El pasado 9 de julio el ex secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, apremió a Pekín y Washington a abrir un diálogo entre ellos para evitar "una catástrofe” internacional. El veterano diplomático (tiene 98 años) viajó a China para rememorar el encuentro con Mao y Chu En Lai del año 1971

"Nos encontramos en una situación, 50 años después, en que la necesidad de cooperación no ha disminuido", señaló a través de un vídeo. "El conflicto entre ambos países dividirá el mundo entero y los intentos de alinear a las naciones de un lado o del otro crearán divisiones cada vez más difíciles de resolver".

El Punto Omega, que es sinónimo de foco de unión, ha llegado pronto e inesperadamente, revelando además cuál es la clave del vínculo básico entre China y EE.UU. Una crisis financiera, por un lado, puede ser tan determinante como, por otra vía, un milagro si además se añade una inversión de 1 billón de dólares en el otro lado beligerante. 

Empecemos por el gran susto que se produjo el 26 de julio en los mercados de China y Hong Kong, donde se produjo una venta masiva —que cada vez se mostraba más profunda— de las acciones chinas que se extendió a los mercados de bonos y divisas al saltar el temor de que los fondos norteamericanos estuviesen deshaciéndose de los activos de ambas plazas. 

La "venta de pánico" vino después de muestras de represión regulatoria sobre las grandes tecnológicas, las empresas de educación y del transporte privado, una señal de que podría extenderse a otras actividades y sectores.

"Gobernar por decreto en los mercados de capital es una empresa arriesgada y un cambio regulatorio abrupto es tóxico para el espíritu empresarial", según David Goldman, experto en Asia.  La huida de las acciones chinas se extendía en medio del temor del éxodo de los inversores extranjeros. Goldman Sachs resumió así la situación en una nota para sus clientes: "Incluso cuando piense que el riesgo de China tiene un precio... puede empeorar". La ola de ventas supuso casi 1,5 billones de dólares, según datos de Bloomberg. 

El miércoles 28 de julio, hubo un movimiento de los medios chinos para tranquilizar a los inversores con un impacto mixto. El día 30, Pekín inyectó dinero en los mercados, con el complemento de la promesa de que las autoridades chinas seguirán permitiendo que las empresas coticen en Wall Street. A su vez, "los reguladores chinos indicaron que valorarán a partir de ahora el impacto en los mercados financieros antes de introducir nuevas políticas y regulación, según Link Securities. 

Por el otro lado contendiente, tras alcanzar un acuerdo entre demócratas y republicanos EE.UU. ha aprobado una inversión de un billón de dólares para animar y hacer más eficiente su economía. EEUU y China han mantenido, contra viento y marea, buena parte de sus relaciones económicas, Esta gran inversión americana favorecerá colateralmente al gigante asiático, cuyo dinamismo depende de las exportaciones y las inversiones extranjeras.

Tal era el nuevo ambiente que el embajador chino en la OMC, Li Chenggang, dijo que hay margen para que Pekín trabaje con EE.UU. frenando las prácticas irregulares en el comercio. "China mantendrá la mente abierta", prometió.

Henry Kissinger quizá no haya alcanzado el Punto Omega que busca, pero está en camino. Eso sí, a largo plazo, como siempre trabaja.