Ha terminado la guerra de Gaza, pero hay batallas igualmente sanguinarias que parecen no tener fin. Así es la tortura fratricida a la que el gobierno español somete a los autónomos, unos seres claramente inferiores al Homo sapiens que vivimos sometidos a un nivel de fiscalidad auténticamente esclavista. Pues bien, ahora resulta que el ejecutivo español barrunta una subida de todos los tramos de cotización; leo en nuestro estimado diario que “se establecerá un pago de 217,37 euros para rendimientos inferiores a 670 euros mensuales y llegará hasta los 796,24 euros para aquellos que superen los 6.000 euros al mes”. Traducido a la lengua castellana, el estado expoliará una tercera parte del sueldo a la gente que pasa hambre —porque con casi 700 pepinos no puedes vivir ni debajo de un puente— y continuará la guerra declarada contra quienquiera que tenga la mera pretensión de acercarse a lo que tal día llamamos la clase media.
A los demagogos quizás les parecerá lógico que un sueldo generoso como el segundo que he citado pague la cantidad mencionada, pero un trabajador que ingrese 6.000 pavos también debe pagar unas trimestrales de cuidado (a todo esto, sumad el coste de vivir en una ciudad como Barcelona, donde el precio del café con hielo empieza a parecerse peligrosamente al del matcha latte). De hecho, la desgracia del autónomo en el reino de España consiste en que cualquier sueño loco de ahorro sea rápidamente aprovechado por el estado a la hora de hacer caja. Al límite de la broma, importa un rábano cuándo acabes cobrando, porque no falla; la propinilla que guardas una vez cerrado el curso (dado que, aunque trabajes igualmente, no sueles ingresar durante los meses de verano) será rápidamente fagocitada por Hacienda. A todo esto, faltaría más, el autónomo se enfrenta sin ni siquiera soñar con pedir la baja o dedicarse a descansar el fin de semana.
Los autónomos forman el eslabón más débil de un sistema impositivo-laboral puramente franquista
Plantear golpes de sable como los que pretende el “Gobierno amigo” —que pueden llegar a los 450 euros para quien cobra 30.000 euros anuales, y entre 1.000 y 2.500 pavos entre quien tenga la suerte de alcanzar los 38.000— es una animalada de proporciones catedralicias. Pero la broma no acaba aquí, porque los porcentajes de subida en los tramos impositivos irán de los 234,73 a 1.000,49 euros en 2027 y 252,1 a 1.208,73 euros en 2028. ¡Preparémonos, pues, estimados compañeros de la subespecie Homo autonomus! Importa un pepino que, como han reconocido los capataces de la Seguridad Social, el 40% de autónomos se encuentren en los tramos más bajos del sistema, justamente porque zurrar a los conciudadanos que ingresan tan poco conlleva que sus perspectivas y facilidades de embarcarse en iniciativas empresariales o de acumular diversas fuentes de ingresos para no pasar hambre quede disminuida de forma notoria.
Los ladrones profesionales de la administración también aducen que el sistema protege a los trabajadores porque se aumenta la dotación del paro —para los amigos, “cese de actividad”— y las prestaciones por nacimiento y cuidado de un menor. Pero lo que la administración no acaba de entender es que a la mayoría de autónomos ya nos gustaría parar un poco o dedicarnos a la cría de bebés (en mi caso, solo a lo primero), pero la mayoría de nuestras ocupaciones no lo permiten. Vemos, en definitiva, cómo los autónomos forman el eslabón más débil de un sistema impositivo-laboral puramente franquista, orientado a que las grandes fortunas vivan regadas de pasta mientras la mayoría tenemos que ir viviendo como semipobres. Si todo este robo implicara sufragar unos servicios públicos de Primer Mundo y si la inflación de precios se hubiera conseguido controlar, sería más pasable. Pero las cosas están como están.
Finalmente, hay que recordar que, de los casi tres millones de autónomos que hay en el Reino, medio millón son catalanes, por encima de los trescientos ochenta mil que trabajan en Madrid DF. Supongo que este último dato sirve para explicar este nuevo caso de robo que ya se suma a la tortura habitual.