Cuando el president de la Generalitat, Pere Aragonès, anunció la convocatoria de elecciones anticipadas por la incapacidad de encontrar apoyos a sus presupuestos, todo hacía pensar que en Palau o en Calàbria alguien tenía las cosas bien preparadas. Pero visto como han avanzado las semanas, parece que quien lo tenía más listo era el president Puigdemont. Digo parece porque todo apunta a que no era así; sea como sea, desde el primer momento ha mostrado una gran capacidad para fijar la agenda. Primer movimiento: salir a valorar la convocatoria sorpresa de elecciones diciendo que el calendario le da margen para estar presente en la investidura. Segundo: anunciar su candidatura. Tercer movimiento, este martes: vuelve tanto si gana como si no. Un Illa aparentemente desaparecido y un Aragonès visiblemente hiperactivo no han logrado desbancarle del liderazgo mediático. Puigdemont, en cambio, parece que ha detenido el efecto Illa y ha superado a ERC —nos lo confirmarán las encuestas.

Puigdemont se encuentra en el centro de la campaña. La pregunta de estos días entre los votantes independentistas es si votarás a Puigdemont. Poca broma, que hace pocas semanas lo que más predominaba en ese sector de la sociedad eran las ganas de no votar. Que a dos semanas para el inicio de la campaña esta sea la pregunta que más se hace el independentismo es positivo para Junts. Pero también es positivo para el PSC, puesto que se presentarán claramente como la alternativa a esta opción. Y si esta es la pregunta de ahora, todo apunta a que evolucionará hasta que la pregunta a la que tendremos que dar respuesta en las elecciones del 12 de mayo será Puigdemont o PSOE.

Cuesta mucho asomarse en una campaña polarizada por dos candidatos distintos al tuyo; cuesta fijar propuestas, cuesta decidir a quién te confrontas

Cuando hay un dilema electoral es muy bueno estar y muy malo no estar. Es decir, de ser así, Esquerra tendría un problema. Cuesta mucho asomarse en una campaña polarizada por dos candidatos distintos al tuyo. Cuesta fijar propuestas, tal y como se está viendo. Cuesta decidir a quién te confrontas, como se está viendo. Illa ya ha hecho público su mensaje "unir y servir". Ahora será cuestión de que vaya detallando lo que quiere unir y a qué o quién quiere servir, que, todo sea dicho, es bastante obvio. Puigdemont también ha enseñado bastante sus cartas y son potentes: restitución de la presidencia de la Generalitat; vuelve tanto si gana como si pierde, que, en este caso, ha anunciado que se retiraría; hacer las cosas bien y levantar la moral de Catalunya. Todo esto habiendo mantenido la posición durante más de 6 años de exilio. Esquerra, en cambio, tiene el ejercicio más complicado: ¿centrarse en propuestas cuando ha estado los últimos años gobernando en solitario? ¿Sacar pecho de la acción de gobierno cuando no cuenta con una gran aprobación? ¿Confrontarse con Puigdemont? ¿Con Illa? ¿Con ambos? ¿Centrarse en gestión o hacer una propuesta independentista? ¿Tratar de hacer una campaña de ilusión o subrayar la rivalidad cainita entre el independentismo?

Esto abre la segunda gran pregunta de estas elecciones: ¿después de los resultados, qué? Todo parece indicar que no habrá mayoría absoluta y que habrá que pactar. En este sentido, Junts también ya se ha posicionado, "hablar con todo el mundo y llegar a acuerdos, sí; pero hacer gobierno con los socialistas, no". Aclara el paisaje a sus votantes, pero cede lo tan preciado en política a Esquerra: tener abiertas diferentes opciones de pacto, que, en este caso, sería gobierno independentista o tripartito. Es decir, ¿Puigdemont o PSOE? De nuevo, la gran pregunta de estas elecciones.