Lisboa se levanta con un gran sol que sigue deslumbrando al Barça femenino después de la derrota este pasado sábado en la final de la Women's Champions League contra el Arsenal. Las culés, desconsoladas y llenas de lágrimas, todavía no se creen la derrota en el Estádio José Alvalade. Y la sensación de esta mañana es la de una resaca emocional difícil de superar.
La cara de la derrota del Barça
Amargura entre los culés presentes en Lisboa después de unas últimas horas en las cuales muchos han bajado la cabeza y no quieren recordar el pasado. Pero realmente de las derrotas también se aprende, si no que se lo digan a este equipo, que ya se levantó de las durísimas derrotas de Budapest y Turín.
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— FC Barcelona Femení (@FCBfemeni) May 24, 2025
Las caras de dolor del final contrastaban con la ilusión de unas horas antes en la previa. Más de 15.000 culés apoyando al Barça en la quinta final consecutiva de las blaugrana.
Pero esta vez se ha saboreado el amargo sabor de la derrota, y más en un día que todo el mundo ya se veía ganador. Cuanto más arriba están los ánimos, más fuerte es el garrotazo por la caída. Y esto es lo que les ha pasado al Barça y a los culés, que notan los efectos de un golpe y de una resaca muy complicada de gestionar.
La mejor afición del mundo. Gracias por haber venido a Lisboa. Os amamos|estimamos ����❤ pic.twitter.com/eoFtjz4Yf8
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El orgullo culé se sigue haciendo presente en Lisboa
Pero al mismo tiempo también aparece el orgullo que se ha transmitido antes, durante y después de la final. Las aficionadas blaugrana presentes en Lisboa fueron las primeras encargadas de animar a las jugadoras en el momento de la derrota. Y aunque levantar los ánimos era complicado, allí estaban para ayudar.
Y el orgullo culé se ha seguido viendo esta mañana por las calles de Lisboa. Aunque muchos aficionados ya se han marchado hacia casa, algunos de los que todavía quedan siguen luciendo la camiseta blaugrana, y también en el Aeropuerto de Lisboa. Esto es orgullo real por un equipo que lo ha dado todo y que está haciendo disfrutar como nunca a una afición culé que se está acostumbrando a ver ganar a su equipo.

Y aunque Lisboa es una nueva ciudad maldita para el Barça femenino y que la resaca será difícil de pasar, los culés siguen con una media sonrisa, sabiendo que este equipo se levantará como en las otras dos ocasiones que perdieron la final y confían en las jugadoras, que son las primeras que con rabia dijeron que volverán.