El PSOE ha celebrado este fin de semana su Comité Federal. En él se ha aprobado una medida rocambolesca y absurda, que evidencia su borrosa visión sobre los electores y la opinión pública: expulsar a cualquier militante que solicite, acepte u obtenga servicios sexuales a cambio de dinero. Una infracción que se considerará muy grave y será sancionada con la máxima penalización: la expulsión del partido. Para aplicar esta sanción, se necesitarán pruebas fundadas que serán investigadas por el Comité de Ética y Garantías del partido.
Detengámonos aquí un momento. Resulta que un partido político decide que va a expulsar de sus filas a quienes soliciten, acepten u obtengan servicios sexuales a cambio de dinero. Y resulta que hacer esto en España es perfectamente legal. O, como dirían los del Tribunal Constitucional, “lo que no está expresamente prohibido, está permitido” en España. Y la prostitución no está prohibida. Lo que no está es regulada. Pero una persona puede ofrecer sexo a cambio de dinero que otro le puede dar. De hecho, hay muchas personas en España que ofrecen sexo a cambio de dinero, y que pagan por tener sexo.
El reciente Macroestudio sobre trata, explotación sexual y prostitución de mujeres, publicado por el Ministerio de Igualdad en 2024, afirmaba que al menos 114.576 mujeres se encuentran en situación de prostitución en España, según el análisis de anuncios en páginas web de servicios sexuales. Pero pueden ser muchas más. Utilizando métodos estadísticos para estimar la población oculta, el estudio eleva la cifra potencial a aproximadamente 169.712 mujeres (con un intervalo de confianza de entre 152.735 y 184.234). El estudio señala que, por cada 10.000 mujeres mayores de edad en España, hay 52-56 en situación de prostitución. Esta cifra es para pararse un rato a pensar en ello. El grupo de edad con mayor tasa es el de 18 a 24 años, con 189 mujeres en prostitución por cada 10.000 de esa franja.
Lo que no está permitido es que se obligue a alguien a tener sexo, y cuando además se obtiene un beneficio económico de ese sometimiento a una tercera persona, se llama explotación sexual o trata de blancas. Eso es delito. Y se persigue demasiado poco, por cierto. Se realizaron 10.013 inspecciones administrativas en lugares vinculados a la prostitución en 2024. Un año en el que la Policía Nacional y la Guardia Civil liberaron a 1.794 víctimas de trata y explotación sexual o laboral, un 22% más que el año anterior.
El citado Macroestudio señala que el 80% de las mujeres en prostitución estarían en riesgo de trata con fines de explotación sexual (92.496 mujeres). Y entre el 8,5% y el 15,4% del total (entre 9.764 y 17.639 mujeres) estarían en riesgo alto de trata. El Ministerio de Igualdad estima que al menos un 24% de las mujeres que ejercen la prostitución están en riesgo de explotación sexual, aunque este porcentaje varía según los métodos de análisis.
Por ir poniéndole cara un poco al asunto, las comunidades autónomas con mayores tasas de prostitución por cada 10.000 mujeres adultas son:
- Baleares: 121
- Catalunya: 103
- València: 73
- Cantabria: 73
En números absolutos, Catalunya (34.759), Madrid (20.549), València (16.314) y Andalucía (9.026) son las comunidades con más mujeres en situación de prostitución. Según la asociación In Género, entre 25.000 y 30.000 personas (mayoría de mujeres) ejercen la prostitución, repartidas en:
- 2.500 pisos (el 51%)
- 800 prostíbulos (el 45%)
- 50 lugares de la calle (el 4%)
En términos económicos, se estima que la prostitución representa aproximadamente el 0,35% del producto interior bruto español, lo que equivaldría ahora mismo a 4.000 millones de euros anuales. Un negocio que genera beneficios de 5 millones de euros diarios. Para los empresarios del sector, los ingresos por prostituta y año pueden alcanzar los 45.000 euros; algunas fuentes elevan esta cifra a entre 75.000 y 100.000 euros anuales por trabajadora. Si una prostituta trabajara de forma autónoma y sin intermediarios, podría teóricamente ganar esas cifras, aunque la realidad es que la mayoría de las trabajadoras sexuales son pobres, migrantes e indocumentadas, y no alcanzan esos ingresos.
Un informe de la Seguridad Social de 2006 estimó que la regularización de la prostitución podría suponer una recaudación fiscal extra de cerca de 1.200 millones de euros solo en cotizaciones y tributos, considerando la regularización de unas 113.500 personas. La legalización podría aumentar los ingresos públicos a través del IRPF, cotizaciones a la Seguridad Social e IVA, aunque no existen cálculos oficiales actuales sobre el impacto total de una posible regularización.
¿Es este el feminismo del PSOE? Porque si es así, me parece una mierda
Hasta aquí espero que haya quedado claro que la prostitución es legal en España. La explotación sexual, no. Y que si no se regula como un trabajo, se está permitiendo que proliferen la delincuencia, el dinero negro y los abusos. Y las que están expuestas y jodidas son las prostitutas, que seguirán trabajando se ponga el PSOE como se ponga. Pero lo harán sin derechos, ni seguridad de ningún tipo, y jugándosela ellas solas peleando también contra las mafias.
¿Es este el feminismo del PSOE? Porque si es así, me parece una mierda. Y me lo parece porque las mujeres pueden usar su cuerpo y su intelecto como les dé la gana. Y si quieren ganarse la vida limpiando, cantando o follando deben tener todas las garantías para poder hacerlo como trabajadoras. Repito: trabajadoras.
¿Un partido socialista obrero con moralinas? Ustedes me van a perdonar, proletarios del mundo unidos, porque las putas me parecen de las trabajadoras más merecedoras de nuestro apoyo y respeto. Y desde luego, esta actitud pseudoursulina es para dar un puñetazo en la mesa.
Las putas hacen lo que no quieren o no están dispuestas a hacer otras. Como las que limpian y friegan. Como las que cuidan a tu abuela, a tus hijos. Como las que están ahora mismo empaquetando las ropitas que te compras por internet en naves industriales bien cerca de mi casa: sin aire acondicionado, cayendo como moscas con lipotimias, un día tras otro. Pero eso al PSOE no le ha parecido digno de montar un pollo y expulsar a todos los militantes que incumplan con el respeto a los trabajadores en sus empresas. ¿Por qué no?
¿Y por qué no expulsa el PSOE a los militantes que no paguen impuestos? Les hago la ola si se ponen así. Pero por ahí no tiran. ¿Expulsará el PSOE a los consumidores de coca? Es por poner un ejemplo. Tampoco estaría mal. Aportaría claridad y coherencia a las agendas políticas de algunos, seguramente. Y yo me pregunto, además: ¿cómo van a obtener pruebas fehacientes de que un militante se ha ido de putas? ¿Tienen a gente como Koldo currando en los prostíbulos que irán haciendo un registro de entrada? ¿O esperarán que se den de baja solitos los militantes? ¿Cómo funciona el invento?
La idea no tiene por dónde cogerse. Porque encima viene como respuesta a un escándalo bochornoso que ha puesto su último broche con unas declaraciones de Ábalos en las que decía que toda esta movida radica en la envidia de los españoles. Envidia hacia él, ha de entenderse. Porque parece peor follar que robar, dice José Luis. Y que lo que pasa aquí es que le tienen ojeriza porque se folla a tías jóvenes y no a viejas pellejas.
El abolicionismo, en definitiva, genera desprotección hacia las trabajadoras sexuales
Por muy increíble que le haya parecido esto que le acabo de contar, ha sido así. Tal cual. Y claro, ciertamente esto ya adquiere un cariz que se escapa a cualquier marco racional. Estamos entrando en unos terrenos tan desconocidos para la mínima lógica y decencia, que la respuesta del PSOE el viernes, en esa reunión feminista en la que la foto mareaba (Sánchez rodeado de mujeres), no debería sorprendernos. Pero lo ha hecho. Lo ha vuelto a hacer.
Hace ya unos años que no frecuento los comités federales del PSOE. Los mismos años más o menos que han transcurrido desde que me llegó aquello que pensaba que era un rumor y hoy se confirma a todas luces: el negocio de la familia del presidente era, precisamente, el de la prostitución. Y no, no era un ejército de putas autónomas. Sino una serie de locales donde unos señores sacaban pasta de los servicios sexuales de las trabajadoras. O sea, una suerte de chanchullo donde la explotación y la prostitución se difuminan con demasiada facilidad, y que permite ganar mucha pasta a los que lo gestionan, y muy poca a las que ponen el coño. Ese era el negocio familiar más potente y cercano que tenía el señor Sánchez, según se publica. Causa estupor que sea este el que va de adalid de la moralidad y aparentemente contra la prostitución, metiendo el acelerador hacia la ley que propondrá después del verano precisamente abolicionista.
Si no fuera todo tan descarado, parecería una teoría de la conspiración. Pero es que resulta que si usted se lee despacio todo lo que aquí se ha escrito, llegará a la conclusión de que esto puede que sea precisamente todo lo contrario a lo que parece. Abolir la prostitución empujará a las trabajadoras autónomas que hoy existen a caer en redes como las que había de siempre. Esas que los empresarios conocían de siempre.
El abolicionismo, en definitiva, genera desprotección hacia las trabajadoras sexuales. Las abandona a su suerte, que en el peor de los casos será una mafia que la explote. Cuando se habla de abolicionismo, se disfraza como feminismo (para eso montan este circo). Pero en realidad, van a por las prostitutas libres, que dicho sea de paso, es un sector que con las nuevas tecnologías, va en auge.
Vaya, desde aquí mi apoyo total a las putas, que en toda esta trama de corrupción han sido las únicas que han sido honestas en su profesión.