Para ser las incidencias en el servicio un tema tan recurrente, uno tiene la tentación de dejar de quejarse. Pero me niego a hacerlo porque, aunque no cambia absolutamente nada, pasarlo por alto sería una forma de aceptación de un servicio público que se presta de manera impropia y que alimentamos con nuestros impuestos.

Con el historial de incidencias, averías y similares que acumula el servicio de Rodalies, la compañía Renfe y la entidad Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias) se podría escribir una enciclopedia. Oír a sus directivos, oír a la catalana ministra de transportes y a otros responsables políticos a la hora de repartir culpas y de dar excusas sobre el servicio pone de mal humor, por decirlo suavemente. El último episodio grave y de grandísima afectación (R2, R13, R14, R15, R16 y R17), el incendio de un cuadro de señales en Gavà. Una más, y vamos por la enésima.

Un trabajo relativamente reciente de Roger Medina y Marc Riudevitlles, publicado en el blog 5centims.cat, exploró los tuits y retuits relacionados con incidencias en el servicio de la cuenta de Twitter de @rodalies durante 5 meses (desde el 3 de octubre de 2022 al 3 de febrero de 2023). El ejercicio es indicativo del problema de Renfe, aunque la compañía sigue diciendo día sí día también que su nivel de puntualidad es de los más altos de Europa. La exploración de Twitter indica que cada día laborable en el periodo considerado se publican múltiples tuits que anuncian la alteración del servicio normal. No estamos ante hechos puntuales de vez en cuando, sino de varias veces al día. La mayoría (52%) de las incidencias que se reprimen hacen referencia a retrasos de entre 15 y 30 minutos que, por ser Rodalies (trayectos y duraciones de viaje relativamente cortos), representan desviaciones importantes con respecto a los horarios programados. Las líneas más afectadas son la R4 y la R1, que acumulan más de la mitad de incidencias. Los autores del trabajo nos advierten de la representatividad real del ejercicio, en el sentido que se parte de una información de base que da la misma Rodalies y que, como es habitual, publica menos incidencias (hay que pensar que lo hace con las menos graves) de las que realmente se producen.

El gobierno del Estado más medioambientalmente progresista de la historia hace lo mismo que los gobiernos anteriores: con una infraestructura lamentable y con un servicio ídem, incentiva el uso del coche para trayectos cortos

La última incidencia de Gavà, hoy resuelta, ha tenido un alcance muy importante, por la duración y por la amplitud de la afectación. La Cambra de Comerç de Barcelona cuantificó que afectaba diariamente 80.000 desplazamientos, calculando que entre el 2 y 5 de mayo el problema representó la pérdida global de 292.000 horas a las personas afectadas. De hecho, según la misma institución, desde principio de año, las 12 incidencias más relevantes en la red de Rodalies han afectado a cerca de 860.000 desplazamientos, y se han traducido en 521.000 horas perdidas, equivalentes a 65.000 jornadas laborales.

Ante la confusión permanente del servicio se están alzando voces, también por enésima vez, de un traspaso integral de Rodalies. La petición se hace porque el traspaso de la titularidad del servicio a la Generalitat, que se produjo en el año 2010, no sirve para mucho. En virtud a aquel acuerdo, la Generalitat tiene la potestad de fijar horarios, precios, controlar y sancionar la calidad del servicio, entre otras cosas, pero no puede hacer nada en lo que es sustancial, eso es, ni operar el servicio (ahora lo hace Renfe y en el futuro se podría contratar a esta o bien a otra compañía) ni invertir en la infraestructura, competencia que está en manos de Adif. Para hacer un símil, imagínese el lector que le traspasaran la titularidad del hospital de la Vall d'Hebron, pero sin ningún poder de decisión sobre el equipo humano que presta los servicios sanitarios y sin ningún poder de decisión (ni dinero) tampoco sobre inversiones necesarias para prestar un buen servicio. Tal como es sabido y como se denuncia reiteradamente, Adif, por ejemplo, ha pasado históricamente de invertir en beneficio de Rodalies en Catalunya, y esa es la causa del mal servicio, que afecta, recordémoslo, a centenares de miles de usuarios cada día.

El gobierno del Estado no quiere oír ni hablar de traspasar Rodalies, de hecho, la cesión de la titularidad del servicio fue una operación de estética, de cara a la galería de la descentralización madrileña. Para tener ninguno o pocos resultados, quizás no hacía falta la movida, entre otras cosas porque la Generalitat está en riesgo de que se la haga pasar por culpable del mal servicio ferroviario, cuando en realidad los problemas vienen de factores sobre los que no tiene ninguna potestad.

En definitiva, se da la paradoja que el gobierno del Estado más medioambientalmente progresista de la historia, el que se ha propuesto ser puntero en el despliegue de energías renovables, en la lucha contra el CO₂, en la limitación del uso del coche en ciudades, que regala billetes de tren, etcétera, hace lo mismo que los gobiernos anteriores: con una infraestructura lamentable y con un servicio ídem, incentiva el uso del coche para trayectos cortos. Eso sí, con la satisfacción del control absoluto del tren, porque todas las decisiones importantes y la gestión del dinero se siguen tomando en Madrid, no en balde se considera una estructura de Estado.