No me conoces pero yo a ti sí. A estas alturas, si sigues con vida y fuera de peligro, ya sabrás que la foto con tu cara ha recorrido toda España y parte del extranjero. Llevas 15 días desaparecida y no dejo de pensar en ti. No sé qué o a quiénes te cruzaste el día en que desapareciste ni si lo hiciste por voluntad propia o coaccionada, pero, a pesar de mi ateísmo, he llegado a rezar para que estés a salvo, donde sea, libre y sonriente como en esas fotos, para que esta historia no acabe como siempre, con la vida de una chica que tiene el mundo entero a los pies.

Yo también me llamo Diana y tengo unos cuantos años más que tú, hace tres meses cumplí 30. Te sorprenderías al saber lo rápido que pasan los años y no siempre para mal, y el alivio que supone dejar atrás la adolescencia en un país donde ser mujer joven es factor de riesgo. Hoy leí en El Mundo que eras “una joven atormentada” y que habías superado la anorexia, ese pequeño nexo que te vomita la sociedad por haber estado enferma de patriarcado. Como tú, yo también fui una joven “atormentada” que superó la anorexia, que no es más que una pequeña batalla ganada al machismo que penaliza a las mujeres por el hecho de serlo. Perdón por no haber conseguido todavía que las niñas y las adolescentes tengáis que pasar por el trauma de enfermar gravemente en aras de gustar a los demás, de ser aceptadas, de sentiros deseadas por los hombres y por las mujeres que perpetúan cómodamente los roles de sumisión para que tú, Diana, te pases la vida preocupada por tu talla en vez de por tu lugar en el mundo. También leí que querías ser modelo. Haz lo que te haga feliz, pero estoy segura de que vales para mucho más.

Perdón también por no haber evitado que tras tu desaparición los debates de dentro y fuera de las pantallas se cebasen en resaltar lo inapropiado de tu vestimenta. Unos pantaloncitos rosas cortos en un caluroso agosto para lucir tu rebosante juventud, la que espero que nada ni nadie te hayan robado. Muchos de los critican que ibas enseñando demasiada carne son los mismos que se quejan de que las mujeres árabes puedan lucir velos o burkinis en Europa, y claro, Diana, yo tampoco entiendo nada.

 Muchos de los critican que ibas enseñando demasiada carne son los mismos que se quejan de que las mujeres árabes puedan lucir velos o burkinis en Europa

Te pido perdón también por tener que pasar miedo al volver sola a casa después de que uno o varios hombres te increpasen. Seguramente, y a pesar de tu corta edad, no era la primera vez que te pasaba. Te pido perdón porque algunas personas hayan considerado que fuiste una incauta, casi que lo ibas buscando, por pasear un kilómetro sola en las fiestas de tu pueblo de veraneo. Yo también sigo teniendo miedo al volver sola y, como hiciste tú, siempre regreso al taxi o a casa hablando por teléfono o por whatsapp, con las llaves en la mano y en un estado de alerta constante. Los hombres no lo entienden, Diana, porque a ellos no los violan cada 8 minutos en España, ni ninguna mujer se va a apropiar de ellos con violencia para matarlos. Eso simplemente, no ocurre. El año pasado un chico al que consideraba mi amigo desde hace un montón de años me escribió para decirme que la noche anterior debería haberme violado porque iba bebida. Usó exactamente ese término “violado”. A mí, que soy mucho mayor que tú, que grito mi “radical feminismo” a todas horas, aún a mí me dicen eso, querida Diana.

Te pido perdón si sufriste cualquier tipo de maltrato en tu casa y condeno públicamente a tu padre porque sabiéndolo, como él dijo, no os apartó de aquello a ti y a tu hermana. La justicia actuó de oficio para que Valeria dejase de estar tutelada por tu madre temporalmente. Espero que esto no acabe como el caso de Asunta Basterra y espero que tu padre cuide mucho mejor a tu hermana. Espero que no hayas decidido quitarte la vida por una situación insostenible, porque ningún niño ni adolescente merece que le roben su infancia.

También le pido perdón a Sonia Iglesias, la pontevedresa desaparecida hace ahora seis años sin dejar rastro. Su marido y principal sospechoso fue desimputado hace un par de años por no haber pruebas suficientes contra él. Como en el caso de Marta de Castillo, tampoco hay cuerpo: el agujero negro de la justicia española. También a ti te pido perdón Marta. Perdón porque unos niñatos te hayan robado la vida y la alegría a tus padres por considerarte menos que ellos, por aprovecharse de tu debilidad física, por hacerse los valientes los unos delante de los otros.

Pido perdón a todas las mujeres víctimas de violencia machista en España y os prometo seguir en la lucha feminista y cambiar el mundo desde abajo, para darle la vuelta a esto, para que nadie os responsabilice de vuestro padecimiento, para conseguir que os protejan desde el minuto uno, para tener hijos e hijas educados en la igualdad, para no perpetuar roles de género, para seguir explicando la importancia del feminismo a quién tenga interés en saber de qué se trata antes de rechazarlo. Para no volver a aguantar los gritos de un hombre porque creo que, en el fondo, me los merezco. Para partirle la cara al primero que me menosprecie a mí o a cualquier mujer conmigo delante.

Pido perdón a todas las mujeres víctimas de violencia machista en España y os prometo seguir en la lucha feminista y cambiar el mundo desde abajo, para darle la vuelta a esto

Hoy me enfadé mucho, Diana. Un chico al que considero una persona inteligente y sensata colgó un vídeo de una antifeminista que decía “Una mujer destruye el feminismo” y añadió un “bravo”. No pude ver más de dos minutos y ya tenía ganas de gritar por la ventana. Nada más repugnante, querida Diana. Los primeros argumentos que esgrimía esta chica para estar en contra del feminismo era que no necesitaba el feminismo porque no cree en privilegios ni en supremacía. No sé de qué privilegios me habla cuando el mundo en el que vivimos está hecho a imagen y semejanza del hombre blanco heterosexual. ¿Sabías que la mayor parte de experimentos con medicamentos se hacen sobre este patrón y que muchas de las medicinas que nos tomamos las mujeres, o incluso los hombres negros, podrían ser peligrosas para nosotros? ¿Sabes que la Constitución española bajo la que tú y yo vivimos está únicamente firmada por hombres blancos heterosexuales? ¿Sabes que sólo hay tres mujeres dirigiendo empresas en el Ibex 35, un 10 por ciento del total? ¿Sabes que el cuidado de los hijos sigue cayendo en un 80 por ciento en las mujeres? ¿Sabes que las mujeres en la cincuentena renuncian en masa a sus carreras laborales para ocuparse de sus mayores y de los de sus parejas? ¿Sabes que las leyes de conciliación en España están pensadas para que quien concilie sea la mujer? De verdad, ¿de qué putos privilegios me habláis? Cuando se abrieron los campos de concentración de Alemania y Polonia muchos judíos no querían salir y otros estaban tan asustados que lloraban, no sabían vivir en libertad y hubo que ayudarlos a hacerlo. Las mujeres llevamos más de 2.000 años siendo esclavas dentro y fuera de casa y ayudarnos y apoyarnos para equilibrar una situación ANORMAL no es darnos privilegios, es darnos JUSTICIA, la que nunca hemos tenido. A este ritmo tardaremos más de 500 años en llegar a una situación real de igualdad en los países occidentales. De los otros, ni hablamos.

Otro argumento para estar en contra del feminismo era que –supuestamente– en Estados Unidos hay más violaciones a hombres dentro de las cárceles que las que sufren las mujeres en la calle. Cuestionando absolutamente este dato me pregunto ¿quién coño viola a los hombres en las cárceles masculinas? Exacto, Diana, a los hombres los violan otros hombres.

La intelectual de turno también dice que los hombres se suicidan mucho más, y lo relacionó con esa violencia que las mujeres ejercemos sobre los hombres. Nosotras, que a pesar de todo nos seguimos enamorando de ellos y tenemos amigos, porque hay hombres buenos, Diana, nosotras tenemos que tolerar que nos culpen de los suicidios cuando nos matan a diario. La neurobiología tiene la respuesta a esta tendencia: las hormonas masculinas y femeninas configuran diferentes patrones de comportamiento cerebral y que la mayor cantidad de testosterona de los hombres hace que asuman con mucha más frecuencia conductas de riesgo, como el suicidio. Mientras, las mujeres nos deprimimos y tenemos muchos más trastornos del espectro ansioso y “tormentos” varios por combinar el trabajo dentro y fuera de casa y la fregona con la piel tersa. La sociedad heteropatriarcal rechaza la debilidad masculina y muchos hombres con problemas emocionales no se atreven a contarlo o a pedir ayuda por vergüenza y prefieren matarse a ser “débiles”.

Le doy las gracias a todas las que vinieron antes por haber conseguido que yo sea más libre que mi madre, infinitamente más libre que mi abuela. Y te juro, Diana, que yo sí seguiré en la lucha, que yo sí me comprometo a cambiar el mundo, que yo no me rindo nunca. Vuelve, Diana, el mundo nos necesita.