1.- Lo más insólito del acto de Perpinyà es la celebración de un acto político multitudinario en el exilio. Desde el punto de vista europeo tendría que remover las conciencias y alguna cosa más, porque estamos ante un precedente peligrosísimo para la cohesión de la Unión Europea.

El artículo 2 del Tratado de Lisboa dice claramente: "La Unión se fundamenta en los valores de respeto a la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a minorías. Estos valores son comunes en los Estados miembros en una sociedad caracterizada por el pluralismo, la no discriminación, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la igualdad entre mujeres". Esta definición es incompatible con la existencia de exiliados de un país miembro en otro. El acto de Perpinyà crea un precedente porque puede pasar lo mismo, si no es que ya ha pasado, que los represaliados políticos de Polonia o de Hungría busquen refugio en cualquier otro país de la Unión. Y eso pone en cuestión el sentido mismo del proyecto europeísta.

La Unión Europea no puede permitir que miles de ciudadanos de un país miembro se vean obligados a ejercer sus derechos en otro

Dirigentes del Partido Popular han considerado una deslealtad que las autoridades francesas hayan permitido el acto de Perpinyà y hayan recibido al president Puigdemont como un honorable visitante, cuando el problema es totalmente lo contrario. No es que Francia se haya saltado alguna ley cuando permite la libre circulación y la libre expresión de Carles Puigdemont, es el estado español quien incumple arbitrariamente las normas fundamentales de la Unión. Son las instituciones catalanas y los demócratas españoles los que tendrían que interpelar a las instituciones europeas por el hecho de permitir al estado español saltarse las leyes. No es justo y no es sostenible que centenares de miles de personas tengan que buscar refugio en otro país de la Unión para poder ejercer su derecho político.

La movilización no es incompatible con la negociación sino al contrario

2.- Los intereses de los grupos que legítimamente quieren desescalar el conflicto político y recuperar la normalidad política en Catalunya y en España han querido presentar el acto de Perpinyà como un torpedo contra la opción del diálogo y la negociación con el Estado, como si la "movilización permanente" fuera incompatible con la negociación cuando es lo primero que lleva a lo segundo. Cualquier conflicto, sea político, laboral, social o de cualquier otro tipo, empieza con la movilización porque es la manera en que los poderes se ven forzados a negociar. Es obvio que si no hay movilización desaparece el conflicto y, por lo tanto, no hay que negociar nada. Para poner un ejemplo, es obvio que sin la gran manifestación de 1977 la Generalitat no se habría restablecido y el president Tarradellas no habría vuelto del exilio.

Puigdemont no es convergente, en todo caso les okupa el espacio. Con K.

3.- Las angustias electorales de algunos los han llevado a buscar convergentes debajo de las piedras en el acto de Perpinyà para poder proclamar que la ofensiva de Puigdemont no es más que la nueva estrategia electoral de la derecha catalana para mantenerse en el poder. Me atrevo a decir que este fenómeno también se está leyendo al revés. El problema lo tendrán más tarde o más temprano los convergentes de siempre. No tendrían que hacerse muchas ilusiones, porque este movimiento con ínfulas subversivas vertebrado en torno a Puigdemont les ha okupado el espacio. Okupado con k.