Mi país es tan pequeño que desde un festival se escucha la música del festival vecino. Mi país es aquel donde hay más podcasters que oyentes. En mi país hay mucha gente diciendo "lo peta" pero no hay pólvora para tanto petar. En los días pares, en mi país damos un premio sobre algún ámbito hecho en catalán y en los impares publicamos informes donde decimos que el catalán se hunde en casi todos los ámbitos. Cada vez tenemos más catalanohablantes expertos en cualquier cosa repartidos por todo el mundo y quizás por eso cada vez hay menos expertos que en Catalunya sepan hablar en catalán sobre su ámbito de conocimiento. En mi país, en una misma semana presumimos de que el 95% de los estudiantes de la selectividad han aprobado pero que la mayoría de los alumnos de sexto de primaria y cuarto de ESO obtienen peores resultados año tras año en competencias básicas, es decir, leer, entender el texto, escribir, y las operaciones matemáticas mínimas. Estos jóvenes lo serán formalmente hasta los 30, edad en la que se deja de tener derecho a tener el Carnet Jove. Y al cabo de poco ya tendrán derecho a la tarjeta Rosa, que te la dan con 60 años.
La vida real es aquella que va entre el Carnet Jove y la Tarjeta Rosa. Y la franja entre uno y la otra es cada vez más pequeña. Pasa lo mismo con los sitios normales para aparcar el coche: cada vez hay menos espacios pintados en blanco y cada vez hay más variedad de colores con excepcionalidades diversas: zonas verdes, zonas azules, zonas amarillas de carga y descarga, zonas rojas para pacientes del CAP, los merecidos pero en aumento espacios para personas con discapacidad y el inexorable aumento de plazas para cargar coches eléctricos. Igual que en la vida, donde todo el mundo pertenecemos a un colectivo damnificado u otro, la mayoría de vehículos que querrían aparcar en la zona blanca han quedado en minoría por la suma de minorías de otros colores. Y las pocas plazas de aparcamiento que quedan disponibles están ocupadas circunstancialmente por, o bien camiones de mudanza de vecinos gentrificados, o bien por los -también en aumento- espacios reservados para filmación.
Si en una cosa vamos unidos los catalanes es en generar debates igual de útiles que aquellas reuniones que acaban con un 'demosle dos vueltas'
Y es que en mi país también hay más vídeos que espectadores. Y horas de reels de Instagram que podrían llenar varias plataformas de la CCMA. También es un país donde de una reunión de tres personas salen cuatro productoras audiovisuales. En mi país está todo tan atomizado que la televisión más vista es TV3 con una media del 13,9% de cuota de pantalla. Eso quiere decir que de cada 100 personas que pone la tele lineal, 86 no ven la tele que es líder. En Catalunya hay 8 millones de habitantes, de los cuales 6 millones y medio de los cuales son mayores de edad. De estos 6,5 millones, solo 380.000 ven el Telenotícies Vespre, pero que a su vez es el espacio más visto del país. Eso quiere decir que más de 6 millones de personas se informan a través o de otras cadenas, o por otros soportes o no se informan. El PSC fue el partido más votado a las elecciones del 2024 y Salvador Illa es el presidente: lo votaron 882.000 personas de las 3,1 millones que fueron a votar. Eso es un poco menos del 28%. Si añadimos la población con derecho al voto llegaremos a los 5,7 millones: a Illa, pues, -siendo el más votado- solo lo votó el 15% de la población catalana. El alcalde de Barcelona, que en este caso no fue el más votado, es alcalde habiendo sido votado por el 19,79% de los que fueron a votar, y solo el 9,8% del total de barceloneses con derecho al voto.
Un país pequeño, fragmentado y con cada vez menos referentes de cohesión. Y los pocos que tenemos nos los cargamos, como uno de los himnos no oficiales de la nación, El meu avi, cancelado por miedo al miedo. Por miedo al qué dirán. Nadie, absolutamente nadie, se habría tomado la continuidad de la canción en la cantada d'havaneres de Calella de Palafrugell como una apología de la prostitución porque la canción está muy por encima de su autor. Pero en eso sí que estamos unidos y somos abanderados; en generar debates igual de útiles que aquellas reuniones que acaban con aquello de démosle dos vueltas, ahora lo tenemos que aterrizar y nosotros lo consultaremos internamente. Hoy publicamos una interesante entrevista con el presidente de RTVE, José Pablo López, dividida en dos partes. En la primera da detalles del nuevo canal de televisión que acabará emitiendo solo en catalán y que se podrá ver donde ahora hay La 2. Y en la segunda parte, habla de la experiencia de estos primeros meses al frente del ente público español. En la conversación, José Pablo López habla de las muchas críticas que ha recibido pero defiende que entre la inacción y el ensayo-error, prefiere actuar. Y lo resumió con una expresión que me impactó: hay que evitar la parálisis por análisis. Pues eso.