Estás un día en casa mirando el informativo de TV3 y aparece una noticia de aquellas que, tal como te la explican, te deja a cuadros y que, enseguida, ves que tendrá recorrido.

Es la historia de una pareja de Les Franqueses del Vallès a quien un día una amiga les dice si pueden alojar a una tercera persona hasta que encuentre un piso de alquiler. La pareja acepta, pero al cabo de poco tiempo la convivencia entre las dos partes se deteriora y se hace insostenible. Tanto, que la pareja le dice a la amiga de la amiga que se marche, ella se niega y los denuncia a los Mossos por coacciones.

Y en la noticia hablan de la "pesadilla" de la familia que no la puede echar porque la ley no les da la razón. Que tres meses después "nadie les da ninguna solución" y que "el único resquicio legal que han encontrado podría tardar un año en hacerse efectiva". Y nos explican que la mujer ahora "los fines de semana lleva el hijo y la pareja". Y aparece el afectado y explica que debido a la denuncia que presentó la invitada, los Mossos fueron al piso y que la situación en que ha derivado "les está destrozando la vida porque es la salud y es la mente" y que se ha llegado a un extremo tan grave que "mi mujer no quiere venir ya ni a casa. Sufre ataques de angustia, se desmaya, tiembla y llora cada día" y que lo que quieren es una solución "para que esta mujer se marche".

Entonces, el audio de la noticia nos explica que los juristas no recomiendan aprovechar la ausencia momentánea de la okupa (ya nos ha quedado claro que la amiga de la amiga lo era) para sacar sus efectos personales y cambiar la cerradura de la puerta porque eso podría suponer problemas legales al propietario legal. Y eso nos lo confirma un experto del bufet Garrigues que aparece a continuación. Y así se acaba la noticia.

Y tú te quedas aplastado en el sofá de casa pensando cosas como: "qué jeta tiene la tipa esta, encima que la quieres ayudar... Y, fíjate, la ley beneficia a los okupas y la policía no puede hacer nada". Y te imaginas a ti en esta situación. Y te ves en tu casa con tu familia en el comedor sin no poder ni ir al inodoro porque alguien a quien no conoces de nada y que te ha denunciado, en aquel momento está utilizando tu ducha... o sea, tu agua y el gas de tu caldera. ¿Muy bestia, verdad?

Cómo era previsible, la noticia corrió como la pólvora y todos los medios hablamos de ella porque, reconozcámoslo, es uno de estos hechos que impacta. Y todos ofrecimos este enfoque, esta versión. La de TV3. O sea, a nadie se le ocurrió ir a hablar con la amiga de la amiga, con el administrador de la finca, no se, con alguien. Vaya, que nadie investigó por su cuenta si las cosas eran exactamente así o no. Si había algún matiz que explicara algún comportamiento.

Y así estuvimos hasta el día siguiente, o sea hoy, cuando después del alboroto resulta que la okupa amiga de la amiga ha cogido las cosas y se ha largado sin decir nada.

¿Qué bien, verdad? Tema resuelto. Han ganado los buenos y la perversa amiga de la amiga no se ha salido con la suya. Y, de paso, hemos reabierto el debate cíclico sobre esta ley que protege a los okupas y no a los propietarios y se ha recordado aquello de que si tú sales de casa y cuando vuelves alguien se te ha instalado, tendrás muchos problemas para echarlo. Y que hay mafias especializadas en estas prácticas que piden dinero a cambio de marcharse y evitarte un largo proceso legal durante el cual no tendrás donde vivir y, encima, pagarás los suministros que gaste el okupa. Pero este no es el objeto de este artículo. No, el tema es el papel de los medios en esta historia.

Sí, porque cuando todo había acabado, esta mañana en Can Basté (RAC1) ha aparecido Josep Maria Aguilà, abogado del Colegio de Administradores de Fincas de Barcelona y Lleida, que iba a explicar lo que dice la ley y que se ha encontrado con que por teléfono estaba el afectado. Y así ha sido como el señor Aguilà ha demostrado conocer detalles que ningún periodista había explicado hasta entonces: que había un acuerdo verbal entre las dos partes, que "la okupa" pagaba 200 euros mensuales por estar en la habitación, que el inquilino "legal" le apagó la caldera a "la okupa" mientras se duchaba y otras cuestiones totalmente desconocidas. Y, evidentemente, eso lo cambia todo. Informativamente hablando.

Insisto, no entro en el tema legal, ni en el derecho de poder vivir en tu casa sin tener alguien a quien no quieres ver ni en pintura, ni en la relación entre las dos partes, ni estoy dando la razón a la amiga de la amiga. No, no, hablo del aspecto estrictamente periodístico.

Explicar que alguien ha acordado con otra persona, aunque sea verbalmente, un cierto tiempo de estancia en su casa y a cambio de dinero no es lo mismo que explicar la historia de alguien que acoge a una persona en su casa haciendo un favor, que este alguien se dedica a hacerle la vida imposible y que cuando le dice que se marche le presenta una denuncia.

Y si Josep Maria Aguilà, abogado del Colegio de Administradores de Fincas de Barcelona y Lleida, sabía todo eso, cualquier periodista podría haberlo sabido, ¿verdad? ¿Cómo? Preguntando. Como supongo que ha hecho el señor a Aguilà. Pero, por lo visto, los periodistas nos limitamos a repetir noticias y quien investiga si son verdad o no son los administradores de fincas.