el peaje de sentirte culpable. Como si no entendiéramos que las baterías tienen que cargarse de vez en cuando. Pero es que solo ves sitios para ir con ellos. Solo os informo, a las que soñáis con ser unas Rodríguez como las divorciadas, que los malos hombres siguen haciendo lo que les da la gana y que pueden cambiar planes y no pagar cuando quieren. A pesar de todo, te parece que tendrás unos días que pueden ser una luna de miel con tu pareja, aunque tengas que trabajar el doble para aprovechar a facturar más los días que no están contigo. Porque cuando un padre decide ser un irresponsable, ya se sabe que la madre siempre estará ahí, o viceversa. Poco se habla de los abuelos Rodríguez, esos que no pueden hacer nada sin consultar el calendario cuando, por una parte, los niños no son prioritarios. "Algunos trabajamos", te sueltan. Como si tú estuvieras jugando a las muñecas todo el rato. Y eso que las Rodríguez solo aspiramos a ir a la peluquería a mirar revistas, a dormir sin despertador, a tener el control del mando a distancia, a masturbarnos en el sofá, a tener una cena sin mirar el reloj, a desayunar con espumoso y a hacer yoga durante el fin de semana. Y el lujo más preciado es desayunar leyendo más de un periódico o ducharte sin peleas. Y qué decir de tener el comedor ordenado como por arte de magia mientras escuchas jazz y te tomas un xarel·lo con crianza con madera. Con lo fácil que parece y lo que nos cuesta tener que separarnos para poder dormir y trabajar de una manera relativamente normal. Para las Rodríguez, las mejores vacaciones no son un todo incluido frente al mar: es poder decidir cómo administrar el tiempo.