Es la frase de moda. La del título quiero decir. La autora es una madre que entra en la habitación de su hija y le coge el móvil en plena sesión de Periscope. Y, entre que en aquel momento había gente conectada y que la madre no cerró la sesión, las imágenes quedaron grabadas, empezaron a circular y ahora mismo son el vídeo viral del momento. Y si todavía no lo ha visto, es este:

Y este desconcierto de las progenitoras (y de los progenitores) ante la fuerza de las diferentes novedades digitales liga con el otro fenómeno del momento, el Pokémon Go. De repente, millones de adolescentes (y no tant adolescentes) del planeta entero han abandonado la relación virtual con la realidad que establecían en la soledad de sus habitaciones y se han lanzado a las calles y plazas para vivir una virtualidad diferente consistente en "cazar" imágenes virtuales en lugares reales.
Nuestro nuevo paisaje es ver gente circulando con las propias piernas y enganchada a una pantalla de móvil en busca de unos bichos que habitan en su interior (en el interior del móvil, no de la gente. Bueno, al menos de momento).
Y, paralelamente, nuestro nuevo paisaje mediático es un consumo diario y persistente de todo tipo de noticias sobre el fenómeno. El padre que en pleno parto de su hijo aprovechó para cazar un pokémon, los turistas que tras unos bichitos entraron en un túnel por donde estaba prohibido pasar... y pronto leeremos el caso de uno que persiguiendo los malditos muñecos cayó por un barranco que acababa en un río lleno de pirañas tan hambrientas como verdaderas y que lo cazaron a él.
Y no puedo evitar pensar en cómo hemos influido los medios en el éxito deslumbrante del juego de las narices. ¿Nos pasamos el día hablando de él porque es un fenómeno o es un fenómeno porque los medios nos pasamos el día hablando de él?
Y no puedo evitar pensar en los motivos por los cuales la gente se entretiene masivamente con los pokémons, como no hace mucho se entretenían jugando al candy crush. ¿Por qué escogen consumir precisamente estos juegos y no otros? ¿Qué les aportan? ¿Entretenimiento? ¿Retos? ¿Necesitamos perder el tiempo haciendo alguna cosa porque necesitamos llenar nuestro tiempo libre haciendo alguna cosa? ¿Tenemos miedo a estar sin hacer nada para no tener la tentación de pensar? ¿Nos angustia estar sin interactuar con una máquina? ¿Definitivamente, los humanos hemos renunciado a observar, a analizar? ¿Ya no sabemos privarnos ni un solo segundo de nuestra vida sin consumir evasión? ¿Hemos llegado ya al estado mental en que necesitamos un permanente estado de placer neuronal y lo obtenemos a través de la competición contra nosotros mismos y poniéndonos a prueba?
Como no tengo la respuesta y quizás todo es tan sencillo como que la gente se aburre, me voy a reflexionar sobre el tema tomando un café con leche en un paseo, en una rambla, en una calle mayor, en una plaza de la villa, en un parque, en una montaña o delante del mar. Eso sí, siempre que no me atropellen los millares de cazadores de pokémons que transitan por paseos, ramblas, calles mayores, plazas de las villas, parques, montañas o por delante del mar y que están tan pendientes del móvil que no saben que están transitando por un paseo, una rambla, una calle mayor, una plaza de una villa, un parque, una montaña o por delante del mar.